Nos encontramos ante una obra escultórica, perteneciente al arte griego, concretamente con el Gálata Moribundo, una copia romana en mármol de un original helenístico en bronce.
El Gálata Moribundo forma parte de un conjunto más numeroso de esculturas pertenecientes al monumento conmemorativo de la victoria del rey Atalo I de Pérgamo sobre los galos en el año 225 a.C.
Mide
59 centímetros y no se sabe a ciencia cierta la fecha en que fue
realizada esta escultura, se estima que se tallaría entre los años
240 y 200 a.C.
La
escultura muestra a un hombre de cuerpo entero desnudo recostado y
apoyado sobre su brazo derecho flexionado mientras el izquierdo lo
apoya en su pierna derecha y baja la cabeza. El hombre representado
es joven aunque no en exceso y presenta un cuerpo musculado,
característico de un guerrero, aunque representado de
una manera realista, sin idealización ni exageración en las
formas. Mantiene la cabeza agachada y de una herida en su costado
derecho mana sangre origen del debilitamiento que muestra. Sobre el
suelo la espada nos informa del carácter guerrero del hombre
representado mientras que sus rasgos faciales, así como el pelo
encrespado y el bigote delatan su origen galo.
La obra transmite el momento previo a la muerte de un guerrero herido durante la batalla. Todo en la obra transmite a la vez la sensación de derrota, inmediatez de la muerte y resignación del protagonista ante el fatal e inminente desenlace. La figura queda inscrita en un triángulo escaleno de manera que todo el peso visual de la escultura recae sobre el lado derecho de la misma que se apoya sobre el brazo flexionado que parece a punto de caer ante el peso del cuerpo.
El
hecho de apoyar el brazo izquierdo sobre la pierna derecha permite la
torsión del tronco dotando a la escultura de un movimiento que da la
sensación dramática de vencimiento físico y espiritual.
Igualmente, el arma en el suelo, la espalda encorvada, los
hombros caídos, la cabeza agachada con la mirada en el suelo
transmiten la resignación del guerrero que conoce su final si bien,
apoyado en su brazo, hace un último esfuerzo por no abandonar que
deja en evidencia la dignidad ante la derrota.
Las esculturas helenísticas destacan por el dramatismo y las posturas teatrales, así como por reflejar un instante concreto, en este caso el previo a la muerte. No hay que olvidar el carácter propagandístico de la obra, realizada no por el vencido sino por el vencedor, de manera que la demostración del honor y valor del enemigo añade mérito a la victoria del rey Atalo I.
Este
gálata no sería la escultura principal del conjunto. Representaría
a uno de los caudillos que acompañaban a su jefe en el momento de la
derrota. Ese jefe es el representado en la obra el Gálata Ludovisi,
que aparece clavándose a sí mismo un cuchillo en el pecho, aunque
al mismo tiempo parece retar con la mirada a su enemigo. Es decir, se
pretendía mostrar toda la ferocidad y valentía de los gálatas,
para así dar mucho más valor a la victoria que Atalo I le
inflingió.
Por
último, esta obra se encuentra actualmente en el Museo Capitolino,
en Roma.