domingo, 4 de noviembre de 2012

Estatua sedente de Kefrén



Se trata de una escultura individual, tallada en un solo bloque en actitud sedente.

Se muestra en un trono, llegándole el respaldo de éste justamente hasta los hombros, y sobre él, la imagen de Horus en forma de halcón, abraza protector la cabeza del rey con sus alas extendidas.

La parte inferior del trono son cuatro patas de león y sendas cabezas de estos animales en ambos extremos del asiento del mismo.

En los laterales del trono están representadas las flores del Alto y Bajo Egipto (loto y papiro) entrelazadas, representando la unificación en un solo país.
Los miembros están representados con un alto grado de perfección. El rostro, con facciones muy marcadas, muestra el hieratismo propio del arte egipcio.

La musculatura está representada con gran realismo. Lleva los brazos apoyados sobre los muslos con la mano derecha cerrada y la izquierda con la palma abierta hacia abajo. Como única vestimenta lleva un faldellín plisado, el tocado faraónico y la barba postiza propia de los reyes de Egipto.

Respecto a las normas de la estatuaria egipcia, vemos en esta estatua varias de las más interesantes: 

La figura está tallada en un solo bloque, teniendo forma cúbica. 

Guarda la ley de la frontalidad, ya que el único detalle de a parte posterior de la estatua es el halcón. El resto es liso, ya que la estatua está hecha para verse de frente.

Cumple también la ley de la simetría. La escultura es completamente simétrica, dividiéndose en dos partes iguales respecto a un eje vertical, salvo por la posición de las manos.

Muestra hieratismo y rigidez definidas como la representación tranquila y ambigua, y una inmovilidad, casi de reposo.

Por último, la representatividad. La escultura egipcia tiene un fin, aparte del puramente estético. Bajo mi punto de vista, la estatua nos representa a Kefren como a un rey que toma la personalidad de un dios, fundiéndose en el abrazo de Horus, que lo apoya y lo protege.


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