El ayuntamiento de Sevilla.
El ayuntamiento de la ciudad, acordándose su construcción ante la Plaza de
San Francisco (verdadera Plaza Mayor de Sevilla) y adosado por una de sus caras
al convento del mismo nombre, que ocupaba el solar que ahora constituye la
Plaza Nueva. El proyecto correspondió al arquitecto Diego de Riaño, quien además dirigió
las obras entre los años 1527 y 1534, cuando murió, siendo sustituido por Juan Sánchez, que las remató entre
1535 y 1560. Ya en el siglo XIX (una vez derribado el convento aledaño) se
produjo una ampliación cuyo resultado es la sede municipal que ahora podemos
contemplar.
Si nos remitimos exclusivamente al conjunto construido en el siglo XVI,
podemos afirmar que constituye una de las primeras edificaciones renacentistas
levantadas en Andalucía y una clara muestra del estilo plateresco. Este primitivo ayuntamiento sevillano presenta
una planta quebrada y quedaba organizado en dos alturas. A diferencia de lo que
ahora sucede, la fachada principal estaba orientada a la Plaza de San Francisco
y se dispone en cinco módulos separados por pilastras y columnas que en ambos
casos muestran fustes con decoraciones de grutescos, motivos que se repiten
también en jambas, entablamentos e incluso muros de la edificación. Hallamos
además otros motivos decorativos, tales como medallones con personajes históricos
e incluso hornacinas con esculturas con héroes tradicionalmente vinculados a
las leyendas del origen de la ciudad (Hércules y Julio César, aunque ambos
fueron añadidos en las reformas del siglo XIX). Para la labra de todo este
repertorio escultórico se contó con un numeroso grupo de artistas y canteros.
Por lo demás, en un extremo de la fachada se encuentra el arquillo que
franqueaba el paso al compás del citado convento franciscano. Ya en su
interior, el edificio presenta como salas principales el Apeadero (de planta
rectangular) en el que se combinan elementos góticos y renacentistas, la Sala
de Fieles Ejecutores y la Sala Capitular, cubierta por una bóveda en cuyos
casetones se esculpieron figuras de 36 reyes de España. Del citado Apeadero
parte una amplia escalera que conduce a la planta superior y en la que se
localiza una Sala Capitular Alta, cubierta con artesonado de casetones, junto a
otras dependencias.
Todo el conjunto decorativo, tanto exterior como interior, pretendía
organizarse sobre un doble discurso: de un lado, narrando la propia historia
heroica de la ciudad, a través de algunos de sus personajes más célebres. De
otro, tratando de mostrar a la propia sede del Concejo hispalense como un
templo de la justicia y el buen gobierno. Y para eso
construyeron aquel edificio que aún podemos admirar. Entonces, como ahora, el
poder requiere siempre más espacios. Aunque hoy los demande cada vez con mayor
voracidad.