Se trata de un conjunto escultórico de bulto redondo, sin embargo, está concebido para que exista un único punto de vista, el frontal. Está realizado en mármol, aunque aparecen piezas de otros materiales como el dardo que sostiene el ángel realizado en bronce. La composición es de gran teatralidad, con un amplio uso de diagonales, partiendo desde el mismo cuerpo de Santa Teresa que yace inclinado, la posición del dardo o la mirada del ángel que se dirige en diagonal al rostro de la santa. La factura es exquisita, no sólo por la maestría en la ejecución sino por la variedad de texturas que extrae el artista del mármol, desde la piel sedosa del ángel, los cabellos del mismo trabajados a trépano y la artificiosidad de los ropajes de la santa, a los que no sólo dota de volumen sino de cierta pesadez, lo que hace aumentar el efecto de elevación o levitación de Santa Teresa transportándola a un espacio irreal, que tiene más que ver con el espectro divino que con lo humano, sobre un vaporosa nube.
Bernini supo trasladar las emociones y sentimientos que se experimentan en el encuentro místico. Si observamos el rostro de Santa Teresa, mantiene un gesto contenido lleno de sensualidad. Bernini utiliza este recurso uniendo misticismo y sensualidad, espíritu y carne para hacernos entender, como bien relataría Santa Teresa, el inefable encuentro con Dios.
El conjunto además estaría iluminado por una luz cenital, proveniente de un vano de la capilla cerrado por un cristal amarillo, del que se desprenden rayos de luz realizados en bronce, añadiendo más teatralidad, más irrealidad y más misterio a la escena.
En los laterales, se situarían dos palcos con miembros de la Familia Connaro. El término “Barroco” se acuñó, con sentido peyorativo, a finales del siglo XVIII o principios del siglo XIX. Su carácter despectivo le venía dado por su recargamiento y complicación decorativa, siendo un estilo muy criticado hasta finales del siglo XIX. A partir de ahí empezó
a ser un arte con características propias, que supone una reacción frente al racionalismo renacentista y continuación del Manierismo.
En su desarrollo influye la Iglesia de la Contrarreforma en la que los papas son los mecenas. La iglesia católica renovará la iconografía e impondrá el gusto por las composiciones aparatosas, para expresar su superioridad frente a la herejía protestante.
Como arte cortesano, el Barroco se pone al servicio de los monarcas absolutos, que encargan la construcción de grandiosos palacios. Este arte busca emocionar al pueblo y persuadirlo de que la monarquía es la mejor forma de gobierno. Es un arte con una finalidad propagandística evidente.
Hay dos etapas: el Barroco pleno (1630-1680) y el Barroco tardío (hasta 1750).