Nos
encontramos frente a una obra escultórica del arte románico, para
ser más exactos, estamos frente al Maiestas Domini o Cristo en
Majestad que preside el tímpano de la abadía de San Pedro de
Moissac. El material en el que está esculpido es la piedra y su
fecha de talla fue entre los años 1135-1130.
Antes de pasar a la descripción de nuestra obra, hagamos una breve introducción de la escultura y la pintura en el Románico:
El
principal papel de la escultura y de la pintura románica fue
instructivo, pedagógico y aleccionador. El clero utilizó las artes
visuales para que la población iletrada, que no sabía leer,
aprendiese las verdades de la Salvación mirando los “catecismos
pétreos” de la escultura en las portadas de los templos, y las
“biblias pintadas” en los muros de las iglesias.
Aparte
de su valor didáctico, las artes plásticas se conciben en el
Románico como revestimiento arquitectónico y están asociadas a la
decoración monumental. La escultura se desarrolla preferentemente en
los tímpanos abocinados y la pintura, en el cascarón del ábside.
La composición de estos espacios es similar. En el centro,
aureoleado por una mandorla, símbolo del poder divino, se destaca, a
mayor tamaño, la imagen de Jesús; el resto se fragmenta en frisos
horizontales y superpuestos donde aparecen personajes que secundan a
Cristo.
El
alargamiento desmesurado, las anatomías defectuosas y las
perspectivas extrañas son fruto del expresionismo y las perspectivas
extrañas son fruto del expresiovismo que los artistas imponen a los
temas apocalípticos, cuya epopeya del fin del mundo y del caos prima
en el período.
Ahora sí, pasemos a la
descripción de nuestra obra:
Nuestra
obra representa al Hijo de Dios sentado en un trono, con el Evangelio
en la mano izquierda y con la mano derecha en actitud de bendecir.
Aparece con bigote destacado, barba, los cabellos largos hasta los
hombros y viste con una túnica. Tras él encontramos una mandorla o
almendra mística, que ofrece un aire de divinidad. Las figuras
presentan una estructura jerárquica, en la que la figura con mayor
relevancia (Cristo) , tiene un tamaño superior a las demás figuras.
Lo constelan los cuatro animales del tetramorfos: el ángel de San
Mateos, el león de San Marcos, el toro de San Lucas y el águila de
San Juan. A su alrededor, una legión de serafines y la presencia de
los veinticuatro ancianos, que tocan instrumentos musicales y cantan
las alabanzas del Todopoderoso. Así lo vieron los profetas, así
regresará a la Tierra y así aparece esculpido en el tímpano de San
Pedro de Moissac y pintado al fresco en el ábside de San Clemente de
Tahull, en el leridiano valle de Bohí. y en la bóveda del Panteón
Real de San Isidoro de León.
Es
la visión clara de la majestad de Dios sentado sobre el trono del
universo, en la gloria celestial, a manera de rey soberano que se
presenta para juzgar a los hombres dando fe de la grandeza divina,
que es el principio y el fin de todos los tiempos. Ahora, desde el
poder absoluto, intervendrá en la vida de los humanos separando a
los creyentes de los que prefirieron los ídolos paganos.
El
modo de ser representado plásticamente es frontal, sentado en el
trono. En algunos casos exhibe los atributos de su triunfo, que son
las llagas de la Pasión en el Pórtico de la Gloria; en otros, como
en Carrión de los Condes o San Pedro de Moissac, bendiciendo con la
mano derecha y un libro en la izquierda como hemos citado
anteriormente.
La
imagen general de la Maiestas Domini no varía mucho en cuanto a
conservar el rigor del texto evangélico, debido a su fuerza
expresiva porque en todos los casos simbolizaba ser el dueño del
tiempo, ordenador del macrocosmos celestial y del microcosmos
terrenal, dueño del pasado, del presente y del futuro, y así
debería en-tenderse a través de su representación.
Origen del Maiestas
Domini:
Este
tema iconográfico tiene su origen en Egipto, hacia el siglo V. En un
principio se representaba a Cristo imberbe, entronizado y rodeado por
una mandorla,
y en su entorno por los cuatro seres vivientes alados, dos arriba y
dos abajo, organizando de este modo la imagen del rectángulo
cósmico.
Se
hace esta representación a imitación de los textos de las liturgias
de las Iglesias
orientales.
En
occidente los seres vivientes aparecen como un busto, rodeando
también la imagen de Cristo en Majestad. En el escritorio de Tours
en Francia, en el siglo IX se dibujó una forma original que se
extendería después por todo occidente: alrededor de la figura
central se colocan en forma de rombo los seres vivientes acompañados
a veces por los profetas. A partir de este siglo el Cristo aparece
sentado sobre el globo terrestre universal y el círculo que rodea su
busto forma un ocho cuando se cruza con el círculo terrestre. El nº
8 simboliza la nueva Creación y también es alegoría del sacrificio
de Cristo en la cruz.
El
tema aparece pintado sobre todo en los ábsides prerrománicos y
románicos, en el primer folio de algunos evangeliarios y
en otros espacios, y en escultura puede verse en los capiteles,
tímpanos o frisos de las iglesias. A partir del siglo XII se
extiende de la misma manera en los edificios góticos. El tema
empieza a escasear a partir del siglo XIV hasta que desaparece y en
su lugar se pone de moda la iconografía del Juicio
Final.
Maiestas Domini en la
pintura:
Por último y para
finalizar, aquí dejo un vídeo sobre el Maiestas Domini y la
escultura y pintura románica en general:
No hay comentarios:
Publicar un comentario