Nos
encontramos ante una obra escultórica, perteneciente al arte
barroco, concretamente con el David de Bernini, una obra hecha en
mármol, durante los años 1623 y 1624, y que se encuentra en la
célebre Gallería Borghese, en Roma.
Se trata de una obra en la que se ha trabajado de manera magistral el mármol. El tratamiento del mármol llega al punto de que el escultor es capaz de trabajar las calidades con un mismo material: carne, paños, incluso la piedra y la honda han sido trabajados de manera primorosa.
Se trata de una obra en la que se ha trabajado de manera magistral el mármol. El tratamiento del mármol llega al punto de que el escultor es capaz de trabajar las calidades con un mismo material: carne, paños, incluso la piedra y la honda han sido trabajados de manera primorosa.
Se trata de una escultura individualizada , en la cual se plasma a David como un
joven pastor en el momento previo a lanzar la piedra la gigante
filisteo. Las
superficies son lisas, observamos como la luz resbala sobre el cuerpo
sin crear demasiados contrastes, algo que también compararemos con
esculturas posteriores, como el Éxtasis de Santa Teresa. Tan solo el
rostro y el pelo alborotado, así como los paños o el zurrón,
incorporan efectos del claroscuro.
Esta
escultura fue concebida para ser colocada frente a una pared, de
manera que el punto de vista, único, permitiera percibir la
intensidad máxima, incluso la violencia del movimiento. Sus líneas
expresivas, que contraponen pierna, cuerpo y cuello al giro de la
cabeza y del brazo que sostiene la piedra en la honda, contribuyen a
reflejar la tensión previa al acción inminente. También lo hacen
el rostro, compendio de tensión y concentración en los labios
contraídos, los músculos rígidos, las fosas nasales hinchadas, el
ceño fruncido y la mirada resuelta.
El
David de Bernini contrasta con el de Miguel Angel, clásico,
contenido, meditabundo, y, al proponer la acción en desarrollo,
supera el estatismo de la escultura renacentista. Bernini
opuso la fuerza dinámica del impulso físico y anímico inmediato al
lanzamiento de la piedra contra la frente del gigante, una doble y
asimétrica estructura diagonal en aspa, en la superficie de la
imagen yen el espacio, dirige el movimiento, efectivamente hacia
atrás y potencialmente hacia adelante del cuerpo, ya heroico, del
futuro héroe.
Todos
los músculos de su anatomía se presentan en la tensión que
permitía arrojar la piedra con la honda, alcanzando su culminación
en los faciales, apretados el entrecejo y la boca a causa del a
voluntad, del esfuerzo, de la concentración y la tensión emocional
del instante previo a la pedrada, la mirada fija del David, frente a
un espectador que queda por debajo de su línea visual, atiende la
enemigo que alza su cabeza por encima de las nuestras pero su
frontalidad nos permite ser testigos de la intensidad, nuevamente
física y emocional , del gesto escultórico.
En
cierto sentido, Bernini pone al descubierto otro elemento primordial
de su estilo o, la necesidad de participación emocional activa del
espectador, emocionalmente zarandeado, frente a la tradicional
pasividad de su mirada, contemplativa y distanciada.
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