lunes, 6 de abril de 2015

La Vocación de San Mateo.

Nos encontramos ante una obra pictórica, perteneciente al arte barroco, en concreto con la Vocación de San Mateo, cuyo autor es el Caravaggio.



Al observar la obra lo más característico es el claroscuro llevado a cabo por el autor y el tenebrismo, reflejado puesto que se funde el naturalismo con la visión revolucionaria de la luz.
Nos llama la atención la luz diagonal que se proyecta en el lado derecho de la imagen, que obedece la mano de Dios, cuya luz corta la oscuridad e ilumina a los apóstoles que se encuentran sentados alrededor de una mesa.

Las imágenes se encuentran en disposiciones diferentes cada una de ellas. Mientras el apóstol que se encuentra en el margen izquierdo de la imagen posee el gesto de ofrecerle a Cristo y San Pedro las monedas recaudadas, el siguiente apóstol que se encuentra a su lado se señala a sí mismo interrogándose ante la llamada de Jesús. Los dos apóstoles restantes del lado derecho observan la entrada de los dos personajes principales. No obstante, Cristo se encuentra con el brazo derecho levantado de manera diagonal señalando al apóstol, y San Pedro dirige su mirada a Cristo. Esta explicación de los distintos movimientos de los personajes que encontramos en la obra nos ayuda a demostrar la existencia de la diferente disposición de las figuras.

La obra se encuentra envuelta en un tenebrismo en estado puro, caracterizado por el uso de la oscuridad en la imagen, a pesar de añadirle luz en algunas zonas. El fondo de esta pierde importancia puesto es de color oscuro y carece de grandes elementos decorativos a excepción de una ventana.

Se trata del cuadro más interesante y divulgado de el Caravaggio, creado en su estilo maduro a partir de 1600, en concreto, esta obra fue diseñada en 1601, y se trata de un óleo sobre lienzo cuyas dimensiones son 338x348 cm. Se encuentra actualmente en la Capilla Contarelli, en la Iglesia de San Luis de los Franceses en Roma y su tema principal es la entrada de Cristo y San Pedro en la oficina de recaudación de impuestos y, con ellos, un plano de luz oblicua corta la oscuridad, simulando la voz de Jesús convocando al apóstol que se interroga con el dedo en el pecho ante la inesperada llamada.

Su autor es el Caravaggio, cuyo nombre verdadero es Michelangelo Merisi. Es el creador del naturalismo y del tenebrismo pictórico. Valora las naturalezas muertas, pinta bodegones y composiciones con tipos populares en escenas vulgares. También representa a cupidos o ángeles que son "golfillos" de la calle y a la Virgen como una mujer cualquiera.

Su breve carrera ha sido fragmentada en tres etapas. La fase inicial, perteneciente a sus primeros años romanos, se caracteriza por cuadros pequeños, de medias figuras en los que da vida al mundo callejero. Inventa el bodegón moderno con la obra La cesta de frutas, y representa a jóvenes lánguidos y afeminados bajo la apariencia mitológica de Baco. También nos encontramos interpretaciones religiosas en esta etapa como la Cena de Emaús.

A partir de 1600 se inicia su estilo maduro, y funde el naturalismo con su visión revolucionaria de la luz, creando el tenebrismo caravaggiesco. En esta etapa se dan cita los grandes encargos para las iglesias romanas. Destacan obras como la descrita anteriormente y otras como La crucifixión de San Pedro y La conversión de San Pablo. Obras como La virgen de Loreto, atestiguan la polémica que desató el naturalismo tenebrista en la Roma de su tiempo. Pero peor suerte corrió la obra de La muerte de la Virgen, ya que fue retirada de la iglesia de la Scala, porque imitaba con demasiada exactitud el cadáver hinchado de una prostituta ahogada en el Tíber.

En su etapa final, coincide con su exilio, y pinta cuadros religiosos para las iglesias del sur de Italia y Malta. Ejemplos de este período son Las siete obras de misericordia, La decapitación del Bautista y La resurrección de Lázaro.

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