lunes, 2 de septiembre de 2013

Maison Carrée


Nombre: Maison Carrée
Arquitecto: Desconocido
Cronología: 16 a.C.
Localización: Nimes (Francia)
Estilo: Romano imperial
Materiales utilizados: Piedra calcaría blanca
Sistema constructivo: Arquitrabado

Este edificio que ha resistido de manera admirable el paso del tiempo ha sido empleado como sede del ayuntamiento, mansión particular, iglesia católica, sala de reuniones, almacén y tienda, museo local y, actualmente, sala de exposiciones. Este uso continuado y diverso es el que ha permitido que tras algo más de dos mil años de existencia siga en pie y no sea una pura ruina, haciendo evidente el destino al que originariamente fue dedicado: un edificio del culto romano.

Estamos hablando de la Maison Carrée de Nimes (Francia), la casa cuadrada, aunque su planta sea obviamente rectangular. Situado en lo que debió ser el foro de la ciudad, su construcción, llevada a cabo entre los años 16 y 12 a.C. fue ordenada por Marco Agripa y debe enmarcarse en el amplio proceso de organización y romanización del territorio de las Galias que se desarrolló en el último momento de la República Romana y durante los primeros años del principado de Augusto, a cuyos nietos Lucio y Cayo fue dedicado.


Podemos considerar este edificio como uno de los prototipos del templo romano, inspirado en los modelos griegos de época clásica y helenística. De dimensiones medianas (mide 26 metros de longitud por 15 de anchura), se trata de un templo próstilo y hexástilo, levantado en orden corintio. Es también pseudoperíptero, ya que aunque observamos columnas en todos sus lados, éstas se hallan embutidas en un muro perimetral, salvo en el caso de las de la única fachada del templo.

Por otra parte, el edificio muestra algunos rasgos propios de la arquitectura templaria romana. Destacan entre ellos la sustitución del estilóbato característico del templo griego por un elevado pódium de paredes verticales, que sólo presenta una escalinata de acceso en el lado de la fachada principal. Tras ella, se accede a un pórtico que a su vez da paso a la cella o capilla, en este caso un espacio único, sin compartimentación en naves. Toda la obra es de mármol y hemos de lamentar que no haya quedado ningún rastro de la decoración de los dos frontones del templo.

Sin embargo, se conserva en excelente estado la decoración de carácter vegetal que embellecía el edificio. No se trata sólo de las de hojas de acanto finamente labradas de los capiteles corintios, sino de los elementos de tipo floral que encontramos en el friso, en la parte inferior de la cornisa y en los casetones del pórtico. Toda este repertorio guarda claros paralelismos con el que, por la misma época se estaba colocando en el Ara Pacis de Roma.





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