Nos
encontramos ante una obra arquitectónica, perteneciente al arte
paleocristiano, concretamente con la basílica de Santa
Sabina, construida entre los años 422 - 433 en el
monte Aventino, una de las siete colinas sobre las que se construyó
Roma.
Fue
construida por el sacerdote Pedro. En 1219 fue entregada a
Santo Domingo, siendo hoy la sede de los dominicanos. Además, es, a
día de hoy, el mejor ejemplo que se conserva de una
basílica paleocristiana.
Como
bien sabemos, la basílica paleocristiana es la sucesora de la
romana, y lo es por el hecho de que fueron estos mismos edificios
reconvertidos en templos, tras la promulgación del Edicto de
Milán (313 d. C.)
En
cuanto al exterior, observamos que el muro está recubierto por
ladrillo o mampostería, materiales baratos y ligeros. Podemos
observar también las tres naves y la diferencia de altura de la
central con las demás. Sobre las naves laterales, se abren varios
ventanales, otorgando una mayor luminosidad interior, además de
suavizar el aspecto tosco de la basílica. Además, encontramos una
cubierta a dos aguas. En general, el exterior del templo es austero y
carece de ornamentación, lo que refuerza la interiorización del
edificio paleocristiano.
En
cuanto al interior, podemos diferenciar perfectamente las tres
naves, de las cuáles, la central tiene una anchura y altura mayor,
como se aprecia en el exterior. La planta es idéntica a la de la
basílica romana, rectangular, y las naves están separas por
intercolumnios. La techumbre es plana y de madera, lo que permitía
además una mejor acústica durante la misa.
Como
podemos observar, en los muros de la parte superior de la nave
central se abre una fila de ventanas o vanos, esto aporta una mayor
luminosidad a la nave, a la vez que aligera el peso de la estructura.
Bajo
los ventanales, a la altura de las naves laterales, encontramos una
serie de columnas unidas por arcos de medio punto, a esto se le llama
intercolumnios. Esta fila de intercolumnios son las que dividen la
basílica en las tres naves.
Las columnas están hechas en mármol, y presentan capiteles con motivos vegetales, hojas de acanto, siguiendo el orden corintio. También se presenta un fuste acanalado que otorga mayor esbeltez a la columna.
En el centro de la nave central, nos encontramos la pérgola de acceso a la parte privada de la basílica, sólo accesible para el clero.
Las columnas están hechas en mármol, y presentan capiteles con motivos vegetales, hojas de acanto, siguiendo el orden corintio. También se presenta un fuste acanalado que otorga mayor esbeltez a la columna.
En el centro de la nave central, nos encontramos la pérgola de acceso a la parte privada de la basílica, sólo accesible para el clero.
Al
entrar en la basílica, los elementos y la disposición de los mismos
están orientados hacia la cabecera y el altar, simbolizando de esta
manera "el camino de Dios". En la cabecera tenemos el
ábside, en el que se encuentra un fresco de Taddeo Zuccari realizado
en el 1560, aunque en realidad sustituye al mosaico original del
siglo V. Probablemente y a pesar del cambio, la composición se
mantuvo fiel al mosaico.
El
ábside está enmarcado en un gran arco del triunfo, el cuál
encontramos bordeado por medallones con imágenes de Santos. Bajo el
ábside se abren tres grandes ventanas, simbolizando la Santísima
Trinidad.
Uno
de los elementos más destacados de la basílica es la
imponente puerta de madera, la cuál se conserva desde el
siglo V, aunque se cree que quizás fue creada para otro lugar
distinto al que ocupa hoy día.
En esta, podemos ver relieves del
antiguo y nuevo testamento, como por ejemplo, la crucifixión de
Cristo, una de las escenas que se representaron por primera vez sobre
este capítulo.
La calidad de la talla dota de más valor, si
cabe, a la puerta. Esto a llevado a cuestionarse a los expertos
algunos elementos de la misma, ya que se aprecia una gran imaginería
en varias escenas. Además, no hay que dejar atrás la inscripción en latín
que hay sobre el umbral de la puerta, la cuál es original.
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