jueves, 14 de abril de 2016

Plaza de San Pedro

Nos encontramos en el siglo XVII,  siglo el que se desarrolla el arte  barroco, que fue definido con sentido peyorativo como algo recargado y artificioso. Sin embargo,  esta consideración no se sostiene pues es una manifestación artística original con grandes logros estéticos, muy vinculados al contexto.

Este arte se extiende  durante el siglo  XVII y primera mitad del XVIII, vinculado  a un contexto  de crisis generalizada tanto económica (malas cosechas) demográfica (hambrunas y epidemias)  política (guerra de los treinta años) y religiosa (enfrentamiento y división católicos y protestantes).
En este panorama de crisis aparece este arte.

Una vez terminada a mediados del siglo XVII la basílica convertida en planta longitudinal por Carlo Maderno, quien realizó también la fachada , el Papa  Alejandro VII, quién trata de utilizar la arquitectura como modo de exaltación del poder del pontífice  y de la Iglesia, encarga a Bernini la realización de la plaza que debería ser capaz de acoger a grandes concentraciones de fieles.


En un principio, Bernini proyectó la construcción de una plaza con dos brazos laterales y un tercero que cerraba el espacio y la aislaba. Detrás de este brazo se encontraba una manzana de casas. Este tercer brazo no se llegó a construir y la plaza quedó abierta a la “Vía de la Consolatione”.

Bernini, en lugar de una sola plaza, realizó dos unidas. La primera es la "plaza recta", un trapecio, la segunda es la "plaza elíptica", donde su eje mayor es paralelo a la fachada y se remarca por el obelisco y las dos fuentes en los focos de la elipse. La plaza trapezoidal se cierra obligando ópticamente al espectador a centrarse en la cúpula. En cuanto a la plaza elíptica, la presencia del obelisco impide la visión frontal de la cúpula y nos obliga a girar dándonos cuenta del espacio curvo.

Cada uno de los brazos ovalados  consta de una columnata formada por columnas y pilastras toscanas que forman tres calles. La columnata sostiene un entablamento  jónico y encima una balaustrada y  las  estatuas de santos realizadas por discípulos de  Bernini, símbolos del triunfo de la iglesia. Todo ello forma un espacio abierto y teatral,  pues proporciona diferentes puntos de vista. 



En el medio de la plaza se levanta el antiguo obelisco egipcio del circo Nerón, coronado con una cruz, para reforzar el simbolismo cristiano. La luz adquiere un nuevo papel en la percepción  total del edificio, ya que posibilita la búsqueda del efecto. El conjunto supera la dimensión de la propia basílica.

Los  recursos  artísticos van dirigidos a los sentidos, a provocar el impacto emocional  por este motivo frente al equilibrio y orden del renacimiento  se busca el movimiento, lo efectista en arquitectura y lo dramático y expresivo en la escultura. 

Es un arte con finalidad  conservadora, conmover, emocionar al pueblo, mantenerlo así en la obediencia al orden establecido  en unos momentos de crisis. Así mismo, se desarrolla un interés por provocar la sorpresa visual: lo rico o apariencia de riqueza y deslumbrante como la expresión del poder de la iglesia o del poder del monarca.

En el caso de Roma, el Papado, cuestionado por los protestantes, buscó  convertir a Roma en el centro de la iglesia católica y planteó la idea de atraer a los fieles conmoviéndolos o sorprendiéndolos. En arquitectura esto se va a realizar mediante reformas urbanísticas que atraigan a peregrinos  a una ciudad nueva  y transformada y la creación de edificios movidos o mediante espacios escenográficos o teatrales como esta plaza. 

El diseño  de la obra está copiado de los antiguos propileos de la Acrópolis de Atenas. La influencia de esta plaza ha sido inmensa, ya que la mayoría de las plazas cristianas han querido imitarla, como por ejemplo La Plaza de la Concordia, en París.

Por último, os dejo aquí un pequeño, aunque interesante, vídeo que nos explica algunos aspectos más sobre la plaza de San Pedro:

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