Estamos ante una obra pictórica, perteneciente al arte barroco. En concreto pertenece a la escuela holandesa. Es un cuadro del pintor holandés Rembrandt. Fue ejecutado en 1662. Se trata de una pintura al óleo sobre lienzo, que mide 191,5 centímetros de alto y 279 cm de ancho. Se conserva en el Rijksmuseum de Ámsterdam (Países Bajos).
La obra está firmada y datada: REMBRANDT F. 1661 (sobre el tapete que recubre la mesa en lo alto a la derecha).
Se retrata a cinco Staalmeesters, miembros de una comisión la guilda o cofradía de los pañeros de Ámsterdam. Posiblemente sea la «Waardijns van de Lakenen», esto es, la que controlaba la calidad del paño. Era un cargo por el que no cobraban, y eran nombrados por el periodo de un año. Se reunían tres veces a la semana. Estos síndicos desempeñaron sus cargos desde el Viernes Santo de 1661 hasta el Viernes Santo de 1662. El libro sobre la mesa probablemente se refiera a la contabilidad de la cofradía.
Están sentados en torno a una mesa cubierta por un paño rojo. Detrás de ellos, sobre la pared, hay un óleo en el que se representa el tema del faro, símbolo del buen ejemplo y del camino a seguir.
Rembrandt eligió para esta obra una perspectiva con un punto de vista bajo, de manera que se mira directamente a la parte baja de la mesa, sin que sea claramente visible el libro que están manejando. Se coloca a los cinco personajes aproximadamente formando una fila: cinco volúmenes oscuros, con cuellos blancos, representados frontalmente y mirando seriamente, conscientes de la importancia de su función.
El grupo da la sensación de que ha sido recogido en una instantánea fotográfica, de hecho uno de ellos se está sentando. Todo el cuadro tiene una luz lateral que crea una atmósfera amarillo-dorada y ocre, aunque los colores predominantes son el negro de los sobrios trajes de los personajes, el blanco de sus cuellos, y el rojo del tapete de la mesa, un lujoso mantel bordado.
El juego de las caras, los cuellos y los sombreros crea un ritmo muy intenso que le da una gran coherencia visual a la obra. Junto a esta uniformidad cada rostro es muy singular, un auténtico retrato de la persona en la que mediante su expresión capta perfectamente su psicología y la ofrece al espectador.
El personaje del centro es el presidente, tiene delante el libro de contabilidad de la corporación. Como miembros electos de la misma representan diferentes clases sociales y los grupos religiosos que había Amsterdam. Detrás de ellos aparece, sin sombrero y de pie, un empleado de la corporación, que desarrolló una técnica de teñido de paños.
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