Nos
encontramos ante una obra pictórica, perteneciente al Renacimiento,
concretamente con el tributo de la moneda, una obra realizada por Masaccio en la que crea una composición cerrada siguiendo los esquemas que ya había aplicado Giotto, pero en la que logra compartimentar el espacio en tres momentos distintos, esto es, se representa en una misma escena el inicio , desarrollo y desenlace de un episodio bíblico, el del tributo de la moneda. Se tata de una escena religiosa, del Nuevo Testamento, en la que recoge momentos de la vida de San Pedro y consta como una de sus historias más famosas
pintadas.
El Tributo se encuentra en el compartimento superior del lateral izquierdo de la capilla Brancacci. Sus dimensiones son de 255 x 598 cm. En esta obra se narra la llegada de Jesús con sus apóstoles a Cafarnaum, recogida en el Evangelio según San Mateo, en tres episodios dentro de la misma composición: en el centro contemplamos al recaudador solicitando el tributo a Cristo y éste indicando a Pedro que en el agua encontrará el dinero; en el fondo, a la izquierda, observamos a san Pedro sacando una moneda de la boca de un pez; y en la derecha el pago del tributo ante una construcción.
Las
figuras del grupo principal se sitúan en un paisaje, formando casi un círculo y
vestidas a la manera griega. Su monumentalismo está inspirado en las estatuas
clásicas y en las obras de Donatello por las que Masaccio sentía especial
admiración. Conviene destacar la expresividad de los rostros, que aportan una
tremenda sensación de realismo, reforzada por los gestos. Al ubicar al recaudador
de espaldas, el maestro intenta involucrarnos en la escena y hacernos
partícipes del episodio.
Es una
obra pictórica, en la que se ha usado la técnica al fresco sobre los muros de
la iglesia del Carmine en Florencia. El conjunto está organizado en torno a un
retablo gótico y, está constituido por varios frescos, de los cuales éste se
amplía a la izquierda del retablo. La
técnica al fresco se seguirá usando en el Renacimiento así como el temple sobre
tabla, aunque se irá imponiendo poco a poco la técnica al óleo por
las facilidades que esta comportaba.
La luz
inunda la composición, resaltando los colores empleados, que también sirven
para dar efecto de perspectiva a la obra colocando los más cálidos en primer plano
y los más fríos al fondo, y el efecto volumétrico de los personajes,
interesándose Masaccio por la anatomía, como se observa en las piernas del
recaudador mientras que los apóstoles ocultan sus cuerpos bajo pesadas túnicas.
Incluso se puede afirmar que existe una cierta sensación atmosférica,
desdibujando los contornos de la zona final.
Vasari agrega que, entre los apóstoles que rodean a Jesús, el situado “en último plano, es un autorretrato de Masaccio, pintado en el espejo tan bien, que parece vivo”. Y prosigue que “todos aquellos que han querido prosperar en el arte de la pintura han ido siempre a aprender a dicha capilla para documentarse en los preceptos y las reglas de las figuras”. Se refería a la gravedad psicológica de los personajes y a su carácter corpóreo, pues Masaccio había trasladado a la pintura las conquistas escultóricas realizadas por Donatello en los santos de Or San Michele. Los frescos del iglesia del Carmine suponen el inicio de la pintura moderna gracias a las aportaciones de Masaccio que tiene en el campo de la pintura, la misma importancia que la cúpula de santa Maria dei Fiori o las esculturas de Donatello.
La
arquitectura de la derecha es aún algo arcaica pero sirve para obtener
perspectiva. Esta obra será de referencia para pintores de la siguiente
generación como Paolo Ucello, Domenico Veneziano o Piero della Francesca.
Respecto al significado que Masaccio pretende transmitir con este fresco
existen diversas interpretaciones; se ha apreciado una referencia a la reforma
tributaria que se produjo en Florencia durante el año 1427, que obligaba a
declarar las rentas propias con la introducción del catastro; también se
apuesta por una interpretación relacionada con el comercio marítimo de
Florencia en la escena del hallazgo de la moneda, en clara alusión a Felice Brancacci,
el patrono de la obra; otros especialistas consideran que se debe parangonar a
san Pedro con el papa Martín V, cuya actividad se enfocó a la consolidación del
poder de la Iglesia, refiriéndose concretamente al principio por el cual la
Iglesia debe obtener el dinero para el pago de impuestos de fuentes ajenas a su
entorno; también se ha planteado la historia como la redención a través de la
Iglesia dentro de un significado eminentemente religioso. La crítica ha querido
ver en la segunda figura de la derecha en el grupo central un retrato de Felice
Brancacci, por lo que sería lógico pensar que el significado estaría en
relación con el comitente.
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