martes, 21 de octubre de 2014

La mascara de Tutankhamón

Nos encontramos ante una obra escultórica  correspondiente al arte Egipcio. En ella se representa una máscara funeraria seguramente sacada del sarcófago de un faraón. Corresponde a la mascara del faraón Tutankhamón, datada en el 1337 a.C., sacada de su hipogeo en el Valle de los Reyes, en Egipto. No estaba diseñada para ser contemplada en toda la eternidad.

Esta mascara está trabajada en oro con incrustaciones de piedras policromas y pasta vítrea en los ojos. Tiene policromía además de las incrustaciones. En esta ilustración podemos observar como existe una igualdad de líneas rectas y curvas, y que no tiene acusados entrantes ni salientes por lo que es un modelado suave. El acabado es con superficies pulidas, lo que da sensación de suavidad y ligereza. Al ser una mascara funeraria debía contener un espacio interior, donde se introducía el cadáver.

Es una escultura exenta, por lo cual, puede ser contemplada por todos sus lados. Sus formas piramidales transmiten esa sensación de serenidad y de reposo que hemos citado anteriormente. Esta mascara está a mitad de camino entre realista e idealista, pues, aunque a primera vista nos parezca que puede ser realista, el hecho de que esté trabajada en oro en lugar de cualquier otro metal y de que el rostro transmita tanta belleza nos lleva a pensar que sea idealista, debido también a que el faraón era considerado como un dios.

Es una mascara funeraria creada para mantener dentro al faraón. Pero el hecho de tener tantos detalles nos hace indicar que también pudiese ser por otros motivos. Podría decirse que el oro representaría el poder del sol y de los dioses, siendo aquí un símbolo del renacer tras la muerte convertido ya en un dios.

La escultura y la pintura egipcia siempre busca el canon de belleza ideal del cuerpo humano. En cuanto a la armonía de las proporciones se tiene un rigor matemático y se dice que el cuerpo debe estar proporcionado. El puño era el módulo de la época y las figuras debían tener dieciocho puños para ser consideradas como perfectas. Dos para la cabeza, diez desde los hombros a las rodillas y seis hasta los pies desde las rodillas.

Los otros dos fundamentos son la ley de la frontalidad, que dice que la línea de los hombros y la de las caderas debía ser recta para dividir verticalmente la figura, y la visión rectilínea, solo aplicable al relieve y a la pintura. Este último dice que todas las figuras estaban compuestas a partir de cuatro puntos de vista, uno frontal, uno dorsal y dos laterales, por lo que el resultado fue un plano en el que se insertaba de frente el ojo y el tronco, y de perfil la cabeza y extremidades.

Estas leyes estuvieron vigentes durante 3000 años. Hasta que el faraón Amenofis IV, llamado posteriormente Akhenatón, implantó el monoteísmo del dios Atón, dios del crepúsculo. En este paréntesis, conocido como Manierismo de Amarna, las figuras se hicieron más alargadas y naturalistas. Tras la muerte del faraón fue precisamente Tutankhamón quien devolvió el politeísmo y sus leyes a la escultura y la pintura.


Pero no fue solo la escultura, pues la pintura contribuyó a la belleza de todos estos relieves, esculturas y mascaras con variedad cromática. Se hacia uso de la jerarquía, por lo que se representaban a los faraones con mayor tamaño que a los esclavos. Las pinturas se esbozaban sobre ostraca en la pared. El uso de la policromía con los colores como el negro, el blanco, el rojo, el verde o el azul. Se usaba la técnica del temple opaco, que era disolver los colores con agua o yema de huevo para que la pintura se pegara a la pared. La temática era religiosa y el objetivo de la pintura era decorar templos y tumbas. Se usaba el hieratismo en la escultura y la pintura, que es una representación solemne y rígida, para dar mayor veracidad a las escenas civiles. Los materiales utilizados eran el basalto la caliza y la madera.

En esta pagina hallareis un análisis más detallado:

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