Nos encontramos ante una obra pictórica, denominada: Segundo caballo chino con una flecha clavada en el vientre. Esta obra la podemos situar en la pintura rupestre, concretamente en las pinturas paleolíticas de la zona franco-cantábrica, en el año 11.000 a.C para ser más exactos. la localizamos en la Cueva de Lascaux, Dordoña, Francia.
Estamos ante un pintura que esta diseñada en el interior de una cueva puesto que en el periodo paleolítico se consideraba a la cueva como un "santuario de fertilidad".
Era común utilizar los dedos como instrumentos de la pintura, pinceles de cerda, espátulas o bien eran proyectados al soplarlos con la boca contra la pared. También se le daba uso al buríl de sílex como método para contornear la figura, a modo de un rudimentario esgrafiado.
En cuanto al color, se recurría a la policromía, es decir, la utilización de varios colores en este caso los básicos, siendo estos el negro, rojo y ocre que eran obtenidos mediante roca pulverizada aglutinada con grasa animal, y en esta obra nos damos cuenta fácilmente de la utilización de estos tres colores. Si procedemos a estudiar los colores, observamos que se ha recurrido a la degradación tonal: produciendo cambios en la intensidad de los tonos para producir bultos.
Se trata de un animal de gran tamaño, concretamente de 140 cm, buscando siempre como veremos a continuación el naturalismo en él. Su posición es estática y no está compuesta en grupos puesto que se representaba con frecuencia solo al animal sin ningún tipo de acompañantes.
El tema que podemos identificar en esta pintura es la magia de procreación, entendiendo por esta la representación de animales preñados como el que estamos analizando con una flecha clavada en el vientre para estimular la reproducción. El significado de estas pinturas lo encontramos en un pensamiento que se basaba en la proyección de un animal para asegurar la caza, y cuanto más natural fuera esta pintura, mas probabilidades de éxito poseían, teniendo en cuenta y sin olvidar la superstición que dichos ciudadanos tenían, por lo que no se podían representar animales dañinos para el ser humano como las serpientes, osos, etc.
Algunos de los datos más importantes que no hemos podido explicarlos anteriormente puesto que no se encuentran reflejados en esta obra, es que dichas pinturas fueron realizadas para contemplarse a la luz del fuego. También recordamos que se aprovechaban las salientes en la pared para así conseguir dar volumen al animal.
A través de esta obra artística hemos podido conocer gran parte de las características del periodo en el que se encuentra situado: pinturas paleolíticas de la zona franco-cantábrica, las cuáles las podemos situar desde el 30.000 al 9.000 a.C y a parte de las obras realizadas en la Cueva de Lascaux, también nos vemos obligados a señalar las que se encuentran en la Cueva de Altamira, Santillana del Mar, Cantabria, pero no podemos olvidar y debemos de tener presentes en todo momento que la pintura rupestre está compuesta también por la pintura mesolítica de la zona levantina, la cuál se encuentra en el periodo del 9.000 al 6.000 a.C. En ella, destaca las obras realizadas en el Barranco de la Valltorta, Tirig, Castellón.
A diferencia de la pintura franco-cantábrica, esta se encuentra en el interior de los abrigos rocosos y eran contemplados bajo la luz del sol. El animal deja de ser el único protagonista y se añade la aparición del hombre. Estos son representados de pequeño tamaño, aproximadamente de unos 20 cm,
Se representan escenas propias de la vida cotidiana, como lo son la caza, la recolección, etc.
Nos encontramos ante la formación de escenas, con composiciones en diagonal cuyas extremidades son muy abiertas. A diferencia de la pintura paleolítica, las figuras son planas y sin volumen, y con un dato muy importante: el uso de la monocromía, es decir, las figuras estaban rellenas solo de un color blanco, negro o rojo.
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