Tumba de el Papa Urbano VIII.
El pontífice
Urbano VIII, gran erudito y afamado coleccionista, inicia en 1639 la
construcción de su propio mausoleo, concebido como un monumento de
autoglorificación.
Este diseño
data de 1628, situándose el sepulcro en un nicho de San Pedro. En él el
pontífice se encuentra sédente en su cátedra y bendiciendo sobre su tumba,
mientras que a sus lados se sitúan las alegorías de la Caridad y la Justicia.
Aquí no se sigue el modelo habitual de sepulcro papal, consistente en un arco
triunfal en cuya parte central se sitúa la figura arrodillada del pontífice. La
composición es piramidal, dentro de la cual el único motivo de carácter
funerario es el sarcófago.
Esta obra se
halla inspirada en el Sepulcro
de Paulo III Farnesio (1534-1549),
realizado por Guglielmo della Porta entre 1549 y 1575. Este grupo se estructura
en una composición piramidal acompañada de alegorías, utilizándose en ella
diversos materiales de diferentes colores. Sin embargo aquí no aparece el
sarcófago, motivo éste que se halla tomado del Sepulcro de Julio Medici de Miguel Ángel.
Bernini sigue
estos modelos, utilizando en la realización del sepulcro mármol blanco y de
colores, jaspes, bronce y bronce sobredorado... No obstante la figura del
pontífice la realiza en bronce, del mismo modo que el sepulcro en pórfido
oscuro, colores estos de luto y duelo.
La figura de
Urbano VIII se muestra al mundo orgulloso como un emperador, coronado por la
tiara y con gesto arrogante. La composición es piramidal y espectacular. El propio
papa sugiere éste como un monumento a la fama póstuma, surgiendo del sarcófago
la figura de la Muerte que escriben en la cartela el título, alegoría esta de
la Fama. Las figuras de la virtudes muestran una gran perfección técnica,
encontrándOse llenas de verosimilitud y Estas representaciones corresponden a
la cultura neohumanista dentro de la que se mueven tanto el papa como Bernini.
Posadas dentro de la composición aparecen dos abejas en referencia al escudo de
los Barberini.