martes, 21 de abril de 2015

Apolo desollando a Marsias de José Ribera



Nos encontramos ante una obra pictórica de Arte Barroco correspondiente al Barroco español. Concretamente es un cuadro de José Ribera, Apolo desollando a Marsias.

Marsias era un joven frigio que desafió a Apolo a un concurso de flauta. Las Musas declararon vencedor a Apolo y el dios, para castigar a Marsias por su soberbia y audacia, lo ató a un árbol y lo desolló vivo. Ribera repitió el tema en varias ocasiones, eligiendo el momento del castigo. Marsias aparece en un pronunciado escorzo destacando su gesto de dolor, captado con soberbio naturalismo, y el realismo de su anatomía, conseguido gracias al tratamiento pictórico de la materia. El dios procede a realizar el castigo con sus propias manos y quita la piel de la pata del sátiro, mostrando un gesto alegre y complaciente. Al fondo observamos a los compañeros del perdedor que lloran de pena y rabia ante la visión del martirio, en un conjunto que se asemeja a las Pinturas Negras de Goya.

La composición se organiza a partir de diagonales cruzadas, configurando los personajes de Apolo y Marsias un círculo subrayado por el manto del dios. La luz procedente de la izquierda crea un efecto de atardecer, especialmente en el celaje rojizo que reforzaría la dureza del castigo. Esa iluminación crea brillantes efectos de carácter pictoricista, inspirados en la pintura veneciana y Van Dyck. La anatomía de ambas figuras está perfectamente estudiada, demostrando una vez más la capacidad de Ribera para representar a sus protagonistas cargados de naturalismo. Pero quizá lo más sorprendente de la escena sea la captación psicológica de los sentimientos, perfectamente expresados por el maestro valenciano en una desgarradora imagen con la que Ribera se suma al pleno barroco.
Principalmente reconocido por sus cuadros de carácter religioso martirial, como los de San Jerónimo o San Bartolomé, donde su tenebrismo encuentra un amplio campo de actuación en la representación de cruentas imágenes, Ribera compondrá también obras de carácter mitológico y profano, algunas de ellas excepcionales, siempre guiado de la mano de la verdad que la naturaleza impone.

Tenebristas, completamente herederos de Caravaggio son sus cuadros de la Colegiata de Osuna (el Calvario), los Cinco Sentidos o el Sileno ebrio, claro recuerdo de las imágenes monstruosas de la Antigüedad. Lo deforme aparece de forma repetida en su producción, tal y como se aprecia en el Niño cojo o en su Mujer barbuda, emparentado con lo marginal, como su "simbólico" Arquímedes. 

Su conocimiento de la Antigüedad queda asimismo demostrado en obras como Venus y Adonis, en la que además se percibe un ligero protagonismo del paisaje, el Triunfo de Baco, Ticio eIxión (que recuerdan a Miguel Ángel) o su Cristo de la Piedad, entre otros.

Otros cuadros importantes de Ribera son El sueño de Jacob, el Martirio de San Felipe, la Comunión de los Apóstoles, o un muy representativo de su estilo San Andrés.

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