Nos
encontramos ante una obra pictórica, perteneciente al arte románico,
concretamente con el Cristo en Majestad o Maiestas Domini acompañado
de los cuatro signos tetramorfos. Hoy en día se sitúa en el Museo
Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona.
Se
trata de una pintura mural al fresco que decora la bóveda del ábside
central del templo de San Clemente de Tahull en el Valle de Bohí
(Lérida). En la Bóveda se representa ocupando casi la totalidad de
la misma a Cristo en Majestad sentado y encerrado en una mandorla. Su
nimbo y su cabeza rebasan el borde superior de la mandorla.
Aparece
vestido con una túnica y un manto que le cubre los hombros. La mano
derecha aparece levantada en signo de bendición y en la mano
izquierda sostiene, apoyándolo en su rodilla, un libro abierto en el
que se lee: Ego
sum lux mundi (Yo soy la Luz del Mundo).
A
un lado y otro de su cabeza aparecen el Alfa y la Omega como metáfora
de que Cristo es principio y final de todo. Todo el muro de la bóveda
aparece decorado con tres colores: azul, amarillo y negro. Sobre la banda azul, cuatro ruedas, dos a cada lado de Cristo
encierran un león y un toro; y en las más cercanas a Cristo, dos
ángeles que cogen del rabo y de una pata, respectivamente, al león
y al toro (símbolos de los Evangelistas San Marcos y San Lucas). En
los registros superiores se recortan dos ángeles, el de la derecha
lleva un libro (San Mateo), el de la izquierda un águila (San Juan).
La
composición es clara y sencilla, muy jerárquica. Establece un eje
de simetría a través del centro de Cristo y de su mandorla y pasa
por la ventana inferior. Hay los mismos personajes a un lado y otro.
El espacio principal se reserva para el Pantocrátor, luego el
tetramorfos y luego, más abajo para la Virgen y cinco apóstoles
bajo unos arcos figurados.
Las formas de expresión son
antinaturalistas, con poses muy estudiadas y expresiones serias, sin
individualidad ni humanidad, anatomías y rasgos parecidos, ropajes y
actitudes muy estilizados.
La Iglesia de San Clemente de
Tahull, junto con la de Santa María, constituye uno de los conjuntos
pictóricos mejor conservador de la pintura románica en la
Península. En 1934 fueron trasladados al Palacio de Montjuich, actual
Museo de Arte de Cataluña.