jueves, 14 de abril de 2016

David de Bernini

Nos encontramos ante una obra escultórica, perteneciente al arte barroco, concretamente con el David de Bernini, una obra hecha en mármol, durante los años 1623 y 1624, y que se encuentra en la célebre Gallería Borghese, en Roma.

Se trata de una obra en la que se ha trabajado de manera magistral el mármol. El tratamiento del mármol llega al punto de que el escultor es capaz de trabajar las calidades  con un mismo material: carne, paños, incluso la piedra y la honda han sido trabajados de manera primorosa.


Se trata de  una escultura individualizada , en la cual se plasma a David como un  joven pastor  en el momento previo a lanzar la piedra la gigante filisteo. Las superficies son lisas, observamos como la luz resbala sobre el cuerpo sin crear demasiados contrastes, algo que también compararemos con esculturas posteriores, como el Éxtasis de Santa Teresa. Tan solo el rostro y el pelo alborotado, así como los paños o el zurrón, incorporan efectos del claroscuro. 

Esta escultura fue concebida para ser colocada frente a una pared, de manera que el punto de vista, único, permitiera percibir la intensidad máxima, incluso la violencia del movimiento. Sus líneas expresivas, que contraponen pierna, cuerpo y cuello al giro de la cabeza y del brazo que sostiene la piedra en la honda, contribuyen a reflejar la tensión previa al acción inminente. También lo hacen el rostro, compendio de tensión y concentración en los labios contraídos, los músculos rígidos, las fosas nasales hinchadas, el ceño fruncido y la mirada resuelta.

El David de Bernini contrasta con el de Miguel Angel, clásico, contenido, meditabundo, y, al proponer la acción en desarrollo, supera el estatismo de la escultura renacentista. Bernini opuso la fuerza dinámica del impulso físico y anímico inmediato al lanzamiento de la piedra contra la frente del gigante, una doble y asimétrica estructura diagonal en aspa, en la superficie de la imagen yen el espacio, dirige el movimiento, efectivamente hacia atrás y potencialmente hacia adelante del cuerpo, ya heroico, del futuro héroe.

Todos los músculos de su anatomía se presentan en la tensión que permitía arrojar la piedra con la honda, alcanzando su culminación en los faciales, apretados el entrecejo y la boca a causa del a voluntad, del esfuerzo, de la concentración y la tensión emocional del instante previo a la pedrada, la mirada fija del David, frente a un espectador que queda por debajo de su línea visual, atiende la enemigo que alza su cabeza por encima de las nuestras pero su frontalidad nos permite ser testigos de la intensidad, nuevamente física y emocional , del gesto escultórico.

En cierto sentido, Bernini pone al descubierto otro elemento primordial de su estilo o, la necesidad de participación emocional activa del espectador, emocionalmente zarandeado, frente a la tradicional pasividad de su mirada, contemplativa y distanciada.

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