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martes, 17 de marzo de 2020

Sesión 3 Historia del Arte: Miércoles 18 de marzo


-          Realiza un esquema del Arte barroco con los principales arquitectos, escultores y pintores, cada uno con las obras más importantes que hemos trabajado hasta el momento (Hasta Martínez Montañés)
-          Escanea el ejercicio y súbelo a Classroom (la clave de la clase os ha tenido que llegar por correo) o envíalo al correo profesordiegobonillacodeseda@gmail.com

Sesión 2 Historia del Arte: Martes 17 de marzo (Escultura barroca)


-          Diapositivas 76-98 de la presentación de clase.

-          Revisar material de preguntas semiabiertas
 
-          Lectura y visionado del material de apoyo: 








-          Virgen de Belén de Alonso Cano

ESCUELA MURCIANA


sábado, 7 de mayo de 2016

San Longinos

Nos encontramos ante una obra escultórica de grandes dimenciones. Se trata de un hombre portaor de una lanza en su mano derecha y vestido unicamente con una túnica que cae en cascada desde su brazo izquierdo. Esta obra visiblemente realizada en mármol, parte de la trasmición que tiene vida y movimiento. La postura en cruz de la obra trasmite un cierto dramatismo guiado por el tema religioso, y que hace, que los espectadores centren su mirada en su lanza.

Aplicando la teoría, sabemos que esta escultura se trata del San Longinos de Gian Lorenzo Bernini, escultor del Barroco italiano. Esta obra en mármol creada entre los años 1629-1638 se encuentra en la Basílica de San Pedro del Vaticano(Roma) y mide 440cm.

Características de la obra:
Esta escultura es una obra de madurez del genial artista Barroco Gian Lorenzo Bernini, quién en la etapa final de su producción artística como escultor se ocupó casi de forma exclusiva de tallar obras religiosas.
Con esta obra Bernini rompe con uno de los mitos que generó Miguel Ángel para dignificar su condición de artista, y que no era otro que para considerar una escultura como una obra maestra, el escultor debía de ser capaz de “extraerla” de un solo bloque de piedra.
En este caso Bernini huye de esta concepción y compone esta obra uniendo múltiples piezas: cabeza, tronco, extremidades y la parte delantera y posterior del manto.
Las obras escultóricas de Bernini están concebidas en profundidad y para ser contempladas desde un único punto de vista.
Bernini hará una utilización del mármol muy novedosa buscando transmitir texturas a través de los ropajes, cuya entidad trasciende su simple condición de ropajes, y se convierte en un elemento que dota a la imagen de gran realismo y movimiento.
La pesadez y entidad de estos ropajes hace que para que el cuerpo de San Longinos “emerja” de entre las telas debe de estar en máxima tensión, que se nos muestra contenida pero que dota a la imagen de esa sensación de esfuerzo y tensión muscular.
Bernini demuestra con esta obra su dominio y maestría de la escultura con la estudiada composición de la obra, en la que la lanza y los brazos del santo se contraponen acentuando la sensación de movimiento de la figura de San Longinos, ejecutada con un  naturalismo que recuerda a las esculturas griegas del período helenístico,
El otro aspecto destacable es la expresividad de la cara de San Longinos, cuya expresión contenida y dignidad trasluce el sentimiento de culpa de este personaje histórico, que fue quién clavó la lanza a Jesucristo cuando estaba crucificado, abriéndole la herida del costado en la que Santo Tomás tuvo que meter los dedos para confirmar  que había resucitado.

Gian Lorenzo Bernini:
Arquitectura: Es el arquitecto más representativo de todo el barroco italiano. Sus características como arquitecto barroco fueron:
  • Dar mucha importancia a lo decorativo, tanto en el interior como en el exterior.
  • Los elementos constructivos (columnas, pilastras, etc.) se multiplican, pero con función decorativa, siendo su único fin dar ritmo arquitectónico.
  • Frontones, entablamientos, etc. se rompen, las curvas se compenetran con líneas rectas, buscando siempre presiones dinámicas.
  • En las iglesias prefiere las plantas centralizadas, fundamentalmente la planta ovalada (pequeñas iglesias). 
      -Obras:
  • Plaza de San Pedro(Imagen superior)
  • Iglesia de Sant'Andrea en el Quirinal(Imagen inferior)
  • Capilla del marqués Raimondi en San Pietro in Montorio, Roma
  • Colegiata de Ariccia
  • Iglesia de San Tomás de Villanova (Ariccia)
  •  de la Iglesia de San Francisco, en Quito (Ecuador)


Escultura:
En sus primeras obras Bernini respetaba fielmente los cánones clásicos, a la vez que se observaba la influencia manierista de su padre. Sin embargo, su estilo muestra una evolución en los cuatro grupos Borghesianos, donde aparece con fuerza la creatividad del artista.
En estas composiciones el artista plasma el momento culminante del drama, mostrando la gracia y la expresión de los personajes. Pero sobre todo, lo que fascina de estas obras es el virtuosismo, la naturalidad, el efecto de materialidad y de claroscuro. Por otro lado, resulta novedosa la relación de las esculturas con el espacio circundante, ya que están concebidas para ser observadas desde un punto determinado, no para ser rodeadas y vistas desde cualquier ángulo.
Como ejemplo de su maestría con la piedra, durante los trabajos del busto de Scipione Borghese, apareció un defecto en el mármol. Borghese aceptó no posar durante varios días, ignorando que en ese tiempo esculpiría un busto idéntico desde cero. Algunas de sus obras son:

  • Apolo y Dafne (1622-1625) - Mármol, altura 243 cm, Galería Borghese, Roma
  • David (1623-1624) - Mármol, altura 170 cm, Galería Borghese, Roma
  • Luis XIV a Caballo (1669-1670) - Terracota, altura 76 cm, Galería Borghese, Roma
  • Éxtasis de la beata Ludovica Albertoni (1671-1674) - Mármol, capilla Altieri-Albertoni, San Francesco a Ripa, Roma
  • La Verdad (1645-1652) - Mármol, altura 280 cm, Galería Borghese, Roma
  • Éxtasis de Santa Teresa (1647-1652) - Mármol, capilla Cornaro, Santa Maria della Vittoria, Roma
 
David


Éxtasis de Santa Teresa

Éxtasis de la beata Ludovica Albertoni











martes, 26 de abril de 2016

Éxtasis de Santa Teresa


Nos encontramos ante la obra el Éxtasis de Santa Teresa, y describe uno de los capítulos de su biografía, en la que la misma Santa Teresa, relata que se le apareció un ángel que clavó un dardo en su pecho, al que define de espiritual. Fue realizada ente 1645 y 1652 por Bernini. Su estilo es Barroco, concretamente italiano. Y Fue esculpida para la Capilla Cornaro de Santa María de la Victoria de Roma. 

Se trata de un conjunto escultórico de bulto redondo, sin embargo, está concebido para que exista un único punto de vista, el frontal. Está realizado en mármol, aunque aparecen piezas de otros materiales como el dardo que sostiene el ángel realizado en bronce. La composición es de gran teatralidad, con un amplio uso de diagonales, partiendo desde el mismo cuerpo de Santa Teresa que yace inclinado, la posición del dardo o la mirada del ángel que se dirige en diagonal al rostro de la santa. La factura es exquisita, no sólo por la maestría en la ejecución sino por la variedad de texturas que extrae el artista del mármol, desde la piel sedosa del ángel, los cabellos del mismo trabajados a trépano y la artificiosidad de los ropajes de la santa, a los que no sólo dota de volumen sino de cierta pesadez, lo que hace aumentar el efecto de elevación o levitación de Santa Teresa transportándola a un espacio irreal, que tiene más que ver con el espectro divino que con lo humano, sobre un vaporosa nube.

Bernini supo trasladar las emociones y sentimientos que se experimentan en el encuentro místico. Si observamos el rostro de Santa Teresa, mantiene un gesto contenido lleno de sensualidad. Bernini utiliza este recurso uniendo misticismo y sensualidad, espíritu y carne para hacernos entender, como bien relataría Santa Teresa, el inefable encuentro con Dios.


El conjunto además estaría iluminado por una luz cenital, proveniente de un vano de la capilla cerrado por un cristal amarillo, del que se desprenden rayos de luz realizados en bronce, añadiendo más teatralidad, más irrealidad y más misterio a la escena.


En los laterales, se situarían dos palcos con miembros de la Familia Connaro.

El término “Barroco” se acuñó, con sentido peyorativo, a finales del siglo XVIII o principios del siglo XIX. Su carácter despectivo le venía dado por su recargamiento y complicación decorativa, siendo un estilo muy criticado hasta finales del siglo XIX. A partir de ahí empezó

a ser un arte con características propias, que supone una reacción frente al racionalismo renacentista y continuación del Manierismo.

En su desarrollo influye la Iglesia de la Contrarreforma en la que los papas son los mecenas. La iglesia católica renovará la iconografía e impondrá el gusto por las composiciones aparatosas, para expresar su superioridad frente a la herejía protestante.

Como arte cortesano, el Barroco se pone al servicio de los monarcas absolutos, que encargan la construcción de grandiosos palacios. Este arte busca emocionar al pueblo y persuadirlo de que la monarquía es la mejor forma de gobierno. Es un arte con una finalidad propagandística evidente.

Hay dos etapas: el Barroco pleno (1630-1680) y el Barroco tardío (hasta 1750).


martes, 21 de abril de 2015

Inmaculada de Alonso Cano


Esta pequeña escultura de 0,55 metros de altura incluida la peana, y realizada en madera de cedro, estaba destinada para se rcolocada sobre el facistol del coro de la catedral de Granada. Cuando los canónigos de la catedral vieron la imagen, pensaron que era mucho mejor colocarla en la cajonería de la sacristía, y así podría ser contemplada desde muy cerca todos los días.

Representa a la Virgen María en su advocación de la Inmaculada Concepción. Esta creencia dice que Dios preservó a la Virgen María al nacer del pecado, la inclinación al mal, con que vienen al mundo todos los hombres, para preparar de esta manera a la que iba a ser madre de Jesús, su hijo. Era una opinión muy extendida en España en el siglo XVII. Esta creencia acabará siendo declarada dogma de fe por el papa Pío IX en 1854.

La base es pequeña; no se trata de la típica peana de una escultura, sino de una nube; es pequeña en relación con el cuerpo que ha de sustentar. No contiene dragones, ni serpiente, ni ángeles de grandes proporciones, como se ve en otras obras, sino unas caras de tres querubines que se entremezclan airosamente con las nubes, como si formaran parte de ellas. Y a partir de aquí se surge la figura, magnificando progresivamente esa espiritualidad. Sobre las nubes y los querubines se sitúa la luna orientada hacia abajo. A partir de ella, se inicia un movimiento ascendente de figura humana espiritualizada, ocultos los pies por un manto que comienza a dar misticismo al mismo ritmo que surge hacia arriba. Observamos la diagonal que el manto azul inicia en la base, y que lleva la mirada del espectador hasta el rostro y manos; son estas las dos pinceladas más claras del conjunto y donde Cano concentra su maestría espiritual.
Es una representación de la virgen-niña, totalmente abstraída de la realidad exterior y concentrada en sus sentimientos más íntimos sobre la profundidad del misterio, del privilegio y del dolor de ser la Inmaculada como madre de Dios. Indudablemente contribuye a crear en el espectador un clima de oración. Otros elementos, como la pierna que se adelanta, la mirada lateral de la Virgen, el ritmo helicoidal, etc., contribuyen a dar la belleza clásica a esta insigne obra.

Permaneció en Sevilla hasta 1638, trabajando fundamentalmente como escultor, faceta en la que logró un gran reconocimiento. Sus esculturas suaves, tranquilas y de expresión un tanto melancólica no reflejan en absoluto el temperamento del artista, hombre impetuoso y violento, encarcelado en varias ocasiones y a quien se llegó a acusar de haber asesinado a su esposa.

Realizó retablos y figuras exentas, y sobre todo en estas últimas creó una tipología propia, caracterizada por siluetas esbeltas, ensanchadas en el centro y estrechadas hacia los pies. También consiguió dar un sello propio al tratamiento de los ropajes, en los que predomina la línea curva. Además de las cuatro estatuas de santos para el convento del Santo Ángel de Granada, su obra más valorada y quizá la más representativa de su estilo es la Inmaculada Concepción de la catedral granadina.

En 1638, el conde-duque de Olivares lo nombró pintor de cámara, por lo que se trasladó a Madrid, donde más adelante Felipe IV le encomendó la restauración de las colecciones reales. En la capital, Cano trabajó sobre todo como pintor, faceta en la que evolucionó desde un estilo marcado por los fuertes contrastes de claroscuro hacia obras de tonalidades más claras, influidas por el colorido veneciano.

La última etapa de su actividad tuvo como escenario Granada, ciudad en la que residió a partir de 1652 y en la que obró la fachada de la catedral (que sustituyó a la de Diego de Siloé), una de las realizaciones más originales y atrevidas del barroco español. Fue también un gran dibujante, y precisamente por haber cultivado todas las artes mayores ha sido calificado a veces de «Miguel Ángel español».


David de Bernini

Se trata de una obra escultórica en la que se ha trabajado de manera magistral el mármol. El tratamiento del mármol llega al punto de que el escultor es capaz de trabajar las calidades  con un mismo material: carne, paños, incluso la piedra y la honda han sido trabajados de manera primorosa. Es una escultura individualizada, en la cual se plasma a David como un  joven pastor en el momento previo a lanzar la piedra al gigante filisteo. 

Las superficies son lisas, observamos como la luz resbala sobre el cuerpo sin crear demasiados contrastes. Tan solo  el rostro y el pelo alborotado, así como los paños  o el zurrón incorporan efectos del claroscuro.

Esta escultura fue concebida para ser colocada frente a una pared, de manera que el punto de vista, único, permitiera percibir la intensidad máxima, incluso la violencia, del movimiento. Sus líneas expresivas, que contraponen pierna-cuerpo-cuello al giro de la cabeza y del brazo que sostiene la piedra en la honda, contribuyen a reflejar la tensión previa a la acción inminente. También lo hacen el rostro, compendio de tensión y concentración en los labios contraídos, los músculos rígidos, las fosas nasales hinchadas, el ceño fruncido y la mirada resuelta.

El David de Bernini contrasta con el de Miguel Ángel, clásico, contenido, meditabundo, y, al proponer la acción en desarrollo, supera el estatismo de la escultura renacentista.

Bernini recibió lecciones de su padre, cuya influencia se aprecia en sus primeras obras, que revelaron su gran talento. Al principio se interesa  por la escultura helenística, con obras que imitaban este estilo: Ángel con el dragón. También crearía obras como La cabra Amalthea con niño y un pequeño fauno en 1615, y entre 1621 y 1625 las cuatro obras que lo consagrarían como un maestro de la escultura. Bajo la égida de la poderosa familia Borghese, el joven Bernini restauró y creó esculturas clásicas aportando una vibración emocional nueva al mármol, un genial toque en el que alentaba ya el espíritu del Barroco. Se trata de los cuatro Grupos Borghesianos, basados en temas mitológicos y bíblicos que fueron encargados por el cardenal Borghese. Estas obras fueron Eneas, Anquises y Ascanio, basado en la Eneida, el Rapto de Proserpina, el David y Apolo y Dafne

Retratista de papas y reyes, y considerado como el arquitecto más representativo del barroco italiano, heredero de la fuerza escultórica de Miguel Ángel, su habilidad para plasmar las texturas de la piel o de los ropajes, así como su capacidad para reflejar la emoción y el movimiento, fueron asombrosos. Realizó numerosos encargos para ocho pontífices en una etapa de máximo esplendor de la Iglesia. Urbano VIII, un gran admirador de Bernini, le nombró arquitecto de Dios al considerarle perfecto para sus proyectos urbanísticos y arquitectónicos. El primer encargo que recibió fue en 1623, se trata de la estatua de Santa Bibiana, en la Iglesia de Santa Bibiana en Roma, después trabajaría en la Basílica de San Pedro. El papa quería un nuevo altar cubierto por un enorme baldaquino apoyado en cuatro gigantescas columnas salomónicas de bronce y fue construido entre 1624 y 1633. En 1627 comienza la construcción del Mausoleo de Urbano VIII, que fue acabado con años de retraso. Posteriormente realiza una de sus obras cumbres, el Éxtasis de Santa Teresa; la Fuente de los Cuatro Ríos, en la Plaza Navona de Roma, y la escultura La Verdad. En San Pedro finaliza la decoración interior con la Cátedra de San Pedro, situada en el fondo del ábside. En el exterior construye una columnata elíptica, espacio dedicado a ceremonias públicas, que representa el abrazo de la iglesia a todo el pueblo. Sus trabajos en San Pedro finalizan con la Scala Regia, entrada oficial al palacio apostólico.

Alejandro VII le encargó la escultura de su sepulcro, un monumento que representa al papa, arrodillado y acosado por La Muerte, y que contiene cuatro figuras alegóricas: la Caridad, la Verdad, la Prudencia y la Justicia. Su última obra fue El busto del Salvador.