El templo egipcio es un monumento que el faraón erige para alcanzar el favor de los dioses. A él no tiene acceso el público, solamente el rey y los sacerdotes.
El templo se levantaba sobre una plataforma de unos seis metros de altura y lo formaban una avenida de esfinges, y varios pilonos o puertas monumentales, dando uno de ellos entrada al recinto sagrado. En la gran mayoría de templos, el pilono de acceso estaba precedido por unos colosos reales con la imagen del faraón; la sala hipetra o amplio patio porticado; a ello cabía sumar la sala hipóstila, que albergaba la barca sagrada utilizada para transportar a la divinidad en procesión los días de su fiesta, y el recinto sagrado, que contenía la estatua del dios. Alrededor del santuario estaban las cámaras accesorias para el culto interno.
A cada lado de la puerta se levantaban los obeliscos, piedras monolíticas de carácter decorativo. Los patios y las salas hipóstilas solían repetirse. Algunos templos ocupaban grandes extensiones, como el de Karnak, que medía en su totalidad 365 metros de longitud mientras que las columnas de su sala hipóstila alcanzaban los 23 metros de altura.
Con el paso del tiempo, la distribución del recinto sagrado cambió. Un buen ejemplo de ello es el templo de Mentuhotep II, del Imperio Medio, cuyo conjunto arquitectónico no corresponde a las diferentes sucesiones de patios y salas hipóstilas que hasta entonces componían el templo funerario, sino que se alza en varios niveles por medio de terrazas y columnas, a los que se accede mediante una rampa.
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Templo de Ramsés II: http://www.egiptologia.org/arte/templos/abu-simbel-ramses/