Nos encontramos
ante una obra arquitectónica del Renacimiento español, para ser más
exactos, estamos frente a la Catedral de Granada, llevada a cabo por
Diego de Siloé entre los años 1528 y 1563. Su material de
construcción es la piedra de Santa Pudia y se encuentra situada en
el centro histórico de la ciudad mencionada anteriormente, Granada.
HISTORIA DE
SU EDIFICACIÓN
Su
construcción se proyecta en el año 1505 sobre la antigua Mezquita
Mayor de la Granada, por decisión de la reina Isabel La Católica, y
se inicia en 1523 cuando el obispo fray Fernando de Rojas coloca en
la primera piedra del templo, según las trazas dadas por Enrique
Egas, con planta similar a la de Toledo, siendo nombrado Egas poco
después Maestro Mayor de las obras de la catedral.
Por
entonces y desde 1525
Diego de Siloé dirigía
las obras del Monasterio
de San Jerónimo de
esta misma ciudad, y el Cabildo entonces le encomienda unos diseños
para la catedral, acomodados a la distribución de los cimientos y de
la obra ya comenzada por Egas. Es posible que el Cabildo quisiera
mayor dedicación y asistencia a las obras que la prestada por éste
para el templo mayor de la ciudad, aunque puede que la razón final
fuera el deseo de cambiar su aspecto medieval y goticista por otro
nuevo de corte clásico y renacentista.
Lo
cierto es que con los diseños de Siloé se realiza un modelo en
madera del templo y, luego de algunas vacilaciones por los posibles
daños que pudiera ocasionar a la Capilla
Real (Granada) ya
existente desde antes y a la cual se adosa la catedral, el emperador
Carlos aprueba en 1529
su
diseño a
lo romano;
cosa que parece lógica, pues entraba de lleno en los gustos del
monarca, a quien por entonces
le
comenzaba a levantar dentro del propio recinto de La
Alhambra su
novedoso Palacio
de Carlos V dentro
de los más estrictos cánones clasicistas.
A
la muerte de Siloé, en 1563,
y tras haberse habilitado el templo al culto por tener cubiertas las
bóvedas y cerrada la cabecera, le sucede Juan
de Maeda,
su discípulo y aparejador, junto a un brillante grupo de
entalladores en las decoraciones del templo, suspendiéndose las
obras en 1568
a
causa de la guerra con los moriscos. A la muerte de Maeda en 1576
el
cabildo nombra sucesor de las obras a su hijo Asensio
de Maeda,
quien no acepta el cargo por encontrarse trabajando en las de la
catedral de Sevilla.
El siguiente maestro de obras en Lázaro
de Velascoque
fallece pronto, en 1580,
siendo sucedido por el aparejador Ambrosio
de Vico.
Tras
años de trabajo, en 1700
se
concluye finalmente la construcción de esta gran catedral, según el
modelo de Siloé, a quien se debe la extraordinaria imagen espacial y
arquitectónica que produce contemplar desde la nave central la
rotundidad de su Capilla
Mayor,
redonda y con arcos encasetonados que la comunican con la girola que
la rodea, y cuyos muros decorados con vidrieras de gran belleza y
esculturas y pinturas de Alonso Cano, resume la grandeza de este
templo.
ARQUITECTURA
E INTERIOR DE LA CATEDRAL
Este modelo, de
cinco naves, doble girola, crucero y dos torres a los pies, fue el
resultado de las modificaciones realizadas por Siloé sobre las
trazas de Egas; conserva el concepto de iglesia gótica de naves
escalonadas y bóvedas de crucería, pero incluye elementos
clasicistas como son las medias columnas acanaladas y con capiteles
corintios adosadas a los pilares y las altas pilastras creadas para
elevar la altura de las naves.
En su interior
destaca también su sillería plateresca del Coro y la Sala
Capitular, actualmente lugar de exposición del tesoro de esta
catedral, que también expone piezas en la Sacristía.
Exteriormente
es espléndido el primer cuerpo de la Portada
del Perdón,
obra de Siloé donde muestra sus excepcionales dotes arquitectónicas
y maestría escultórica. Compuesta a la manera de arco triunfal
romano, la puerta queda flanqueada entre columnas pareadas con
hornacinas superpuestas, los arcos se adornan con vivos motivos, y
sobre ellos aparecen las figuras de la Fe y la Justicia tendidas, con
una cartela clásica renacentista; los fustes estriados se adornan
con guirnaldas y el friso con medias figuras humanas acabadas en
follaje, talladas con gran expresividad.
Al
gran artista local Alonso
Cano se
le debe la configuración estética y arquitectónica final de su
fachada principal, de hacia 1667,
entre otras muchas obras realizadas por él para esta catedral, como
su famosa Inmaculada
y
los altos lienzos pintados para su Capilla
Mayor con
temas marianos. La traza de esta fachada, aprobada poco antes de
morir, partía del proyecto inicial de Siloé, siendo reorganizada
por Cano, a quien corresponde su estructura de arco triunfal y el
efecto retranqueado inspirado en las dobles portadas. A él también
se debe su personal concepción no clasicista, con múltiples rasgos
originales como son las pilastras cajeadas sin capitel, la
utilización del óculo circular y la percepción barroca y
claroscurista tan característica que otorga al conjunto de la
fachada.
A
partir de 1704
Francisco Hurtado Izquierdo se
ocupa de la construcción del Sagrario,
ya de plena factura barroca, con planta resuelta en tres tramos, el
central cubierto con cúpula. Su definitivo aspecto lo resuelve a
partir de 1716
el
también arquitecto José
de Bada,
quien modifica y suprime parte de los elementos decorativos del
proyecto inicial.
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