Nos
encontramos ante una obra arquitectónica del arte barroco, para ser
más exactos, estamos frente a los jardines del Palacio de Versalles.
El palacio de Versalles fue construido por Jules-Hardouin Mansart y
André Le Nôtre entre 1678 y 1703. Este palacio, como su nombre
indica se encuentra en la ciudad francesa de Versalles.
André le Nôtre será el diseñador de los jardines. Los jardines franceses del siglo S. XVII pasaron a ser el complemento esencial de todo palacio y en Francia el prototipo del siglo XVII lo da el de Versalles, que, como en tantos otros aspectos, también tuvo su ensayo en Vaux-le-Vicomte. Sin embargo, ya antes Claude Mollet y su hijo André dieron las pautas de lo que sería el jardín francés al adoptar el principio de que se había de mejorar el aspecto de la naturaleza con la ayuda del arte. Pero quien llevó a la práctica este principio y determinó mejor que nadie lo que es el jardín francés fue André Le Nótre, que, discípulo de Mollet y de Simon Vouet, comenzó su actividad hacia 1649 en el Jardín de las Tullerías.
Hay
que decir que fue la plataforma política de Luis XIV y el mayor
palacio europeo del siglo XVII, capaz de albergar 20 000 personas.
Nuestro
comentario irá dedicado a los jardines de este complejo
arquitectónico.
El
origen
de
los famosos Jardines
de Versalles se
remonta al pabellón de caza que hizo construir a partir del 1630
Luis XIII, con un jardín anexo, aunque la creación
del Versalles que
todos conocemos corresponde en realidad a Luis XIV.
André le Nôtre será el diseñador de los jardines. Los jardines franceses del siglo S. XVII pasaron a ser el complemento esencial de todo palacio y en Francia el prototipo del siglo XVII lo da el de Versalles, que, como en tantos otros aspectos, también tuvo su ensayo en Vaux-le-Vicomte. Sin embargo, ya antes Claude Mollet y su hijo André dieron las pautas de lo que sería el jardín francés al adoptar el principio de que se había de mejorar el aspecto de la naturaleza con la ayuda del arte. Pero quien llevó a la práctica este principio y determinó mejor que nadie lo que es el jardín francés fue André Le Nótre, que, discípulo de Mollet y de Simon Vouet, comenzó su actividad hacia 1649 en el Jardín de las Tullerías.
Posteriormente,
trazó los de Vaux-le-Vicomte y Versalles, a los que dio una
estructura cargada de gran simbolismo, en la que, a través de varios
escalones, se va pasando progresivamente desde la naturaleza dominada
por la mano del hombre hasta la que vive libremente. Y en este
sentido bueno es recordar lo dicho sobre la evolución de los
palacios hacia una integración en los jardines, y cómo a través de
ellos se pasaba del mundo artificial al natural, por lo que ahí se
daban ya los primeros pasos en el escalonamiento hacia la plena
naturaleza. Si se analizan los jardines de Versalles tomados como
prototipo, el primer escalón lo proporcionan los Parterres, donde la
Naturaleza se mostraba absolutamente dominada por la mano del hombre,
que la obligaba a constreñirse a unos lugares y a unas alturas
determinadas. Buscando además efectos estéticos, y hasta cierto
punto escenográficos, situó justo al pie de la Galería de los
Espejos dos estanques donde se reflejaba el palacio.
Desde
este lugar organizó una gran avenida, el Tapis Vert, que conducía
hasta el Gran Canal y que estaba delimitada por dos grandes fuentes,
la de Latona y la de Apolo, que tenían una fuerte carga de
simbolismo. La primera representaba la historia de Latona, que,
habiendo dado a luz a Apolo y a Diana de sus amores con Júpiter,
hubo de escapar de la ira de la esposa de éste, la diosa Hera. En la
huida llegaron a un estanque donde se dispusieron a beber agua para
saciar la sed, pero allí un grupo de campesinos se entretuvo en
arrojar piedras al agua para enturbiarla y molestarles. Sin embargo,
no se hizo esperar el castigo de Júpiter, que velaba por su amante y
sus hijos y convirtió a aquellos canallas en ranas. La lección
estaba clara a los ojos de los buenos entendedores, pues Luis
XIV señalaba a través de este ejemplo a todos los miembros de
la Corte que paseaban por los jardines, que él tampoco dudaría en
castigar a los que trataran de hacer daño a la marquesa de Montespán
y a los hijos naturales habidos con ella.
La
fuente de Apolo hacía referencia directa a Luis XIV, pues mostraba
al dios en el momento de salir del océano conduciendo su carro solar
para iluminar la tierra. Luis XIV era el Rey Sol que iluminaría a
Francia e incluso a toda Europa con su gloria en la política, en las
armas y en la cultura. A los lados de esta vía se desarrollaba el
segundo escalón del jardín en el que se formaban diversos
bosquecillos perfectamente urbanizados, pero donde los árboles
crecían con mayor libertad. Entre ellos se dispusieron pequeños
estanques, estatuas aisladas y sencillas arquitecturas, de las que
merecía una especial mención la Columnata, formada por una arquería
circular en cuyo centro se situó la estatua del Rapto de Proserpina
esculpida por Girardon. En el siguiente escalón era el agua la que
ejercía el papel más destacado gracias a un gran estanque en forma
de cruz, del cual el brazo dispuesto en el eje del jardín era el
Grand Canal y el transversal, el Petit Canal. Por ellos navegaba
apaciblemente Luis XIV en las góndolas que le había regalado el Dux
de Venecia. A los lados había bosques en los que los árboles
crecían en plena libertad, aunque con caminos que señalaban una
última intervención de la mano humana, pues más allá del Gran
Canal estaba el bosque libre como último escalón, aunque ya
propiamente fuera del Parque. Todo este conjunto llevó muchos años
de trabajos en los que hubo que hacer obras de enorme magnitud como
desecar pantanos, arrasar colinas, rellenar depresiones y muy
especialmente llevar el agua que las plantas y las fuentes requerían
en grandes proporciones.
Una
de ellas fue la Ménagerie o pequeño zoo, pieza que no solía faltar
en ningún palacio real que se preciara, y que en este caso se
construyó en 1633 no durando más de treinta años. Situado cerca
del camino hacia Saint Cyr, constaba de un edificio octogonal que
estaba formado por dos pisos, de los cuales el superior servía de
observatorio de los animales que se guardaban en recintos alrededor
del edificio. Por su parte, el piso inferior estaba decorado a modo
de cueva artificial, en donde para lograr un aspecto más real
existía la posibilidad de regar todo el conjunto mediante unas
salidas de agua, que, según las tradiciones de Versalles, en
ocasiones en que la estancia estaba llena de visitantes, el propio
Luis XIV abría las llaves para divertirse regando con un agua helada
a los allí congregados. Sin duda una de las maravillas del Parque
fue la Gruta de Tetis construida entre 1664 y 1676 y que se destruyó
en 1684.
Esta
pieza estaba situada en el extremo del Parterre du Nord, frente al
lado septentrional del palacio, y para ella se aprovechó el espacio
situado bajo un depósito de agua. El lugar se cerró, y la fachada
principal se compuso como si se tratara de un ninfeo, mostrando tres
vanos en forma de arco de medio punto y una decoración alusiva al
dios Apolo. Por su parte, el interior estaba estructurado por medio
de dos pilares que formaban seis crujías, dando una especie de
edificio de dos tramos y tres naves, de las cuales la central se
cubría con bóvedas de crucería y las laterales, con cúpulas. Pero
lo más fantástico del lugar era la decoración del interior, donde
se trataba de imitar la gruta submarina a la que se retiraba durante
la noche Apolo para descansar del trabajo del día conduciendo el
carro solar. Para ello se contó con el precedente inmediato de la
Ménagerie, aunque se hizo de una forma más sofisticada, cubriéndose
las paredes con incrustaciones de piedras, caracolas o corales que
formaban figuras fantásticas.
Pero
además se buscaron efectos que hoy denominaríamos como de luz y
sonido, entre los que, por ejemplo, ejercía un papel fundamental un
órgano que imitaba el sonido del agua y el gorjeo de una multitud de
pájaros. Al fondo de la estancia se dispusieron tres nichos en los
que se colocaron, en el central, el grupo escultórico de Girardon
que representaba a Apolo servido por las ninfas, y en los laterales
los dos grupos de los Tritones abrevando los caballos de Apolo,
esculpidos por Guérin y los Marsy. Con todos estos factores y
contando además con que la iluminación de las antorchas no produce
una luz fija, sino temblorosa que puede propiciar una sensación de
misterio, y que el lugar podría regarse y además sería húmedo por
el depósito situado sobre él, podría llegar a pensarse por parte
de los allí presentes que realmente se habían trasladado a la cueva
en que descansaba el dios. Pero como en todo lo de Versalles, aquí
también había una fuerte carga simbólica que Santiago Sebastián
ha querido relacionar con el rito del lever y del coucher de Luis
XIV, que era una especie de liturgia mítica en alusión a la salida
y puesta de la luz en el mundo.
La
Orangerie era el invernadero, especialmente construido para
resguardar los naranjos de los rigores del invierno. Estos árboles,
muy del agrado de Luis XIV, se encontraban plantados en grandes
macetas y mediante un ingenioso artificio, se trasladaban como objeto
de adorno al interior del palacio o al Parque. Pero junto a estos
árboles, también acogía en su interior plantas exóticas y otras
más corrientes destinadas a poder disponer de flores en todas las
épocas con las que adornar caprichosamente ciertos lugares en
determinados momentos. Se construyó la Orangerie algo más allá del
parterre sur, el llamado Parterre des Fleurs, aprovechando un
desnivel del terreno, de forma que a un nivel inferior del parterre
se construyó una arquería abierta hacia el sur y por tanto muy
abrigada; tras ella y ya bajo tierra, había tres galerías
abovedadas donde se guardaban los naranjos. El acceso desde aquel
Parterre des Fleurs se hizo primero mediante dos rampas que
flanqueaban la arquería; pero en la tercera etapa de la construcción
del palacio, la Orangerie fue enormemente agrandada y las rampas
transformadas en los llamados Cien Escalones. Junto a éstas hubo en
el Parque de Versalles otra construcción de singular importancia, el
palacete del Trianon, situado en el extremo norte del Petit Canal y
cercano a la aldea de Trianon. Allí Louis Le Vau y
François d’Orbay construyeron en 1669 un primer edificio, el
Trianon de Porcelana como refugio para cuando Luis XIV y la marquesa
de Montespán deseaban escapar del bullicio de la Corte. La obra
acabó siendo una curiosa componenda, pues el rey, o mejor aún la
marquesa, siguiendo las modas que se estaban imponiendo, deseaba un
edificio chinesco, lo que no compaginaba con las ideas de Le Vau que
pensaba en un palacete de corte tradicional. El resultado fue un
llamativo conjunto en el que, por ejemplo, la entrada estaba formada
por un frontón triangular sobre cuatro columnas cuyo aspecto
clasicista contrastaba con las fachadas, que si bien presentaban una
gran regularidad, estaban recubiertas con azulejos de rico colorido,
que así trataban de aparentar un ambiente oriental y exótico. El
interior estaba dividido en dos apartamentos y los jardines de
alrededor se cuidaron con esmero. Pero con el paso del tiempo y la
caída de la Montespán, aquel edificio dejó de agradar y se planteó
su sustitución, cosa que se hizo en el año 1687 bajo la dirección
de Jules-Hardouin Mansart ayudado por Robert de Cotte,
construyéndose el luego llamado Grand Trianon.
El
edificio se concibió como un palacete veraniego, por lo cual se hizo
con poca altura, para así adaptarlo mejor al terreno y estar más en
contacto con la naturaleza. Por otra parte; se edificó siguiendo la
tradicional planta en U con un foso, un puente y una verja de hierro
en el lado abierto, quedando estructuradas las fachadas mediante
arquerías. Pero, sin duda, lo más interesante del edificio es el
corps de logis, pues aparte de que está articulado a base de
columnas jónicas pareadas, que en la fachada al jardín soportan un
dintel, en realidad llega a la culminación en la evolución del
palacio barroco francés tendente a la integración del edificio en
la naturaleza, pues se dejó abierto, con lo que desde el patio se
pasaba al jardín casi sin interrupción, pudiendo así decirse que
el edificio se ha disuelto y deja de ser una barrera entre el mundo
artificial y el natural. Ahora bien, como así el palacete resultaba
insuficiente, se le añadieron dos alas de la misma forma que en
Clagny y en Versalles, pero con la salvedad de que al ser un edificio
más pequeño pudieron situarse como prolongación del corps de
logis. Y aún se edificó otro pequeño pabellón que arrancaba
formando ángulo recto con el extremo del ala norte, con lo cual el
jardín quedaba más protegido desde el punto de vista climatológico
y ambiental.
Vista aérea de los jardínes:
Por último, aquí dejo un video sobre una visita virtual a los jardínes de este complejo.