Nos encontramos frente a una obra pictorórica, en la que podemos observar un gran número de participantes en ella. No obstante, si nos fijamos en el tema de las luces que se reflejan en esta pintura, algunos personajes son más destacados que otros. Sienco así, podríamos pensar que el autor de esta obra utilizó las luces para resaltar a unos personajes, y los que están en la sombra quedar en un segundo plano. Por el tipo de ropajes que llevan podríamos decir que es una pintura barroca.
Esta pintura es, concretamente, La ronda de noche o La compañía del capitán Banning Cocq y el teniente Willem van Ruytenburch. Su autor es Rembrandt. Se trata de un lienzo pintado al óleo en el año 1642. Sus dimensiones son de 259 x 438 cm. Esta obra se encuentra actualmente en Rijksmuseum, Amsterdam.
El nuevo edificio del cuartel general de la milicia civil de Ámsterdam
se concluyó en 1638. La amplia sala del primer piso debía recoger seis
grandes cuadros de las compañías de la milicia civil. Rembrandt fue uno
de los pintores contratados para la realizar los cuadros de dichas
compañías. Realizando una de las mayores obras de la pintura universal,
La Ronda de Noche, el gran cuadro de Rembrandt terminado en 1642.
Representa
a la milicia del capitán Frans Banninck Cocq, compañía que protege el
bienestar y la libertad de los ciudadanos holandeses. Mucho se ha
especulado acerca de la naturaleza exacta de este retrato de grupo. El
personaje central, que viste de negro con una banda roja que cruza su
pecho, es el mencionado Frans Banninck Cocq, quién, probablemente,
encargo la pintura.
Indicar que Holanda es una republica en un siglo
de monarcas absolutos, es una sociedad burguesa de comerciantes y
marinos. Un país pequeño de distancias cortas, en el que todo se mide
con una escala humana. Por lo que ahondan en el amor hacia lo cotidiano y
el detalle nimio de los primitivos flamencos, se detienen en los
encantos de la vida cotidiana. Y además el calvinismo imponía la
ausencia de imágenes y del tema religioso. A lo que se une que la
republica de Holanda todavía no estaba en guerra, pero gradualmente las
compañías de la milicia se convirtieron en organizaciones sociales, que
defenderían, si fuera necesario, a su ciudad y su país. Esa nueva
condición de las milicias hizo que Banninck Cocq, para llamar la
atención sobre su nombramiento como capitán, y manifestar su lealtad y
su disposición para la lucha, encargara el cuadro.
Comparada con otras representaciones de las compañías de la milicia
civil, La Ronda de noche es una obra llena de vida, un retrato que
representa un momento concreto, justo después Banninck Cocq da la orden
de marcha a su lugarteniente Willem van Ruytenburch, ambos se encuentra
en primer plano dando la espalda a su hombres. Los miembros de la
compañía, que reaccionan con presteza, acercándose con sus armas
(mosquetes, picas y lanzas). Rembrandt revoluciona el retrato de las
corporaciones o milicias, tradicionalmente un grupo de personajes
estáticos que posan para que se les vea el rostro, y lo convierte en un
grupo en movimiento. En una escena relampagueante de luces, en la que
destaca el dinamismo del grupo, el realismo de los rostros y las
actitudes de todos los personajes, en una sensación de movimiento y de
vida muy difícil de superar. Los juegos de luz y sombra (tenebrismo),
remarcados aún más por el oscuro colorido de los trajes. Es una muestra
de toda la vivacidad, profundidad y el realismo de su pintura. La luz
resbala sobre los elementos metálicos, para dar mayor sensación de
realismo. Se jacta en la representación de detalles como: banda roja del
capitán, la casaca del alférez o el vestido de la niña que aparece al
fondo, un detallismo heredado de los primitivos flamencos. La niña es un
personaje destacado, el único femenino del retrato, del que luego
hablaremos. Las figuras en segundo plano están más difuminadas parece
que existe aire y polvo entre las figuras.
La Ronda de Noche, como todos los grandes iconos de la humanidad, contiene un gran simbolismo parcialmente oculto. Destacar:
El guante sostenido por Banninck Cocq, que contrasta con la
deslumbrante iluminación de la niña situada tras de él, dicha
iluminación hace resaltar el guante. Algunos ven en esto un símbolo de
desafío, el capitán muestra su guante y está dispuesto a desafiar al
enemigo inmediatamente. En definitiva un símbolo de que él y su compañía
se toman muy en serio la protección de la ciudad.
El hecho de que
el pulgar y el índice de la sombra de Banninck Cocq apunten hacia el
león con el escudo de armas de Ámsterdam, cosido en la casaca amarilla
de Ruytenburch. Un nimio detalle con el que Banninck Cocq señala que
Ámsterdam se encuentra segura gracias a su protección.
La niña,
verdadero foco de luz del cuadro, para muchos críticos es el retrato de
la primera esposa del pintor, Saskia van Uylenburgh, muerta el mismo año
de realización del cuadro.
Es de nuevo verdadero simbolismo hecho
pintura, y un eterno icono histórico reflejo de una época concreta. Al
representar a esa Holanda republicana, burguesa, comercial y mercantil.
Como demuestra que uno de los hombres representados es el comerciante de
tejidos Jan Pieterszoon Bronchorst, prueba de que sólo los ciudadanos
acomodados podían formar parte de la milicia, al poder pagarse sus
propias armas. Y esos ciudadanos acomodados eran los comerciantes, los
burgueses centrados en los negocios. El propio Jan Pieterszoon
Bronchorst, declaró que él y otros miembros de la compañía que aparecen
en La Ronda de Noche habían pagado a Rembarndt 100 florines cada uno por
formar parte del cuadro. De manera que este retrato grupal se convierte
en un magnífico reflejo de la sociedad mercantil, urbana y opulenta de
la Holanda del siglo XVII.
El cuadro
describe el momento en que la compañía de arcabuceros del capitán Frans Banning
Cocq está a punto de iniciar la ronda. La representación captura el instante en
que Banning Cocq le dice a su teniente que de la orden de marchar. Detrás, la
compañía se pone en acción. El sargento gira la cabeza, el portador del
estandarte levanta la insignia, el tambor empieza a tocar, un perro ladra, y el
chico que está a la izquierda empieza a correr. El espectador tiene la
sensación de que ha llegado en el momento justo para presenciar ese tumulto.
Todo en el cuadro es movimiento. Hay un grupo central que está saliendo y hay
otro detrás que lo sigue. Todos realizan algo, configurando un grupo lleno de
vida. Rembrandt creó la ilusión de que el capitán y el teniente están saliendo
del marco, ambos tienen la parte posterior del pie levantada, y la mano de
Banning Cocq así como la lanza de van Ruytenburch, se proyectan hacia delante. La
composición es muy compleja, con algunas líneas que nos llevan a los personajes
principales, y muchas diagonales que pautan un movimiento generalizado. Pero el
corazón de la composición está dado por el trabajo que el artista realiza con
la luz y el color. La luz es relampagueante, destella y se oculta
alternativamente en distintas partes del lienzo, lo que otorga el carácter
dinámico y espontáneo a la escena. También se la utiliza para generar la
perspectiva ya que, con ella, se indican planos. De un perfecto realismo en el
primer plano, las formas se van diluyendo y tornándose vagas en segundos y
terceros planos. El color complementa este efecto relampagueante de la luz,
destacando el rojo de la banda del capitán y el amarillo del traje del
teniente, centelleando en otras gamas rojizas, anaranjadas y marrones que
destacan del fondo generalizadamente oscuro de la obra. La escena ocurre de
día, en un portal en penumbra, alumbrado parcialmente. El uso arbitrario de la
luz es clarísimo en el caso de la niña que aparece en un segundo plano,
desplazándose con un gallo atado a la cintura, irradiando una luz dorada desde
dentro y transformándose en un punto focal.
La compañía de arcabuceros
representada era una milicia de carácter civil cuyo trabajo consistía en
defender la ciudad de cualquier ataque, y mantener la ley y el orden en las
calles. Pero para la época del cuadro, este trabajo era mayormente ceremonial,
se vestían y desfilaban en sus atuendos de milicia sólo en días festivos, y
solían reunirse para celebrar banquetes. Existía una tradición por parte de las
compañías, de encargar retratos de grupo para colgar en las paredes de sus
lugares de reunión (en este caso el Cuartel de la Guardia Cívica de Ámsterdam).
En este tipo de cuadros se representaba a los milicianos alineados. Como cada
uno de los representados pagaba su retrato de manera individual, el artista
debía integrarlos a todos de manera visible, por lo cual el resultado era muy
formal, estático y poco natural. Rembrandt realiza con este encargo, una
composición que se aleja totalmente de la tradición. Reinterpreta el retrato de
una forma revolucionaria, como si fuera un gran cuadro histórico, o un tema
bíblico o de la mitología clásica, al cargarlo de drama y trascendencia y al
darle unas dimensiones bastante mayores que lo habitual en este tipo de obras.
Introdujo muchos más integrantes que aquellos a los que tenía que retratar,
simplemente para que fueran una multitud y que después esa multitud tomara vida
propia, que la gente actuara y no simplemente posara. Muchos de los hombres que
aparecen en la Ronda de Noche eran prósperos mercaderes y pagaron a Rembrandt
unos 100 florines por aparecer en el cuadro. Es
probable que Frans Banning Cocq y Wilhem van Ruytenbuch pagaran más por sus
posiciones prominentes. Pero al transformar el retrato en “acontecimiento” y a
los personajes en “actores”, no todos quedaron satisfechos. Rembrandt no había
respetado jerarquías y no había dado a todos los milicianos el mismo grado de
ostentación, ya que priorizó las razones plásticas. A esto se sumó la cantidad
de personajes adicionales, entre ellos la enigmática niña, con una presencia
casi sobrenatural. Muchos críticos la han interpretado como un recurso
dinamizador con el que Rembrandt buscó sorprender. El gallo que cuelga de su
cintura ha sido relacionado con las garras, símbolo de la compañía de
arcabuceros, su emblema.
Los milicianos que
encargaron la obra, diseminados en la vorágine espacial, compositiva, lumínica
y gestual, se funden con personajes inidentificables y con personajes anónimos,
son simples piezas de esa maquinaria pictórica que Rembrandt organiza alrededor
del protagonismo del capitán y el teniente.
“La Ronda
fue, sobre todo, la autoafirmación de un artista consciente de que su medio de
expresión no necesitaba sujetarse a ninguna regla establecida y se sentía capaz
de transgredir las codificaciones icónicas de una sociedad mucho más rígida en
sus hábitos de lo que en principio pudiera parecer''.
En 1715 el cuadro
fue trasladado del gran salón del Cuartel de la Guardia Cívica a una estancia
del actual Palacio Real. Por razones de espacio fue recortado de sus cuatro
lados, pero conocemos su forma original a través de dos copias del siglo XVII
(un óleo y una acuarela) que reflejan el lienzo en su totalidad.