martes, 4 de diciembre de 2012

Cómodo heroizado como Hércules



EL RETRATO ROMANO
   Es en el retrato donde la escultura romana se diferencia claramente de la griega y adquiere rasgos propios. Para los romanos la escultura, y dentro de ella el retrato, representa la expresión máxima del “realismo”. La misión del escultor romano no es crear “formas” que representen la “belleza ideal”, como en el clasicismo griego, sino reproducir la naturaleza, la realidad. Frente a la abstracción de tipos idealmente bellos y perfectos, los escultores romanos esculpen tipos concretos y exactos, a base de reproducir y aceptar los defectos que la naturaleza y las huellas de la vida imprimen en las facciones del modelo. Cuando hace retratos o relieves históricos no pretende lucir su maestría técnica sino honrar a las autoridades. Esto explica el anonimato de los artistas romanos y la imposibilidad de estudiar su escultura desde la perspectiva individual de sus autores.

CARACTERÍSTICAS
· Los romanos cultivaron el retrato en todas sus posibilidades: busto, de medio cuerpo, de cuerpo entero, cabeza, etc. y en cualquier disposición: de pie, sedente, ecuestre. Este último caso se reserva para los emperadores.
· Los retratados son siempre los personajes más importantes de la sociedad romana, ya sean políticos o militares y, sobre todo, a los emperadores, que serán retratados de diferentes formas.
· Los materiales empleados, la disposición, los pliegues de las ropas, etc. reflejan la influencia griega, pero los singulariza el extraordinario realismo fisionómico del retratado (dureza de trazos y de expresión) y en su plena caracterización psicológica.
· Hasta el S.  II se policromaban. Al imponerse la monocromía y quedar el globo ocular en blanco, se inicia la costumbre de rehundir la pupila.

EVOLUCIÓNÉPOCA REPUBLICANA (hasta el s. I a de C.)
    En esta primera etapa el retrato se hacía solo hasta el cuello, dando el máximo realce a la cabeza. Con posterioridad se fue ampliando hasta alcanzar parte del busto. Estaban realizados en bronce o en piedra y se policromaba.
La mayoría de los artistas son griegos que trabajan siguiendo el gusto romano. Los personajes que se retratan son tanto privados como públicos, mostrando una personalidad grave y serena. Son rostros enérgicos, fuertes y decididos, aunque cabe señalar que los retratos públicos presentan cierta idealización. Se trata de un reconocimiento tácito de los méritos del retratado, de ahí la individualización realista del personaje, la fidelidad al mismo.

ÉPOCA IMPERIAL (ALTO IMPERIO, H. 2ª mitad S. III)
    A partir de la conversión de Roma en imperio, la estatuaria se transforma, y con ella el retrato. El idealismo clásico griego tendrá ahora mayor influencia. El retrato oficial se idealiza, buscando mostrar la grandeza del personaje, sobre todo si éste tiene naturaleza divina, como el emperador, aunque sin perder sus rasgos individuales ni la expresión del carácter de personaje retratado. El prototipo se fija durante el reinado de Octavio augusto, el primer emperador.
Se busca proyectar la grandeza del emperador divinizado, a la manera de los dioses griegos. Los mechones del cabello caen de forma irregular sobre la frente, el rostro siempre rasurado. A partir de los flavios (s. II) aflora la corriente realista; la cabellera se hace más voluminosa y reaparece la barba agudizándose los efectos de claroscuro.

 ÉPOCA BAJO IMPERIAL (mediados s. III h. s V)
    En esta época el retrato, como toda la escultura romana, comienza a transformarse en un sentido anticlásico. El fino modelado desaparece, la expresión del rostro se hace más intensa, pero se acentúa la simplicidad y el hieratismo. Desaparece el sentido de la proporción y el gusto por el detalle. Deshumanización, monumentalidad y esquematización son los rasgos de esta época.
La obra presentará un aspecto arcaico y esquemático que entroncará con la estatuaria bizantina. El ejemplo más importante es la monumental cabeza del emperador Constantino el Grande (principios del s. IV) de 2.6 metros, parte de una no menos monumental escultura sedente del emperador que presidía la sala principal de la basílica de Majencio.  (mediados s. III h. s V)
    En esta época el retrato, como toda la escultura romana, comienza a transformarse en un sentido anticlásico. El fino modelado desaparece, la expresión del rostro se hace más intensa, pero se acentúa la simplicidad y el hieratismo. Desaparece el sentido de la proporción y el gusto por el detalle. Deshumanización, monumentalidad y esquematización son los rasgos de esta época.
La obra presentará un aspecto arcaico y esquemático que entroncará con la estatuaria bizantina. El ejemplo más importante es la monumental cabeza del emperador Constantino el Grande (principios del s. IV) de 2.6 metros, parte de una no menos monumental escultura sedente del emperador que presidía la sala principal de la basílica de Majencio. 


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