La obra del escultor y pintor Gian Lorenzo Bernini. Fue realizada entre
1647 y 1651, por encargo del cardenal Cornaro, para ser colocada
donde iría su tumba, en la iglesia de Santa María
de la Victoria (Santa Maria della Vittoria), en Roma, donde actualmente se encuentra, en la llamada
Capilla Cornaro. Está considerada una de las obras maestras de la escultura del
alto barroco
romano.
Todo el conjunto fue supervisado y completado por un maduro Bernini durante el papado de Inocencio X. Durante este tiempo, la implicación pasada del escultor con los gastos derrochadores del previo papado Barberini había hecho que Bernini cayera en desgracia y se le privó en gran medida del mecenazgo papal. Bernini estaba por lo tanto disponible para el veneciano Cardenal Federico Cornaro (1579-1673), que había elegido la iglesia, por otro lado sin mayor atractivo, de los Carmelitas descalzos como su capilla de enterramiento. Tenía razones para evitar que lo enterrasen en Venecia, puesto que su nombramiento como cardenal por Urbano VIII (Barberini) mientras su padre Giovanni era dogo había creado cierto escándalo en su ciudad natal, con enfrentamientos dentro de las familias. Eligió una capilla que previamente había presentado a San Pablo en éxtasis, y el cardenal lo remplazó con una imagen de la primera santa carmelita en éxtasis, cuya canonización era reciente (1622).[1]
Se completó en 1652 costando la por entonces exorbitante suma de 12.000 escudos (unos 120,000 dólares).[2]
Representa a Santa Teresa de Jesús, escritora mística y reformadora de la sociedad religiosa, que fue beatificada en el año 1614 por Paulo V (canonizada en 1622).
La capilla es una explosión de mármol de color, metal y detalles. Filtros de luz a través de una ventana por encima de santa teresa, subrayados por rayos dorados. La cúpula tiene frescos con un cielo de trampantojo, lleno de querubines, con la luz descendente del Espíritu Santo representado en forma de paloma. En las paredes laterales, hay relieves a tamaño real de la familia Cornaro.
Las dos figuras principales que centran la atención derivan de un episodio descrito por santa Teresa de Ávila en uno de sus escritos, en el que la santa cuenta cómo un ángel le atraviesa el corazón con un dardo de oro. La escena recoge el momento en el que el ángel saca la flecha, y la expresión del rostro muestra los sentimientos de Santa Teresa, mezcla de dolor y placer. Según sus propias palabras:
La expresión de la santa en plena transverberación, constituye una de las más grandes realizaciones de todo el arte barroco. La postura del cuerpo y la expresión facial de santa Teresa ha hecho que algunos atribuyan su experiencia a un momento climácico. Otros atribuyen que la expresión cuadra con el intenso dolor que la santa describe cuando relata la transverberación. Bernini expresa con acierto el intenso dolor físico en la expresión facial que según la santa, se unía a un estado de alegría divina.
Esta capilla escenográfica unifica los temas de toda una vida tratados por Bernini, fiel al sentimiento barroco. La unidad de arquitectura, teatro, y escultura que se encuentra en este complejo es también un rasgo barroco, con el Espíritu Santo como un baño de luz o guiado por los rayos dorados que enmarcan la estatua y provienen de las ventanas en la parte superior de la capilla, lo que permite al cielo entrar en la iglesia.
Los efectos son teatrales, incluyendo el discurso que la santa sugiere flanqueada por el linaje de los Cornaro. Para añadirle dinamismo, Bernini ha trabajado la piedra en olas de tela, evocando el terremoto espiritual que rodea a Teresa. Un viento divino agita la ropa del ángel. Éste sonríe casi travieso. La nube sin pulir parece casi superflua; la ropa de Teresa parece que la basta en su levitación. "Un efecto luminoso hace que las imágenes parezcan suspendidas en el aire ".
Todo el conjunto fue supervisado y completado por un maduro Bernini durante el papado de Inocencio X. Durante este tiempo, la implicación pasada del escultor con los gastos derrochadores del previo papado Barberini había hecho que Bernini cayera en desgracia y se le privó en gran medida del mecenazgo papal. Bernini estaba por lo tanto disponible para el veneciano Cardenal Federico Cornaro (1579-1673), que había elegido la iglesia, por otro lado sin mayor atractivo, de los Carmelitas descalzos como su capilla de enterramiento. Tenía razones para evitar que lo enterrasen en Venecia, puesto que su nombramiento como cardenal por Urbano VIII (Barberini) mientras su padre Giovanni era dogo había creado cierto escándalo en su ciudad natal, con enfrentamientos dentro de las familias. Eligió una capilla que previamente había presentado a San Pablo en éxtasis, y el cardenal lo remplazó con una imagen de la primera santa carmelita en éxtasis, cuya canonización era reciente (1622).[1]
Se completó en 1652 costando la por entonces exorbitante suma de 12.000 escudos (unos 120,000 dólares).[2]
Representa a Santa Teresa de Jesús, escritora mística y reformadora de la sociedad religiosa, que fue beatificada en el año 1614 por Paulo V (canonizada en 1622).
La capilla es una explosión de mármol de color, metal y detalles. Filtros de luz a través de una ventana por encima de santa teresa, subrayados por rayos dorados. La cúpula tiene frescos con un cielo de trampantojo, lleno de querubines, con la luz descendente del Espíritu Santo representado en forma de paloma. En las paredes laterales, hay relieves a tamaño real de la familia Cornaro.
Las dos figuras principales que centran la atención derivan de un episodio descrito por santa Teresa de Ávila en uno de sus escritos, en el que la santa cuenta cómo un ángel le atraviesa el corazón con un dardo de oro. La escena recoge el momento en el que el ángel saca la flecha, y la expresión del rostro muestra los sentimientos de Santa Teresa, mezcla de dolor y placer. Según sus propias palabras:
"Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. El dolor era tan fuerte que me hacia lanzar gemidos, mas esta pena excesiva estaba tan sobrepasada por la dulzura que no deseaba que terminara. El alma no se contenta ahora con nada menos que con Dios. El dolor no es corporal sino espiritual, aunque el cuerpo tiene su parte en él. Es un intercambio amoroso tan dulce el que ahora tiene lugar entre el alma y Dios, que le pido a Dios en su bondad que haga experimentarlo a cualquiera que pueda pensar que miento... "Las figuras están realizadas en mármol blanco principalmente, y los rayos del sol de bronce. Tiene una altura de 3,5 metros. La fuerte expresividad de la obra, el desorden de las figuras y en especial del pliegue del manto de la santa, denotan que es de claro estilo barroco. Bernini además pintó la capilla donde fue colocado el conjunto, para darle mayor realismo y sensación de misticismo.
La expresión de la santa en plena transverberación, constituye una de las más grandes realizaciones de todo el arte barroco. La postura del cuerpo y la expresión facial de santa Teresa ha hecho que algunos atribuyan su experiencia a un momento climácico. Otros atribuyen que la expresión cuadra con el intenso dolor que la santa describe cuando relata la transverberación. Bernini expresa con acierto el intenso dolor físico en la expresión facial que según la santa, se unía a un estado de alegría divina.
Esta capilla escenográfica unifica los temas de toda una vida tratados por Bernini, fiel al sentimiento barroco. La unidad de arquitectura, teatro, y escultura que se encuentra en este complejo es también un rasgo barroco, con el Espíritu Santo como un baño de luz o guiado por los rayos dorados que enmarcan la estatua y provienen de las ventanas en la parte superior de la capilla, lo que permite al cielo entrar en la iglesia.
Los efectos son teatrales, incluyendo el discurso que la santa sugiere flanqueada por el linaje de los Cornaro. Para añadirle dinamismo, Bernini ha trabajado la piedra en olas de tela, evocando el terremoto espiritual que rodea a Teresa. Un viento divino agita la ropa del ángel. Éste sonríe casi travieso. La nube sin pulir parece casi superflua; la ropa de Teresa parece que la basta en su levitación. "Un efecto luminoso hace que las imágenes parezcan suspendidas en el aire ".
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