Estamos ante una obra de arte escultórica, que proviene del arte griego. Fue una destacada escultura de Policleto, realiza en los años 450-460 a.C. La figura que tenemos hoy día es de mármol , aunque la original es de bronce. Estamos ante una escultura de bulto redondo ya que tiene una verdadera proporción en función de su tamaño, por lo que encontramos que la medida de su cuerpo son siete cabezas, algo muy característico del arte griego, ya que representaba el canon de belleza de la época. La posición de la escultura es de pie y nos representa movimiento debido a su pierna derecha adelantada y su pierna izquierda más atrasada , en su mano izquierda, aunque en esta imagen no podemos apreciar llevaba una lanza. Además encontramos que es una clara escultura de un joven con un máximo desarrollo de su fuerza muscular aunque no representa ningún rasgo de niñez. Aunque esta obra esté considerada como clásica tiene algunos rasgos de arcaísmo ya que, se trata de una escultura tallada con cierta rudeza. También podemos encontrar otras características del arte griego como es la diartrosis, la posición del contraposto ya que vemos una cadera más elevada que la otra lo que nos indica el movimiento, hay que destacar que esta escultura estaba policromada. En esta escultura dejamos atrás la rigidez, la simetría, la frontalidad que era algo característico de épocas anteriores por lo tanto, en esta obra encontramos gran naturalismo, y en el gesto de su rostro encontramos una leve sonrisa, una mirada perdida y distante. Por último estamos ante una obra de poco relieve.
martes, 26 de noviembre de 2013
EL FRISO DE LAS PANATENEAS
Finalizada la construcción del templo, Fidias y su taller se ocuparon de
la decoración escultórica, que incluía un friso en bajorrelieve de unos
ciento sesenta metros de longitud, dos frontones decorados con figuras
exentas y noventa y dos metopas en altorrelieve.
ANÁLISIS FORMAL:. Como el relieve tiene alrededor de 5 cm de fondo y resulta más bien plano, los inconvenientes derivados de la ubicación se paliaron y contrarrestaron de la única manera posible, que consistió en no dar a los bloques de mármol forma rectangular y plana, sino ligeramente inclinada hacia fuera por la cara anterior, para que al relieve le llegara la luz de abajo. Provisto de numerosos accesorios de metal, perdidos en la actualidad, usaba el color para definir algunos objetos no esculpidos.
En la organización del trabajo del friso se constata cierta anarquía fruto de los variados autores y que parece oponerse a la idea de proyecto general unificado. Lo que hace pensar en una cohesión lograda a base de indicaciones orales, de esfuerzo común y de criterios comunes. Ello provoca diferencias estilísticas que deben ser atribuidas a la participación de numerosos escultores y, además, al hecho de que unos bloques fueron esculpidos a pie de obra y otros tras haber sido colocados en su sitio. El análisis exhaustivo permite saber que primero se esculpieron los lados cortos, este y oeste, cuyos bloques tuvieron los escultores a mano; luego se montaron los bloques de los lados norte y sur y, una vez asegurados en el muro, se inició la labra.
Fidias consiguió crear una escuela de escultores que definió el estilo clásico ateniense. Este se aprecia perfectamente en esta obra, en lo que se conoce como "estilo Partenón".
La disposición de las figuras en actitudes diversas y en ocasiones contrapuestas rompen la posible monotonía del desfile, usando escenas cotidianas y anecdóticas (un joven atándose la sandalia, caballos encabritados, etc) sin recurrir nunca a los gestos muy marcados o excesivos y manteniéndose en el marco de la "serenidad clásica". Finalmente se caracteriza ese estilo por su maravillosa plasticidad, por la destreza y fluidez del modelado, que obtiene del mármol resultados similares a los de un material blando. De ahí la apariencia real de la anatomía, la gracia espontánea de los peinados y, sobre todo, la contextura de los paños, airosos y naturales en la caída como copos de algodón que muestran el perfecto dominio de la "técnica de los paños mojados" (resaltar la anatomía del cuerpo debajo de la vestimenta). El otro elemento destacado es la magnífica gradación del relieve que permite crear la sensación de profundidad en un marco tan pequeño (5 cm.).
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO: Lejos de representar la idea de sometimiento al rey, es decir, de despotismo oriental, se exalta el significado de la democracia ática con la participación de ciudadanos libres. Y es que el programa escultórico del Partenón estaba cohesionado por un objetivo claro: proclamar la gloria de Atenas (y por tanto sus ciudadanos) y de Atenea, su divinidad protectora.El friso de las Panateneas era sólo una parte del conjunto iconográfico del templo. En los frontones, la parte más alta dedicada a la escultura, se representaba a los dioses; más abajo, en las metopas, a los héroes; y en el friso, zona todavía más cercana al suelo, los primeros se reunían con los humanos. El friso representa la procesión de las Grandes Panateneas, celebración en honor de la diosa Atenea, que se realizaba cada cuatro años y que culminaba con la entrega, por parte de las doncellas del peplo -una rica túnica tejida por ellas mismas- a la imagen primitiva de la divinidad.
Los fragmentos originales de las esculturas del Partenón se hayan diseminados por numerosos museos – Británico, Louvre, Acrópolis desde que Lord Elgin decidió comprarlos al entonces gobierno turco, dueño de Atenas, y conservarlos para que no se perdieran. Finalmente los vendió al British Museum y hoy en día son reclamados por el gobierno griego.
ANÁLISIS FORMAL:. Como el relieve tiene alrededor de 5 cm de fondo y resulta más bien plano, los inconvenientes derivados de la ubicación se paliaron y contrarrestaron de la única manera posible, que consistió en no dar a los bloques de mármol forma rectangular y plana, sino ligeramente inclinada hacia fuera por la cara anterior, para que al relieve le llegara la luz de abajo. Provisto de numerosos accesorios de metal, perdidos en la actualidad, usaba el color para definir algunos objetos no esculpidos.
En la organización del trabajo del friso se constata cierta anarquía fruto de los variados autores y que parece oponerse a la idea de proyecto general unificado. Lo que hace pensar en una cohesión lograda a base de indicaciones orales, de esfuerzo común y de criterios comunes. Ello provoca diferencias estilísticas que deben ser atribuidas a la participación de numerosos escultores y, además, al hecho de que unos bloques fueron esculpidos a pie de obra y otros tras haber sido colocados en su sitio. El análisis exhaustivo permite saber que primero se esculpieron los lados cortos, este y oeste, cuyos bloques tuvieron los escultores a mano; luego se montaron los bloques de los lados norte y sur y, una vez asegurados en el muro, se inició la labra.
Fidias consiguió crear una escuela de escultores que definió el estilo clásico ateniense. Este se aprecia perfectamente en esta obra, en lo que se conoce como "estilo Partenón".
La disposición de las figuras en actitudes diversas y en ocasiones contrapuestas rompen la posible monotonía del desfile, usando escenas cotidianas y anecdóticas (un joven atándose la sandalia, caballos encabritados, etc) sin recurrir nunca a los gestos muy marcados o excesivos y manteniéndose en el marco de la "serenidad clásica". Finalmente se caracteriza ese estilo por su maravillosa plasticidad, por la destreza y fluidez del modelado, que obtiene del mármol resultados similares a los de un material blando. De ahí la apariencia real de la anatomía, la gracia espontánea de los peinados y, sobre todo, la contextura de los paños, airosos y naturales en la caída como copos de algodón que muestran el perfecto dominio de la "técnica de los paños mojados" (resaltar la anatomía del cuerpo debajo de la vestimenta). El otro elemento destacado es la magnífica gradación del relieve que permite crear la sensación de profundidad en un marco tan pequeño (5 cm.).
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO: Lejos de representar la idea de sometimiento al rey, es decir, de despotismo oriental, se exalta el significado de la democracia ática con la participación de ciudadanos libres. Y es que el programa escultórico del Partenón estaba cohesionado por un objetivo claro: proclamar la gloria de Atenas (y por tanto sus ciudadanos) y de Atenea, su divinidad protectora.El friso de las Panateneas era sólo una parte del conjunto iconográfico del templo. En los frontones, la parte más alta dedicada a la escultura, se representaba a los dioses; más abajo, en las metopas, a los héroes; y en el friso, zona todavía más cercana al suelo, los primeros se reunían con los humanos. El friso representa la procesión de las Grandes Panateneas, celebración en honor de la diosa Atenea, que se realizaba cada cuatro años y que culminaba con la entrega, por parte de las doncellas del peplo -una rica túnica tejida por ellas mismas- a la imagen primitiva de la divinidad.
Los fragmentos originales de las esculturas del Partenón se hayan diseminados por numerosos museos – Británico, Louvre, Acrópolis desde que Lord Elgin decidió comprarlos al entonces gobierno turco, dueño de Atenas, y conservarlos para que no se perdieran. Finalmente los vendió al British Museum y hoy en día son reclamados por el gobierno griego.
Ménade furiosa
Se trata de una escultura de bulto redondo, una réplica romana de una obra original hecha en mármol por el escultor griego, perteneciente al clasicismo griego del siglo IV a. C., Escopas, que se encuentra en Dresde (Alemania) en la colección de Antigüedades del Estado. Esta obra es conocida también como “Ménade danzante” o “Ménade furiosa” y representa a una de las ninfas que acompañaba o rendía culto al dios griego Dionisos, que para algunos autores, posteriormente serán conocidas como “bacantes” (aunque otros diferencian entre las “ménades” griegas, seres semimíticos y las “bacantes”, mujeres que imitarían el comportamiento de las primeras).
Escopas es un escultor que, pese a que continúa con la tradición del siglo V antes de Cristo en cuanto a las proporciones de los cuerpos, se muestra preocupado por la representación de los estados del alma relacionados con la pasión, la violencia, el sufrimiento y el patetismo, tratando de representar el interior atormentado del personaje. Ello se traduce en cuerpos forcejeantes y, a veces, contorsionados, con los que muestra las interioridades del personaje, acompañado de las bocas entreabiertas, y los ojos hundidos. Había nacido en la isla de Paros, una de las denominadas “islas del mármol”, por lo que su material favorito será precisamente el mármol (bastante frecuente en el siglo IV antes de Cristo, frente al bronce tan usado en el siglo V antes de Cristo).
La ninfa de Dionisos aparece representada cuando, poseída por el furor dionisíaco, danza frenéticamente en pleno éxtasis, semidesnuda, por lo que aparece en una violenta contorsión, dibujando su cuerpo una curva pronunciada, ya que está inclinada hacia atrás, abriendo provocativamente el vestido por uno solo de sus lados por efecto del violento movimiento, con la cabeza elevada, torcida, mirando hacia arriba, los ojos hundidos y el pelo rizado cayendo por la espalda. Se ha roto la serenidad y el equilibrio fidíaco mediante la plasmación del frenesí de la ninfa, ya que toda ella se mueve. De nuevo para los escultores griegos, el alma se representa a través de todo el cuerpo. Es destacable el trabajo muy profundo de los paños que provoca violentos contrastes de luz y sombra, realizados con la técnica de “paños mojados”, adheridos al cuerpo, transparentándolo. Los labios entreabiertos y los ojos hundidos contribuyen a aumentar el claroscuro de la imagen.
Escopas es uno de los últimos escultores que podemos encuadrar en la escuela ática, ya que en el siglo IV antes de Cristo, Atenas había perdido su hegemonía política, aunque conservaba la cultural. Además se va a ir produciendo el distanciamiento de la religión olímpica, siendo substituida progresivamente por cultos más intimistas e individualistas. Fruto de todo esto nos encontraremos con que los dioses se humanizan, las figuras pierden la “serenidad clásica” y aparecen realizando acciones humanas y, frente a la “frialdad” del siglo V antes de Cristo, se incrementa la pasión y los procesos psicológicos, campo en el que el papel jugado por el escultor Scopas es muy importante, como hemos podido observar en esta obra. Su influencia en el helenismo es enorme, tanto a través de sus obras como de sus discípulos. La tendencia dramática que el representa, la veremos por ejemplo en la escuela de Rodas y Pérgamo, en obras como “EL Laocoonte y sus hijos” y “El altar de Zeus en Pérgamo”.
Escopas es un escultor que, pese a que continúa con la tradición del siglo V antes de Cristo en cuanto a las proporciones de los cuerpos, se muestra preocupado por la representación de los estados del alma relacionados con la pasión, la violencia, el sufrimiento y el patetismo, tratando de representar el interior atormentado del personaje. Ello se traduce en cuerpos forcejeantes y, a veces, contorsionados, con los que muestra las interioridades del personaje, acompañado de las bocas entreabiertas, y los ojos hundidos. Había nacido en la isla de Paros, una de las denominadas “islas del mármol”, por lo que su material favorito será precisamente el mármol (bastante frecuente en el siglo IV antes de Cristo, frente al bronce tan usado en el siglo V antes de Cristo).
La ninfa de Dionisos aparece representada cuando, poseída por el furor dionisíaco, danza frenéticamente en pleno éxtasis, semidesnuda, por lo que aparece en una violenta contorsión, dibujando su cuerpo una curva pronunciada, ya que está inclinada hacia atrás, abriendo provocativamente el vestido por uno solo de sus lados por efecto del violento movimiento, con la cabeza elevada, torcida, mirando hacia arriba, los ojos hundidos y el pelo rizado cayendo por la espalda. Se ha roto la serenidad y el equilibrio fidíaco mediante la plasmación del frenesí de la ninfa, ya que toda ella se mueve. De nuevo para los escultores griegos, el alma se representa a través de todo el cuerpo. Es destacable el trabajo muy profundo de los paños que provoca violentos contrastes de luz y sombra, realizados con la técnica de “paños mojados”, adheridos al cuerpo, transparentándolo. Los labios entreabiertos y los ojos hundidos contribuyen a aumentar el claroscuro de la imagen.
Escopas es uno de los últimos escultores que podemos encuadrar en la escuela ática, ya que en el siglo IV antes de Cristo, Atenas había perdido su hegemonía política, aunque conservaba la cultural. Además se va a ir produciendo el distanciamiento de la religión olímpica, siendo substituida progresivamente por cultos más intimistas e individualistas. Fruto de todo esto nos encontraremos con que los dioses se humanizan, las figuras pierden la “serenidad clásica” y aparecen realizando acciones humanas y, frente a la “frialdad” del siglo V antes de Cristo, se incrementa la pasión y los procesos psicológicos, campo en el que el papel jugado por el escultor Scopas es muy importante, como hemos podido observar en esta obra. Su influencia en el helenismo es enorme, tanto a través de sus obras como de sus discípulos. La tendencia dramática que el representa, la veremos por ejemplo en la escuela de Rodas y Pérgamo, en obras como “EL Laocoonte y sus hijos” y “El altar de Zeus en Pérgamo”.