lunes, 21 de noviembre de 2016
PPT Arte griego
sábado, 19 de noviembre de 2016
PPT Arte romano
jueves, 13 de octubre de 2016
Cómo comentar las obras en los exámenes
En esta entrada os enlazo material para aprender a comentar las obras que vamos a trabajar a lo largo del curso. Si se mantiene el mismo formato de examen de Selectividad-Reválida que en los cursos anteriores, algo que está por ver, habrá que comentar dos imágenes de obras artísticas. Para aprender a hacerlo hay que practicar mucho y es recomendable que sigáis un modelo. En la red hay ejemplos de cómo hacerlo. El que aquí os enlazo es sólo uno de ellos. Lo hago en formato pdf y ppt.
PDF EL COMENTARIO DE UNA OBRA DE ARTE
PPT EL COMENTARIO DE UNA OBRA DE ARTE
Además, os vinculo una presentación de los elementos a tener en cuenta en el análisis de cualquier obra de arte.
PDF EL COMENTARIO DE UNA OBRA DE ARTE
PPT EL COMENTARIO DE UNA OBRA DE ARTE
Además, os vinculo una presentación de los elementos a tener en cuenta en el análisis de cualquier obra de arte.
PPT Arte egipcio
Aquí está el enlace del material que estamos trabajando en clase. Se trata de una reelaboración propia de los materiales de José Ramón Méndez, profesor del IES Jorge Juan de San Fernando. Espero que os sirva.
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viernes, 23 de septiembre de 2016
PPT clase sobre Arte de la Prehistoria
Revisando el anterior enlace he visto que no es exactamente el mismo que estamos utilizando en clase. El que ahora os enlazo es una adaptación de los materiales de dos magníficos profesionales de la enseñanza de la Historia del Arte: José Ramón Méndez, profesor del IES Jorge Juan de San Fernando, y Guillermo Méndez Zapata, profesor del IES Juan de la Cierva de Vélez-Málaga. Desde aquí nuestro agradecimiento por compartir su trabajo.
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jueves, 19 de mayo de 2016
Aristóteles contemplando el busto de Homero
Estamos
frente a una obra pictórica de arte barroco, para ser más exactos,
estamos frente a la pintura de Rembrandt titulada Aristóteles
contemplando el busto de Homero pintada
en 1663. Es una pintura de óleo sobre lienzo y sus medidas son 143 x
136 cm. Se sitúa en el Metropolitan Museum en Nueva York.
La
obra es un buen ejemplo de la fama internacional que llegó a
cosechar el artista en
vida recibiendo importantes encargos de diferentes lugares de Europa,
en este caso desde Italia.
Rembrandt
Harmerzoon van Rijn (1606 – 1669) es el pintor más importante de
la pintura holandesa barroca. Nacido en Leiden parece ser que el
artista pudo formarse en el taller local de Jacob van Swanenburgh y
posteriormente con Pieter Lastman. Durante los primeros años de su
carrera artística contó en el beneplácito de algunos aristócratas
que le consiguieron importantes encargos; su fama comenzó a crecer
paulatinamente y en poco tiempo se convirtió en uno de los pintores
más destacados de su tiempo. Su vida privada sin embago no resultó
tan floreciente como su carrera profesional y en poco tiempo
fallecieron tres de sus hijos y su esposa Saskia, un hecho que
influirá definitivamente en su concepción artística. El artista
hubo de enfrentarse a una precaria situación económica que le
obligó a deshacerse de la mayor parte de sus pinturas y de su
vastísima colección de arte y antigüedades. A su muerte el artista
que antaño había gozado de éxito y popularidad acabó sus días
sumido en la mendicidad.
La
obra de Aristóteles contemplando el busto de Homero fue realizada
por el artista a mediados del siglo XVII, en torno al año 1653. Se
trata de un lienzo de formato vertical de unos 145 centímetros de
altura y algo más de 130 cm de ancho. Parece ser que el lienzo fue
encargado por el aristócrata Antonio Ruffo como
parte de un tríptico que pretendía representar a algunos de los
eruditos y de los mandatarios más importantes de la antigua
Grecia. El
comitente encargo siete años después, en 1660, un lienzo a un
artista italiano que hiciera conjunto con la obra de Rembrandt;
Guercino decidio entonces representar un hombre estudiando una
escultura y otro estudiando un mapamundi. Mattia Preti realizo el
tercero de los lienzos representando a Diógenes de Siracusa.
Rembrandt
planteó un retrato de Aristóteles de tres cuartos situado en
diagonal y observado melancólicamente el busto del autor de la
Ilíada y la Odisea realizado en mármol. Aparece vestido según la
moda de la época con una túnica negra y una capa blanca
profusamente trabajada en la que destacan
las calidades táctiles de la tela.
Atravesando su pecho cuelga un cordón dorado y una medalla con una
efigie de Alejandro Magno en una mención al filósofo como tutor del
dignatario macedonio.
La
composición ha sido muy estudiada, se pueden apreciar diferentes
espacios divididos por una cortina y una mesa con tapete rojo que
otorga profundidad. La luz es dorada y penetra por la izquierda desde
un foco de luz exterior incidiendo directamente en la escena
principal y dejando el resto de la composición a oscuras en un
marcado tenebrismo de influencia caravagista.
Para saber más sobre Rembrandt
Por último, aquí dejo un vídeo sobre las obras de nuestro pintor.
El triunfo de la Iglesia sobre la Furia, la Discordia y el Odio.
Nos
encontramos ante una obra pictórica del arte barroco, para ser más
exactos, estamos frente a pintura de Pedro Pablo Rubens titulada El
triunfo de la Ia Furia, la Discordia y el Odio realizada
en el año 1628. Es una pintura al óleo sobre tabla cuyas medidas
son 86 x 91 cm, y se encuentra en el Museo del Prado (Madrid).
UN
POCO DE HISTORIA...
En
1625 la archiduquesa Isabel Clara Eugenia encargó a Rubens el diseño
de una serie de diecisiete tapices con destino al Monasterio de las
Descalzas de Madrid. Tratan el tema de la Eucaristía, dogma
principal del catolicismo que la infanta defendía como princesa
soberana de los Países Bajos meridionales. Las escenas fueron
concebidas por Rubens a modo de desfiles triunfales, simulando ser
telas colgadas de arquitecturas barrocas, que provocaban una
efectista duda entre realidad e imagen artística. Las seis tablas
que custodia el Prado forman parte del proceso necesario para la
realización de los tapices: son los modelos pintados por Rubens en
los que se basan los cartones, mucho mayores, que los tapiceros
usaron para confeccionar los tapices. Durante el siglo XVIII, cuatro
de los cuadros sufrieron añadidos en sus cuatro costados y dos en su
parte inferior y superior, los cuales han sido retirados para
recuperar la composición original de las obras.
DESCRIPCIÓN
DE LA PINTURA
El
triunfo de la Iglesia es
la más grande de las escenas que diseñó Rubens para la serie de la
Eucaristía. El tapiz estaba probablemente destinado a ocupar un
lugar central sobre el altar de la iglesia del convento de las
Descalzas Reales.
Las
pinturas de la serie, más que bocetos previos,
son modelos perfectamente acabados, con gran riqueza de detalles,
destinados a servir de guía para la confección de los tapices. La
propia naturaleza del tapiz hace que la gama cromática, al igual que
los contrastes entre luces y sombras típicos de Rubens, sean más
planos que en otros trabajos suyos, lo que no impide que sean obras
muy bellas y elaboradas. Todas las pinturas del ciclo se estructuran
de idéntica forma, simulando una arquitectura con una columnata y
un friso,
ante la cual se despliega un tapiz fingido en el que se desarrolla el
tema. Es un artificio característico del Barroco (cuadro
dentro del cuadro)
destinado a reforzar el carácter teatral y equívoco de la imagen.
En
la obra que nos ocupa, la escena se desarrolla ante una
columnata salomónica,
ante la que dos querubines despliegan el tapiz. Dos elementos
sobresalen tanto por su posición central en el cuadro como por
encontrarse superpuestos en trampantojo:
la cartela que debía mostrar el título (que aparece vacía; en el
tapiz final, lleva la inscripción ECCLESIAE
TRIVMPHVS)
y un jeroglífico o
símbolo en la parte inferior: un globo terráqueo rodeado por una
serpiente que se muerde la cola (el ouroboros,
símbolo de la eternidad), un timón, una palma y una rama de roble,
símbolos respectivamente del gobierno recto, el triunfo y la
fortaleza. Todos estos símbolos, junto con las guirnaldas de frutas
y los angelotes, que representan la abundancia, aluden a las virtudes
características de la Iglesia.
El
tapiz fingido es una escena compleja, llena de simbolismo, con
numerosas figuras muy vivaces y movidas; Rubens muestra en ella su
dominio del lenguaje alegórico, su facilidad compositiva y sobre
todo, su innata capacidad de generar dinamismo y movimiento en sus
composiciones.
La
escena es un cortejo triunfal al modo de los desfiles de los
emperadores romanos. Una cuadriga de
caballos blancos introduce la composición por la izquierda,
precedida de tres figuras femeninas que sostienen las riendas o
acarician a los caballos; una cuarta mujer, de la cual solo
apreciamos la parte posterior, precede a todo el cortejo. En el aire,
espíritus angélicos tocan trompetas; uno de ellos, con forma
femenina, porta una corona de laurel y una palma. Montado sobre uno
de los caballos, un ángel mancebo, coronado de laurel, porta
el conopeo,
sobre el que se muestran las llaves de oro y plata de los papas.
Tras él, un querubín lleva
las riendas del carro, mientras vuela sobre él la paloma
del Espíritu
Santo entre
glorias de ángeles y resplandores. Sobre el carro, de oro y adornado
con gemas, una matrona, vestida de seda plateada y manto púrpura,
sostiene una gran custodia con la Eucaristía. Un ángel sostiene
la tiara
papal sobre
ella, mostrando que representa a la Iglesia Católica.
El
carro de la Iglesia, en su marcha triunfal, abate y arrolla unas
figuras oscuras que apenas se pueden asomar entre las ruedas: una de
ellas, huesuda y con una tea, representaría la Furia o la Ira; otra,
con la cabeza ensortijada de serpientes, figura la Discordia;
mientras que un hombre barbado gesticula bajo las ruedas del carro,
personificando el Odio. Cierran la composición por la derecha dos
rudas figuras masculinas, atadas con cuerdas, una con los ojos
vendados (la Ceguera) y la otra con orejas de asno (la Ignorancia);
ambas muestran haber sido dominadas y reconducidas por una mujer que
sostiene un candil encendido en lo alto, como personificación de la
Verdad.
Las
pinturas muestran la faceta más decorativa y efectista del arte de
Rubens. Constituyen un perfecto ejemplo de arte propagandístico,
destinado a reafirmar la fe de los fieles en los dogmas negados
por el protestantismo, como la presencia real de Cristo en la
Eucaristía. No hay que olvidar que los Países
Bajos españoles se
encontraban en ese momento en medio de diversos conflictos de índole
religiosa, que habían llevado a la separación de las Provincias
Unidas de los Países Bajos del
dominio de España en 1579.
Para saber más sobre Pedro Pablo Rubens
Por
último,
aquí dejo un vídeo sobre los tapices de nuestro autor realizado por el Museo del Prado.
La vocación de San Mateo
Nos
encontramos ante una obra pictórica de arte barroco, para ser más
exactos, estamos frente a La
vocación de San Mateo,
pintado por Michelangelo Merisi “Il Caravaggio” en el año 1601.
Es un óleo sobre lienzo, cuyas medidas son 338 x 348 cm y se
encuentra en la capilla Contarelli, en la Iglesia de San Luis de los
Franceses en Roma.
UN
POCO DE HISTORIA...
Mateo
Contarelli, importante comerciante francés, compró para su gloria
eterna la capilla Contarelli de la iglesia de San Luis de los
Franceses en Roma con la intención de ser enterrado allí. Encargó
un completo programa de pinturas y esculturas dedicadas al santo que
le daba nombre: San Mateo. La compra se efectuó en 1565 pero en
1585, año en que muere Contarelli, no se habían efectuado las
decoraciones pertinentes. Los frescos de bóveda y paredes se
encargaron al maestro de Caravaggio, el Caballero
de Arpino,
quien ejecutó diversas escenas entre 1591 y 1593. Pero los trabajos
seguían sin avanzar sustancialmente, por lo que Caravaggio recibió
el encargo para los dos óleos laterales, con la Vocación y el
Martirio
de San Mateo .
Más tarde, se le pediría también la pala de altar central, con San
Mateo y el Ángel.
Este encargo constituyó el primer trabajo de envergadura que
Caravaggio realizó, y no para un coleccionista privado sino para una
iglesia de acceso público, donde toda Roma podría contemplar su
obra. Tal vez este condicionamiento hizo que algún lienzo que
Caravaggio presentó para la capilla fuera rechazado (San Mateo y el
ángel). Además, su estilo hubo de virar completamente, obligado a
ejecutar una escena "de historia", como se denominaba
entonces. Esto es, no se trataba de un momento de acción concentrada
y simbólica, como por ejemplo los lienzos con la Decapitación
de Holofernes o
el Sacrificio
de Isaac.
Por el contrario, debía realizar una escena mucho más compleja en
cuanto a significados, escenario, número de personajes y momentos de
la acción. Por eso, frente a los lienzos que había venido
realizando con una o dos figuras, la Vocación de San Mateo presenta
siete, que han de organizarse coherentemente y en profundidad en un
espacio arquitectónico que ya no puede ser eludido por el pintor en
una suerte de fondo neutro perdido en la oscuridad. Sin embargo,
Caravaggio no renunció en absoluto a sus recursos plásticos, y de
nuevo la luz es la que da estructura y fija la composición del
lienzo.
Así, tras la figura de Cristo que acaba de penetrar en la taberna
brilla un potente foco de luz. La luz ha entrado en las tinieblas con
Cristo y rasga el espacio diagonalmente para ir a buscar a la
sorprendida figura de Mateo, que se echa para atrás y se señala a
sí mismo dudando que sea a él a quien busca. El rayo de luz
reproduce el gesto de Cristo, alargando de manera magistral su
alcance y simbolismo. Un compañero de Mateo, vestido como un
caballero fanfarrón de la Roma que conocía tan bien Caravaggio, se
obstina en no ver la llamada y cuenta con afán las monedas que
acaban de recaudar.
DESCRIPCIÓN
DE LA OBRA
En
esta obra Caravaggio representa el momento en el que el futuro
apóstol y santo se encuentra, acompañado de otros hombres,contando
las monedas que han recaudado. La acción es interrumpida por la
entrada de Cristo acompañado de San Pedro. Cristo alarga el brazo
señalando a mateo quien inmediatamente percibe el sentido de la
llamada de Cristo, no así sus compañeros de mesa entre quiénes
unos miran sorprendidos a los dos hombres que acaban de entrar, sin
comprender el significado del gesto, mientras otros dos permanecen
enfrascados en su tarea recaudatoria ajenos a la acción que se está
desarrollando.
Caravaggio
sitúa la escena en un interior lógrebo, tan sólo iluminado por el
foco de luz dorada que penetra violentamente desde el ángulo
superior derecho incidiendo en los personajes. Éstos, vestidos de
manera anacrónica a la manera de finales del siglo XVII aparecen
modelados por la luz que incide creando fuertes contrastes de luces y
sombras, tenebrismo, moldeando los cuerpos. Se trata de auténticos
retratos y cabe mencionar la conexión psicológica que se establece
a través de los gestos de las manos entre Cristo, cuyo gesto
recuerda a Dios Padre de la Capilla Sixtina en la Creación de Adán,
y San Mateo.
Caravaggio
se aleja de la representación formal que hasta el momento se había
realizado de los temas sagrados y los sitúa en un interior que bien
podría pasar por una taberna u oficia de recaudación de impuestos.
Los personajes son gente de la calle que se reúne en una mesa para
repartir las ganancias y tan solo un casi imperceptible halo luminoso
rodea la cabeza de Cristo para indicarnos su divinidad. las piernas
cruzadas bajo la mesa, el personaje de espalda al espectador y la
espada que lleva al cinto marcan líneas diagonales que dan
movimiento a una escena excesivamente estática.
A
pesar de la cotideaneidad con que se representa la escena, cabe
realizar una lectura teológica de la misma identificando la luz con
la entrada de Cristo a un lugar donde dominaba las sombras del
pecado. Así mismo, el pintor muestra las dos actitudes diferenciadas
que se pueden tener antes la llamada de Cristo: la de Mateo, quien
recibe la llamada y reacciona ante ella, y quienes, cegados por el
dinero y la vida material desoyen la llamada de Cristo y se condena.
Sin
embargo, a pesar de esta interpretación de la obra de Caravaggio, su
arte fue rechazado por las altas instituciones eclesiásticas al
considerar que sus cuadros no invitaban a la devoción ni a la
oración.
Aquí dejo un vídeo sobre la vida de nuestro autor:
miércoles, 18 de mayo de 2016
Jardines del Palacio de Versalles.
Nos
encontramos ante una obra arquitectónica del arte barroco, para ser
más exactos, estamos frente a los jardines del Palacio de Versalles.
El palacio de Versalles fue construido por Jules-Hardouin Mansart y
André Le Nôtre entre 1678 y 1703. Este palacio, como su nombre
indica se encuentra en la ciudad francesa de Versalles.
André le Nôtre será el diseñador de los jardines. Los jardines franceses del siglo S. XVII pasaron a ser el complemento esencial de todo palacio y en Francia el prototipo del siglo XVII lo da el de Versalles, que, como en tantos otros aspectos, también tuvo su ensayo en Vaux-le-Vicomte. Sin embargo, ya antes Claude Mollet y su hijo André dieron las pautas de lo que sería el jardín francés al adoptar el principio de que se había de mejorar el aspecto de la naturaleza con la ayuda del arte. Pero quien llevó a la práctica este principio y determinó mejor que nadie lo que es el jardín francés fue André Le Nótre, que, discípulo de Mollet y de Simon Vouet, comenzó su actividad hacia 1649 en el Jardín de las Tullerías.
Hay
que decir que fue la plataforma política de Luis XIV y el mayor
palacio europeo del siglo XVII, capaz de albergar 20 000 personas.
Nuestro
comentario irá dedicado a los jardines de este complejo
arquitectónico.
El
origen
de
los famosos Jardines
de Versalles se
remonta al pabellón de caza que hizo construir a partir del 1630
Luis XIII, con un jardín anexo, aunque la creación
del Versalles que
todos conocemos corresponde en realidad a Luis XIV.
André le Nôtre será el diseñador de los jardines. Los jardines franceses del siglo S. XVII pasaron a ser el complemento esencial de todo palacio y en Francia el prototipo del siglo XVII lo da el de Versalles, que, como en tantos otros aspectos, también tuvo su ensayo en Vaux-le-Vicomte. Sin embargo, ya antes Claude Mollet y su hijo André dieron las pautas de lo que sería el jardín francés al adoptar el principio de que se había de mejorar el aspecto de la naturaleza con la ayuda del arte. Pero quien llevó a la práctica este principio y determinó mejor que nadie lo que es el jardín francés fue André Le Nótre, que, discípulo de Mollet y de Simon Vouet, comenzó su actividad hacia 1649 en el Jardín de las Tullerías.
Posteriormente,
trazó los de Vaux-le-Vicomte y Versalles, a los que dio una
estructura cargada de gran simbolismo, en la que, a través de varios
escalones, se va pasando progresivamente desde la naturaleza dominada
por la mano del hombre hasta la que vive libremente. Y en este
sentido bueno es recordar lo dicho sobre la evolución de los
palacios hacia una integración en los jardines, y cómo a través de
ellos se pasaba del mundo artificial al natural, por lo que ahí se
daban ya los primeros pasos en el escalonamiento hacia la plena
naturaleza. Si se analizan los jardines de Versalles tomados como
prototipo, el primer escalón lo proporcionan los Parterres, donde la
Naturaleza se mostraba absolutamente dominada por la mano del hombre,
que la obligaba a constreñirse a unos lugares y a unas alturas
determinadas. Buscando además efectos estéticos, y hasta cierto
punto escenográficos, situó justo al pie de la Galería de los
Espejos dos estanques donde se reflejaba el palacio.
Desde
este lugar organizó una gran avenida, el Tapis Vert, que conducía
hasta el Gran Canal y que estaba delimitada por dos grandes fuentes,
la de Latona y la de Apolo, que tenían una fuerte carga de
simbolismo. La primera representaba la historia de Latona, que,
habiendo dado a luz a Apolo y a Diana de sus amores con Júpiter,
hubo de escapar de la ira de la esposa de éste, la diosa Hera. En la
huida llegaron a un estanque donde se dispusieron a beber agua para
saciar la sed, pero allí un grupo de campesinos se entretuvo en
arrojar piedras al agua para enturbiarla y molestarles. Sin embargo,
no se hizo esperar el castigo de Júpiter, que velaba por su amante y
sus hijos y convirtió a aquellos canallas en ranas. La lección
estaba clara a los ojos de los buenos entendedores, pues Luis
XIV señalaba a través de este ejemplo a todos los miembros de
la Corte que paseaban por los jardines, que él tampoco dudaría en
castigar a los que trataran de hacer daño a la marquesa de Montespán
y a los hijos naturales habidos con ella.
La
fuente de Apolo hacía referencia directa a Luis XIV, pues mostraba
al dios en el momento de salir del océano conduciendo su carro solar
para iluminar la tierra. Luis XIV era el Rey Sol que iluminaría a
Francia e incluso a toda Europa con su gloria en la política, en las
armas y en la cultura. A los lados de esta vía se desarrollaba el
segundo escalón del jardín en el que se formaban diversos
bosquecillos perfectamente urbanizados, pero donde los árboles
crecían con mayor libertad. Entre ellos se dispusieron pequeños
estanques, estatuas aisladas y sencillas arquitecturas, de las que
merecía una especial mención la Columnata, formada por una arquería
circular en cuyo centro se situó la estatua del Rapto de Proserpina
esculpida por Girardon. En el siguiente escalón era el agua la que
ejercía el papel más destacado gracias a un gran estanque en forma
de cruz, del cual el brazo dispuesto en el eje del jardín era el
Grand Canal y el transversal, el Petit Canal. Por ellos navegaba
apaciblemente Luis XIV en las góndolas que le había regalado el Dux
de Venecia. A los lados había bosques en los que los árboles
crecían en plena libertad, aunque con caminos que señalaban una
última intervención de la mano humana, pues más allá del Gran
Canal estaba el bosque libre como último escalón, aunque ya
propiamente fuera del Parque. Todo este conjunto llevó muchos años
de trabajos en los que hubo que hacer obras de enorme magnitud como
desecar pantanos, arrasar colinas, rellenar depresiones y muy
especialmente llevar el agua que las plantas y las fuentes requerían
en grandes proporciones.
Una
de ellas fue la Ménagerie o pequeño zoo, pieza que no solía faltar
en ningún palacio real que se preciara, y que en este caso se
construyó en 1633 no durando más de treinta años. Situado cerca
del camino hacia Saint Cyr, constaba de un edificio octogonal que
estaba formado por dos pisos, de los cuales el superior servía de
observatorio de los animales que se guardaban en recintos alrededor
del edificio. Por su parte, el piso inferior estaba decorado a modo
de cueva artificial, en donde para lograr un aspecto más real
existía la posibilidad de regar todo el conjunto mediante unas
salidas de agua, que, según las tradiciones de Versalles, en
ocasiones en que la estancia estaba llena de visitantes, el propio
Luis XIV abría las llaves para divertirse regando con un agua helada
a los allí congregados. Sin duda una de las maravillas del Parque
fue la Gruta de Tetis construida entre 1664 y 1676 y que se destruyó
en 1684.
Esta
pieza estaba situada en el extremo del Parterre du Nord, frente al
lado septentrional del palacio, y para ella se aprovechó el espacio
situado bajo un depósito de agua. El lugar se cerró, y la fachada
principal se compuso como si se tratara de un ninfeo, mostrando tres
vanos en forma de arco de medio punto y una decoración alusiva al
dios Apolo. Por su parte, el interior estaba estructurado por medio
de dos pilares que formaban seis crujías, dando una especie de
edificio de dos tramos y tres naves, de las cuales la central se
cubría con bóvedas de crucería y las laterales, con cúpulas. Pero
lo más fantástico del lugar era la decoración del interior, donde
se trataba de imitar la gruta submarina a la que se retiraba durante
la noche Apolo para descansar del trabajo del día conduciendo el
carro solar. Para ello se contó con el precedente inmediato de la
Ménagerie, aunque se hizo de una forma más sofisticada, cubriéndose
las paredes con incrustaciones de piedras, caracolas o corales que
formaban figuras fantásticas.
Pero
además se buscaron efectos que hoy denominaríamos como de luz y
sonido, entre los que, por ejemplo, ejercía un papel fundamental un
órgano que imitaba el sonido del agua y el gorjeo de una multitud de
pájaros. Al fondo de la estancia se dispusieron tres nichos en los
que se colocaron, en el central, el grupo escultórico de Girardon
que representaba a Apolo servido por las ninfas, y en los laterales
los dos grupos de los Tritones abrevando los caballos de Apolo,
esculpidos por Guérin y los Marsy. Con todos estos factores y
contando además con que la iluminación de las antorchas no produce
una luz fija, sino temblorosa que puede propiciar una sensación de
misterio, y que el lugar podría regarse y además sería húmedo por
el depósito situado sobre él, podría llegar a pensarse por parte
de los allí presentes que realmente se habían trasladado a la cueva
en que descansaba el dios. Pero como en todo lo de Versalles, aquí
también había una fuerte carga simbólica que Santiago Sebastián
ha querido relacionar con el rito del lever y del coucher de Luis
XIV, que era una especie de liturgia mítica en alusión a la salida
y puesta de la luz en el mundo.
La
Orangerie era el invernadero, especialmente construido para
resguardar los naranjos de los rigores del invierno. Estos árboles,
muy del agrado de Luis XIV, se encontraban plantados en grandes
macetas y mediante un ingenioso artificio, se trasladaban como objeto
de adorno al interior del palacio o al Parque. Pero junto a estos
árboles, también acogía en su interior plantas exóticas y otras
más corrientes destinadas a poder disponer de flores en todas las
épocas con las que adornar caprichosamente ciertos lugares en
determinados momentos. Se construyó la Orangerie algo más allá del
parterre sur, el llamado Parterre des Fleurs, aprovechando un
desnivel del terreno, de forma que a un nivel inferior del parterre
se construyó una arquería abierta hacia el sur y por tanto muy
abrigada; tras ella y ya bajo tierra, había tres galerías
abovedadas donde se guardaban los naranjos. El acceso desde aquel
Parterre des Fleurs se hizo primero mediante dos rampas que
flanqueaban la arquería; pero en la tercera etapa de la construcción
del palacio, la Orangerie fue enormemente agrandada y las rampas
transformadas en los llamados Cien Escalones. Junto a éstas hubo en
el Parque de Versalles otra construcción de singular importancia, el
palacete del Trianon, situado en el extremo norte del Petit Canal y
cercano a la aldea de Trianon. Allí Louis Le Vau y
François d’Orbay construyeron en 1669 un primer edificio, el
Trianon de Porcelana como refugio para cuando Luis XIV y la marquesa
de Montespán deseaban escapar del bullicio de la Corte. La obra
acabó siendo una curiosa componenda, pues el rey, o mejor aún la
marquesa, siguiendo las modas que se estaban imponiendo, deseaba un
edificio chinesco, lo que no compaginaba con las ideas de Le Vau que
pensaba en un palacete de corte tradicional. El resultado fue un
llamativo conjunto en el que, por ejemplo, la entrada estaba formada
por un frontón triangular sobre cuatro columnas cuyo aspecto
clasicista contrastaba con las fachadas, que si bien presentaban una
gran regularidad, estaban recubiertas con azulejos de rico colorido,
que así trataban de aparentar un ambiente oriental y exótico. El
interior estaba dividido en dos apartamentos y los jardines de
alrededor se cuidaron con esmero. Pero con el paso del tiempo y la
caída de la Montespán, aquel edificio dejó de agradar y se planteó
su sustitución, cosa que se hizo en el año 1687 bajo la dirección
de Jules-Hardouin Mansart ayudado por Robert de Cotte,
construyéndose el luego llamado Grand Trianon.
El
edificio se concibió como un palacete veraniego, por lo cual se hizo
con poca altura, para así adaptarlo mejor al terreno y estar más en
contacto con la naturaleza. Por otra parte; se edificó siguiendo la
tradicional planta en U con un foso, un puente y una verja de hierro
en el lado abierto, quedando estructuradas las fachadas mediante
arquerías. Pero, sin duda, lo más interesante del edificio es el
corps de logis, pues aparte de que está articulado a base de
columnas jónicas pareadas, que en la fachada al jardín soportan un
dintel, en realidad llega a la culminación en la evolución del
palacio barroco francés tendente a la integración del edificio en
la naturaleza, pues se dejó abierto, con lo que desde el patio se
pasaba al jardín casi sin interrupción, pudiendo así decirse que
el edificio se ha disuelto y deja de ser una barrera entre el mundo
artificial y el natural. Ahora bien, como así el palacete resultaba
insuficiente, se le añadieron dos alas de la misma forma que en
Clagny y en Versalles, pero con la salvedad de que al ser un edificio
más pequeño pudieron situarse como prolongación del corps de
logis. Y aún se edificó otro pequeño pabellón que arrancaba
formando ángulo recto con el extremo del ala norte, con lo cual el
jardín quedaba más protegido desde el punto de vista climatológico
y ambiental.
Vista aérea de los jardínes:
Por último, aquí dejo un video sobre una visita virtual a los jardínes de este complejo.
lunes, 16 de mayo de 2016
Autorretrato a la edad de los 50 años
Nos encontramos ante una obra pictórica de Rembrandt, se trata del autorretrato de Rembrandt a la edad de 50 años, en óleo sobre lienzo de 1657, pertenece a la escuela holandesa del arte barroco.
Rembrandt será un gran amante de los autorretratos igual que Tiziano. Se retratará en variadas situaciones y contextos, recogiendo en la mayor parte de los casos su estado de ánimo. En esta ocasión observamos al maestro como si acabara de abandonar el trabajo, con un aspecto desaliñado y con algunas arrugas, una incipiente papada pero lleno de vitalidad y energía como atestiguan sus ojos y su expresión. La pincelada empleada es suelta, diferente a los retratos de la primera época como el de Dirck Pesser, pero quizá muestren ahora una mayor fuerza, más personalidad. Empleando su luz dorada característica resalta el rostro en su zona derecha, dejando el resto en semipenumbra. El colorido mediante tonos marrones sirve para acentuar esos juegos de luz inspirados en Caravaggio.
Rembrandt cursó su formación pictórica con Pieter Lastman y le enseña los secretos de tenebrismo caravaggiesco. Rembrandt acuña un estilo propio en el que los constrastes de luz y sombra nunca serán tajantes sino que envuelve sus figuras en penumbras graduadas, misteriosas y doradas. Abre un taller y comienza a pintar asuntos bíblicos y a desarrollar la técnica del grabado al aguafuerte. Algunas de sus obras más importantes son La lección de anatomía, La ronda de noche, etc.
Nos encontramos ante una obra pictórica de Rembrandt, se trata del autorretrato de Rembrandt a la edad de 50 años, en óleo sobre lienzo de 1657, pertenece a la escuela holandesa del arte barroco.
Rembrandt será un gran amante de los autorretratos igual que Tiziano. Se retratará en variadas situaciones y contextos, recogiendo en la mayor parte de los casos su estado de ánimo. En esta ocasión observamos al maestro como si acabara de abandonar el trabajo, con un aspecto desaliñado y con algunas arrugas, una incipiente papada pero lleno de vitalidad y energía como atestiguan sus ojos y su expresión. La pincelada empleada es suelta, diferente a los retratos de la primera época como el de Dirck Pesser, pero quizá muestren ahora una mayor fuerza, más personalidad. Empleando su luz dorada característica resalta el rostro en su zona derecha, dejando el resto en semipenumbra. El colorido mediante tonos marrones sirve para acentuar esos juegos de luz inspirados en Caravaggio.
Rembrandt cursó su formación pictórica con Pieter Lastman y le enseña los secretos de tenebrismo caravaggiesco. Rembrandt acuña un estilo propio en el que los constrastes de luz y sombra nunca serán tajantes sino que envuelve sus figuras en penumbras graduadas, misteriosas y doradas. Abre un taller y comienza a pintar asuntos bíblicos y a desarrollar la técnica del grabado al aguafuerte. Algunas de sus obras más importantes son La lección de anatomía, La ronda de noche, etc.
viernes, 13 de mayo de 2016
Las tres Gracias
Estamos ante una obra pictórica. En la imagen
aparecen las tres
gracias de la mitología griega. Se representan a dos de ellas de perfil y
la del medio, de espaldas con la cabeza vuelta, estando las tres con el
cuerpo desnudo.El trío está
enmarcado con un árbol a la izquierda que se tuerce y quiebra con
contraste cromático y el color de una gasa en la rama y a la derecha hay
un cupido con una cornucopia dorada de la que cae agua y arriba del
cuadro una guirnalda de flores. A esto se le une un gran colorido y luz,
con un fondo en el que se representa un paisaje en el que hay una serie
de animales. Están representadas
con un peinado de la época, desnudas y reunidas, pero conectadas entre
sí a través de los brazos, el velo transparente y las miradas, parecen
iniciar una danza al tener todas una actitud delicada y un pie
retrasado. Se caracterizan por la flacidez de sus carnes y la
ampulosidad de sus contornos.El colorido es muy brillante y predomina el color sobre el dibujo.
Aplicando la teoría, sabemos que se trata de Las tres Gracias. Es un cuadro del pintor barroco Pedro Pablo Rubens, realizado en 1368 expuesto en el Museo del Prado de Madrid, España. Está pintado al óleo y mide 221 cm de alto por 181 cm de ancho.
Historia:
Las Tres Gracias es la obra más famosa de Rubens. Fue adquirida por Felipe IV
entre los bienes del pintor, subastados tras su fallecimiento -el 30 de
mayo de 1640- pasando a decorar alguna de las salas del Alcázar de
Madrid. El hecho de estar pintado sobre tabla indica la relación del
maestro con la pintura flamenca
antigua. Las Tres Gracias se llamaban Eufrosine, Talía y Anglae y eran
hijas de Zeus y Eurymone. Siempre aparecen desnudas ya que la belleza no
necesita cubrirse. Son las representaciones de la afabilidad, la
simpatía y la delicadeza. El asunto y la manera de tratarlo se remontan
al arte clásico pero fue Rafael, en el Renacimiento, quien lo recobró.
Análisis de la obra:
Rubens mantiene la composición del italiano, pero cambia la relación
entre las tres figuras que están conectadas entre sí a través de los
brazos, el velo y sus miradas, es decir, psicológicamente, dando así
nueva unidad al grupo. También ha cambiado el canon de belleza,
empleando el típico de sus pinturas, con mujeres entradas en carnes pero
proporcionadas, elegantes. La sensación de movimiento y gracia que
irradian las tres jóvenes es excelente, obteniendo el efecto de invitar
al espectador a integrarse a la escena. Las flores de la guirnalda
superior y el fondo de paisaje acentúan la belleza del conjunto. El
fuerte foco de luz que utiliza el maestro resalta el colorido perlado de
las muchachas, en cuyos rostros creen algunos reconocer las facciones
de las dos esposas del pintor -Isabella Brant y Hélène Fourment-
mientras otros opinan que se trata de diferentes variaciones de ésta
última. La belleza femenina de la pintura de Rubens está resumida en
este magnífico trío.
Rubens:
Como características de su obra destacan:
– Dinamismo y movimiento de las figuras y la composición, con esquemas diagonales.
– Colorido intenso y cálido, inspirado en la pintura veneciana.
– Exuberancia de las figuras: hombres musculosos, mujeres carnosas y sensuales que se agrupan en composiciones de ritmo turbulento en formas enroscadas.
– Cultivó todos los géneros y su influencia fue enorme.
– Dinamismo y movimiento de las figuras y la composición, con esquemas diagonales.
– Colorido intenso y cálido, inspirado en la pintura veneciana.
– Exuberancia de las figuras: hombres musculosos, mujeres carnosas y sensuales que se agrupan en composiciones de ritmo turbulento en formas enroscadas.
– Cultivó todos los géneros y su influencia fue enorme.
Como pintor religioso: crea composiciones grandiosas y teatrales, con aspecto a veces de escenas cortesanas, como La Adoración de los Magos, que conectan con el sentido triunfal y el deseo de magnificencia de la iglesia católica. Otras obras son:La Caída de los Condenados y El Descendimiento
La caída de los condenados |
Los temas mitológicos son un pretexto para introducir desnudos dinámicos y actitudes teatrales movidas; son composiciones de tipo histórico-alegórico en las que junto a los personajes de la historia aparecen las divinidades del Olimpo: los desnudos de carnes abundantes, blandas y nacaradas, para los que utilizó a veces como modelos a sus esposas. Destacan entre ellos: El Rapto de las hijas de Leucipo y El rapto de las Sabinas, El juicio de Paris y Las tres Gracias.
El juicio de Paris |
Como retratista, crea un tipo de retrato cortesano, en el que más que la psicología del personaje, cuida el vestido y el escenario como símbolo de su categoría social. Destacan Retrato de Elena con sus hijos, La mujer del sombrero de plumas, El Retrato de María de Médicis o su propio Autorretrato.
Paisaje con Filemón y Baucis |
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