Estamos ante una obra arquitectónica islámica. En concreto se trata de la Mezquita de Córdoba. Si hablamos del exterior de la mezquita de Córdoba, diremos que resulta tosco y sobrio frente al dinamismo del interior. Todo el recinto está rodeado de un alto muro que da aspecto de fortaleza. El remate almenado y los contrafuertes innecesariamente robustos rompen la monotonía del muro pétreo. Entre los contrafuertes se sitúan puertas de acceso en las que se concentra la decoración exterior.
La mezquita de Córdoba es el monumento más bello del Islam occidental y el mejor exponente de la civilización musulmana en al-Ándalus. Su palmeral de columnas, sus arquerías con dovelas de mármol blanco y ladrillo rojo dan impresión de estar suspendidas del techo.
Su configuración actual es producto de cuatro ampliaciones que entre los siglos XVIII y X realizaron los emires y califas omeyas.
El núcleo germinal se debe a Abd al-RahmanI que asentó un oratorio en el solar de la basílica visigoda de San Vicente, compuesta por doce crujías trasversales cortadas por once nave longitudinales, que corren en dirección al muro de la quibla. Estas naves están formadas por arquerías dobladas para elevar la altura del edificio.Tan ingeniosa solución procede del acueducto de los Milagros de Mérida. Los fustes y capiteles son reaprovechados de obras romanas anteriores menos la hilera que conforma la nave central, elaborada con restos visigodos.
La segunda estapa corresponde a Abd al-Rahman II que rompe el muro de la quibla añadiendo ocho crujías más al oratorio y cerrando con saquifas los dos flandos del patio que faltaban. Columnas y capiteles siguen siendo de acarreo.
El triunfo arquitectónico de la mezquita llega en los años centrales del sigloX. El califa Abd al-Rahman III agranda la superficie del patio, donde planta olivos, cipreses y laureles, y rehace el alminar, imponiendo en al-Ándalus una torre prismática.
Su hijo al-Hakam II agrega doce crujías más a la sala de oración. Más tarde firmó su intervención con tres obras ejemplares: un lucernario en la actual capilla de Villaviciosa, cubierto por una cúpula nervada; la maqsura, donde lleva a cabo un abanico de arcos polilobulados y entrecruzados sobre columnas rosas y azules; y el mihrab, concebido en forma de habitación por primera vez, ya que hasta entonces se reducía a una hornacina. Además, solicitó al emperaodr de Bizancio un musivario para decorar las cúpulas de la maqsura y la fachada del mihrab.
La cuarta fase corresponde al ministro Almanzor. El director de la obra due Abd Allah ibn Said ibn Batrí, que se ve forzado a ampliar la mezquita hacia los laterales por la proximidad del río Guadalquivir que le impedía ampliar el frente. Esta adición por el costado, obligó también a extender el patio. El edificio ganó en capacidad, pero el mihrab estaba descentrado.
Cinco siglos después, el obispo de Córoda manda emportar un cruceri catedralicio que mutiló el edificio, tranformando y rompiendo su alzado.
La mezquita de Córdoba es el monumento más bello del Islam occidental y el mejor exponente de la civilización musulmana en al-Ándalus. Su palmeral de columnas, sus arquerías con dovelas de mármol blanco y ladrillo rojo dan impresión de estar suspendidas del techo.
Su configuración actual es producto de cuatro ampliaciones que entre los siglos XVIII y X realizaron los emires y califas omeyas.
El núcleo germinal se debe a Abd al-RahmanI que asentó un oratorio en el solar de la basílica visigoda de San Vicente, compuesta por doce crujías trasversales cortadas por once nave longitudinales, que corren en dirección al muro de la quibla. Estas naves están formadas por arquerías dobladas para elevar la altura del edificio.Tan ingeniosa solución procede del acueducto de los Milagros de Mérida. Los fustes y capiteles son reaprovechados de obras romanas anteriores menos la hilera que conforma la nave central, elaborada con restos visigodos.
La segunda estapa corresponde a Abd al-Rahman II que rompe el muro de la quibla añadiendo ocho crujías más al oratorio y cerrando con saquifas los dos flandos del patio que faltaban. Columnas y capiteles siguen siendo de acarreo.
El triunfo arquitectónico de la mezquita llega en los años centrales del sigloX. El califa Abd al-Rahman III agranda la superficie del patio, donde planta olivos, cipreses y laureles, y rehace el alminar, imponiendo en al-Ándalus una torre prismática.
Su hijo al-Hakam II agrega doce crujías más a la sala de oración. Más tarde firmó su intervención con tres obras ejemplares: un lucernario en la actual capilla de Villaviciosa, cubierto por una cúpula nervada; la maqsura, donde lleva a cabo un abanico de arcos polilobulados y entrecruzados sobre columnas rosas y azules; y el mihrab, concebido en forma de habitación por primera vez, ya que hasta entonces se reducía a una hornacina. Además, solicitó al emperaodr de Bizancio un musivario para decorar las cúpulas de la maqsura y la fachada del mihrab.
La cuarta fase corresponde al ministro Almanzor. El director de la obra due Abd Allah ibn Said ibn Batrí, que se ve forzado a ampliar la mezquita hacia los laterales por la proximidad del río Guadalquivir que le impedía ampliar el frente. Esta adición por el costado, obligó también a extender el patio. El edificio ganó en capacidad, pero el mihrab estaba descentrado.
Cinco siglos después, el obispo de Córoda manda emportar un cruceri catedralicio que mutiló el edificio, tranformando y rompiendo su alzado.
En cuanto al acceso a la mezquita es por la Puerta del Perdón, abierta en el muro septentrional o norte,al lado de la Torre – Campanario de la Catedral y antiguo Alminar de la Mezquita. Construida en el año 1377, la que ha llegado a nuestros días presenta el aspecto tomado tras la restauración llevada a cabo a mediados del siglo XVIII. Se trata de una obra originalmente de estilo mudéjar que vino a sustituir a una anterior que databa de época de Abd al-Rahman III. Tanto el arco de herradura como las albanegas1, que acogen dos escudos de armas de Enrique II, tienen una misma decoración basada en atauriques realizados con yeso, los cuales recuerdan a algunos utilizados en los Reales Alcázares de Sevilla.
En cuanto a la parte superior del arco, veremos tres arquillos polilobulados en los que hay pinturas realizadas por Antonio del Castillo en 1660 y que representan a Nuestra Señora de la Asunción, San Rafael y San Gabriel. Los vanos están adornados con pinturas del mismo autor en las que aparecen, en el centro, la Virgen y los mártires de Córdoba San Acisclo y Santa Victoria, mientras que San Pablo y San Pedro están en los laterales, todo ello en recuerdo de la Reconquista cristiana a manos de Fernando III “el Santo”. Sobre los arcos, hay un altorrelieve del Padre que corresponde a una reforma hecha en el siglo XVII.
Las hojas de las puertas, recubiertas enteramente por láminas de bronce, siendo los aldabones una copia de los de la antigua Mezquita de Sevilla. Al otro lado, hay un pequeño vestíbulo que nos da acceso al Patio de los Naranjos y que en el siglo XVII fue cubierto con una bóveda decorada con yeserías en estilo barroco, en la que destaca el escudo del por entonces Obispo Don Pedro de Salazar y Góngora.
Si contemplamos un casetón que hay adosado al muro Norte de la Mezquita es difícil que imaginemos que su función es la de proteger, facilitar el acceso y servir de ventilación de la principal arca del agua del Cabildo, un aljibe del siglo XVIII que ha servido para el suministro y distribución del agua al Cabildo Catedralicio y a los edificios cercanos a este depósito.
Esta construcción de planta cuadrada y con forma de prisma realizada en ladrillo está formada por dos cuerpos superpuestos divididos por una cornisa y con pilastras en las esquinas de ambos. Las pilastras inferiores sustentan un frontón partido sobre el que se levantan unos vanos ciegos, o abiertos para la ventilación del aljibe, existentes en el cuerpo superior y que aparecen rematados por frontones rebajados. Finalmente, una bóveda circular (cúpula) culmina el conjunto.
En el muro Occidental, u Oeste, de la Mezquita, la primera entrada que encontramos es el Postigo de la Leche, llamado así por ser el lugar en el que se exponía a los niños necesitados que habían sido entregados al Cabildo de la Catedral para recibir alimentos. Decorada en piedra en un estilo entre el Renacimiento y el Gótico, su autoría se la debemos al arquitecto Hernán Ruiz I, quien recibiría el encargo del Obispo Don Juan Daza entre los años 1505 y 1510. Es la primera puerta de este muro a través de la cual se puede acceder al Patio de los Naranjos.
La siguiente entrada al Patio de los Naranjos ubicada en este muro es la Puerta de los Deanes. Su estructura externa corresponde a la remodelación realizada en el siglo XIV y está formada por un dintel adovelado y un arco de herradura ciego justo en la curvatura del propio arco. En la parte superior, se sitúa una cornisa rematada con adornos como si estuviera almenada.
La Puerta de San Esteban: Se trata de la entrada por la que se accedía desde la calle al oratorio de la Mezquita de Abd al-Rahman I, por lo que está fechada, como la anterior, en el siglo VIII, si bien sufrió una importante reforma en el siglo IX, momento en el que se le añadirían los motivos ornamentales. Esto queda patente gracias a la inscripción que hay en el arco y que señala el año 855 d. de C. como fecha de estos añadidos. Su estructura la forma un vano adintelado sobre el que hay un arco de herradura ciego en el que se alternan las dovelas, con motivos vegetales, y grupos de ladrillos colocados de canto. A los dos lados de la puerta, hay dos ventanas cerradas con sendas celosías de mármol blanco, de las que algunos autores afirman que son reutilizadas de la antigua Basílica de San Vicente.
La Puerta de San Miguel, llamada así por la primera capilla que hubo tras ella y también conocida como de los Obispos; está situada en lo que ya sería la ampliación que de la Mezquita hizo Abd al-Rahman II. Sigue la misma estructura que la Puerta de San Esteban, si bien ésta de San Miguel es de un tamaño ligeramente inferior.
La Puerta del Espíritu Santo, una de las más bellas en lo que a composición se refiere. El vano se compone de un arco de herradura ciego que sirve de descarga y que se encuentra enmarcado por un alfiz. Sobre él, hay un conjunto de arquillos también de herradura e igualmente ciegos, si bien éstos se encuentran entrelazados. Cada uno de ellos está decorado en su interior con distintos motivos geométricos pintados. A cada lado de la puerta, hay dos pequeñas ventanas cubiertas con celosías; vanos que se abren en sendos arcos polilobulados en los que destaca su profusa decoración geométrica.
Le sigue el llamado Postigo de Palacio, también conocido como Puerta de la Paloma (animal sangrado para los musulmanes). En él, tenemos uno de los ejemplos más evidentes de la mezcla de estructuras musulmanas y cristianas. El arco de herradura y el alfiz en el que se enmarca se encuentran adornados con motivos de estilo gótico. A ambos lados, se abren sendos vanos, estando el de la izquierda (según nos situamos frente a la puerta) cubierto por unas rejas, mientras que el de la derecha lo está por una celosía de formas geométricas.
La Puerta de San Ildefonso, también llamada Puerta de la ampliación de al-Hakam II. Sigue los mismos patrones que el de la ya vista Puerta del Espíritu Santo.
La última portada de este muro Occidental: la Puerta del Sabat. Es la correspondiente al primer piso, mientras que el hueco del segundo aparece tapado en la parte exterior al haber sido cubierto con una capa de sillares.
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