lunes, 6 de abril de 2015

Palacio de Versalles.

Nos encontramos ante una obra arquitectónica, perteneciente al arte barroco, y se trata del palacio clasicista francés denominado Versalles.


Observamos una obra característica por su gran tamaño, con un orden colosal y gran riqueza en la ornamentación. Se trata de una fachada recta, dividida en tres pisos, de los cuales el central es de mayor tamaño que el superior y el inferior.
En el centro de este piso, nos llama la atención el las seis grandes columnas de color blanco que sirven de aporte para la especie de balcón que sobresale de la fachada. Lo mismo ocurre un poco más a la derecha e izquierda de este balcón central, con la pequeña diferencia de que el tamaño es menor y se encuentran sostenidas por cuatro columnas.



Otro rasgo característico de este edificio es el elevado número de ventanas que este posee. Se encuentra decorado con estatuas de distinto tamaño.

Pertenece al arte francés. el cual impone una dictadura arquitectónica y los espacios pasan a ser de superficies regulares, los volúmenes nítidos y las fachadas rectas. Prestó gran unidad a los proyectos y utilizó complementos arquitectónicos como la domesticación de la naturaleza, enmarcando los palacios con jardines adecuados a la escala humana, recortados en parterres geométricos y refrescados por canales de agua.

Se puede decir que Versalles es el prototipo de residencia del príncipe absoluto, y para ello, Luis XIV de Francia eligió este palacio cuya expresión será el "Rey Sol"-
Inicialmente fue un pequeño castillo, fabricado en piedra y ladrillo, rodeado de fosos y cubierto de pizarra. Su transformación barroca lo convirtió en un marco escenográfico de sus fiestas y en 1668 fijó allí Luis XVI su vivienda.

El arquitecto que llevo a cabo esta obra fue Jules Hardouin-Mansart, su pintor fue Charles Le Brun y el jardinero-paisajista André Le Nôtre. El primero diseñó una monumental fachada, por cuyo interior corría la Galería de los Espejos, el segundo decoró sus espacios con mármoles polícromos y trofeos dorados, pintando en el techo los gloriosos anales del rey.


Más tarde, Mansart añadió un invernadero de plantas exóticas: el Gran Trianon, que se trataba de un pequeño palacete emboscado en los jardines para que Luis XIV pudiera gozar la intimidad de su amante. Por último, Le Nôtre diseñó las tres avenidas de jardines que confluyen en el palacio.

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