La Anunciación de Simone Martini es
una de las pinturas góticas más delicadas y bellas. Es quizá la obra
más representativa del pintor y del Trecento Italiano. La
pintura que se desarrolla en Siena durante este periodo, se caracteriza
por alejarse de aquellos aspectos que habían definido la pintura
románica. Sigue siendo una pintura de temática religiosa pero
ahora no se trata de reproducir símbolos, como ocurría en la Alta Edad
Media, sino de reproducir la realidad de una forma más verdadera y
creíble. Cambia por tanto la forma de pintar. La pintura inicia un camino de experimentación que desembocará en el Renacimiento.
La
escena representa el tema de la Anunciación. El Arcángel Gabriel se
aparece a la Virgen para anunciarle que será madre de Dios. Destaca
la expresión de sorpresa de la Virgen. La
escena está enmarcada en una arquitectura abierta de arcos apuntados
polilobulados, rematados con pináculos y gabletes, elementos de la
arquitectura gótica.
La pintura se realiza en temple sobre tabla.
Aunque
todavía hay rasgos arcaizantes de influencia bizantina, como el
predominio del dorado del fondo, este cuadro demuestra que la pintura ha
experimentado una gran evolución, que hay otra forma de entender el
arte. Observamos
un mayor realismo en las formas de los cuerpos, en los ropajes, en la
sensación de profundidad que da el suelo o el jarrón con azucenas.
La
línea, es muy fina y precisa. El dibujo en todas las figuras sigue un
trazado curvo y en forma de “S” (línea serpentinata) que acentúa la
delicadeza de la escena, no debemos olvidar que los clientes son mas refinados y exquisitos.
Los colores son llamativos y
suntuosos, tanto los dorados del fondo como la combinación de azules y
rosas, muy delicados, del Arcángel y la Virgen. El cromatismo es rico,
variado, ya no son manchas de color puro y plano, los matices de los
pigmentos intentan representar luces y sombras. El artista intenta que las figuras
sean realistas, las da movimiento, como observamos en el manto del arcángel, y ganan en
volumen, como observamos en los pliegues de los vestidos. También intenta representar la profundidad con el jarrón de azucenas y con las líneas del suelo perpendiculares al fondo dorado. Destaca
el eje de simetría que divide el cuadro en dos mitades casi exactas,
el eje vertical está representado por el arco polilobulado central,
la representación del cielo con los ángeles y las azucenas.
Por otra parte el tratamiento del tema cristiano es cercano, realista, la
expresión es mucho más humana que divina, destaca la humildad de
Gabriel al darle la noticia a la que será madre de Dios, y la postura
vergonzosa de la Virgen, que recibe la noticia con timidez. La
utilización del dorado por influencia bizantina, acentúa el carácter
divino y sagrado.
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