El matrimonio Arnolfini.
La imagen corresponde al cuadro conocido como El Matrimonio Arnolfini, obra del pintor flamencoJan Van Eyck, y por tanto, perteneciente a la pintura gótica flamenca del siglo XV.
La técnica empleada, como era habitual en Flandes, es el óleo sobre tabla. El óleo es una técnica novedosa en el siglo XV e inventada por los pintores flamencos. Sus ventajas son que permite realizar transparencias y representar objetos tales como cristales o espejos con el mayor realismo, como se puede apreciar en la imagen. Además, permite repintes y aporta una gran luminosidad y brillo a los colores.
Un aspecto importante del cuadro es que se trata de un retrato, es decir, de una obra de temática profana, lo cual es una importante novedad en el estilo gótico.
Este tipo de obras son el resultado del auge de los mercaderes y comerciantes, que invierten sus riquezas en palacios, retratos y obras artísticas. Dichas obras pretenden dejar constancia de su existencia y, al mismo tiempo, mostrar la prosperidad y estatus social del retratado.
En este caso, el retrato muestra a una pareja que está contrayendo matrimonio. Se trata del comerciante italiano Giovanni Arnolfini y su esposa, afincados en Flandes como consecuencia de sus negocios. En la obra tratan de dejar constancia de su riqueza a través de las telas de sus trajes, objetos de lujo importados de diversas partes del mundo tales como la alfombra persa o las naranjas. Además de ello, se recurre al simbolismo a través de los objetos representados para transmitir el mensaje de la obra.
La esposa viste de verde, color de la esperanza y se toca el vientre en alusión a su aspiración de ser madre. El marido muestra en sus ropas que trabaja en el exterior. El peligro que le acecha, las tentaciones, se muestran en las frutas colocadas en el alféizar de la ventana, que aluden a la manzana de Eva. Las sandalias, cercanas a la puerta, y que aún no se ha calzado, son símbolo igualmente de su trabajo. Para que este matrimonio sea válido se necesitan testigos, que aparecen reflejados en el espejo de la pared. Uno de estos testigos es el propio pintor del cuadro que se autorretrata y firma sobre el mismo espejo.
Para dejar constancia de que el matrimonio es religioso a pesar de no tener lugar en una iglesia, se sitúan escenas de la pasión de Cristo en los círculos que rodean al espejo. Igualmente se sitúa una vela encendida en el candelabro para denotar la presencia de Dios, ya que las velas suelen lucir en las iglesias con ese significado.
Para finalizar, para la cama se emplea el color rojo, que simboliza el amor y la pasión que debe reinar en la pareja.
En todos estos detalles se muestra algo muy característico de la pintura flamenca, y es la excelente capacidad para captar las calidades de las telas y los objetos y la minuciosidad casi miniaturista con que los representan.
La construcción del espacio muestra el conocimiento de la perspectiva lineal, adoptada de Italia, ya que de manera contemporánea a la pintura flamenca, se desarrolla en Italia la primera fase del Renacimiento.
lunes, 8 de febrero de 2016
Portada central del Pórtico Real, Catedral de Chartres.
Otra característica propia del gótico es la fusión entre la arquitectura y la escultura, formando ambas un todo único.
La portada central se divide en tres partes: un friso en su parte baja, una estructura central o tímpano, de mayor importancia, y unas arquivoltas que lo rodean.
Se trata de una representación del Pórtico Real de la Catedral de Chartres, una fachada de un edificio eclesiástico de época gótica, lo que podemos datar gracias al uso de la arquivolta apuntada, típica de esta época a diferencia de la de medio punto. Se trata de comienzos del gótico (siglo XII), pues las figuras todavía no son monumentales ni hay un dinamismo en las escenas que será típico de la escultura gótica del siglo XIII.
Este pórtico se organiza de una manera tripartita, siendo la portada central de mayor anchura y altura que las laterales, reflejo de la estructura interior de la catedral. En esta división se puede notar la pervivencia de la tradición paleocristiana, cuyas basílicas se dividían de la misma manera. A su vez, cada portada se estructura de una manera ordenada, fiel reflejo del pensamiento de la época, que se basaba en el ordenamiento geométrico y matemático para alcanzar la visión divina, y en la claridad y simplificación de las formas, que dan a la arquitectura una visión serena y tranquila.
Las jambas que separan las distintas puertas están formadas por haces de columnas decorados con figuras de reyes y de personajes del Antiguo Testamento. Éstas, en contraste con el románico, muestran una actitud serena, no severa. En ellas se produce una perspectiva jerárquica, pues los personajes del Antiguo Testamento son de mayor altura que los personajes de la realeza. Esta mezcla de personajes y la poca diferencia entre ellos intentan demostrar la relación entre los personajes bíblicos y la realeza para aumentar el poder de ésta.
La portada representada a la izquierda se divide en dos frisos y un tímpano rodeado por arquivoltas. En la parte central se representa a Cristo en el aire acompañado por dos ángeles, y en los frisos se representan a ángeles cantores y a otras figuras.
En la portada representada a la derecha se repite la misma distribución, aunque cambian los temas iconográficos. Aquí se representan escenas marianas: en los frisos se relata la presentación del templo, y en el inferior, la Anunciación, la Visitación, la Natividad y la Anunciación a los pastores; en el centro la Maiestas Mariae como trono de Cristo entre dos ángeles; y en las arquivoltas se representan ángeles y las siete artes liberales combinadas con figuras del mundo antiguo.
La banda inferior se estructura en grupos de tres figuras bajo una arquería, sobre haces de columnillas que, retorcidas, simulan un fuste salomónico, en cuyos intercolumnios se encuentran tres arcos de medio punto bajo los que se sitúan las figuras en grupos de tres. Las figuras aquí representadas, los doce apóstoles, se sitúan a la misma altura, produciéndose una isocefalia de origen paleocristiano.
En las arquivoltas, las figuras de los 24 Ancianos del Apocalipsis se adaptan a la estructura.
Encima del friso y rodeado por las arquivoltas, se encuentra el tema principal, el Juicio Final, en el que el Cristo entronizado vuelve triunfante bendiciendo a los fieles, a los que acoge en su iglesia. Este Cristo se encuentra inscrito en una mandorla de tradición románica. A su alrededor se encuentran los cuatro evangelistas bajo la forma del Tetramorfos.
Todas las figuras se visten según la moda cortesana de la época, y en sus vestiduras destacan los grandes pliegues. Además, en ellas el artista intenta plasmar una cierta individualización de los personajes.