domingo, 31 de agosto de 2014

TRIADA DE MYKERINOS.


Esta escultura del arte egipcio, pertenece a un autor desconocido. La Tríada de Micerinos, fue esculpida entre 2530-2500 a.C. Actualmente, la podemos encontrar en el Museo El Cairo, Egipto.



La Tríada de Micerinos, de 92 cm de altura, está realizada mediante talla directa sobre la piedra, con pulimentado posterior.
La obra muestra al faraón Micerinos entre dos divinidades femeninas. El monarca aparece representado con la corona blanca del Alto Egipto y se viste con un sencillo faldellín plisado que deja al descubierto su torso, brazos y piernas. Lleva la típica barba postiza característica de la realeza egipcia. Micerinos se encuentra en actitud de avanzar, para lo que adelanta su pierna izquierda, mientras su musculatura queda muy marcada.
Las dos divinidades femeninas que acompañan al faraón muestran entre sí algunos rasgos semejantes. Ambas se visten con sencillas túnicas casi transparentes que dejan entrever diversos rasgos anatómicos y poseen melenas que caen por delante del cuello para llegar casi hasta los pechos. A la derecha de Micerinos se halla la diosa Hathor, cuya cabeza se remata con cuernos. A la izquierda del rey encontramos a la diosa protectora del nomo de Cinopolis, sobre cuya cabeza se coloca su emblema característico, en el que se distingue un chacal. Existe además otra pequeña diferencia entre las dos diosas: mientras Hathor avanza levemente su pie izquierdo, en actitud de inicio de la marcha, la otra diosa se mantiene por completo estática, con los pies juntos. Sin embargo, las dos divinidades se agarran con una de sus manos al brazo más próximo del faraón.
Las tres figuras muestran evidentes rasgos geométricos, a lo que contribuyen la posición de los brazos, pegados al cuerpo, y los puños cerrados. En las tres figuras se ha aplicado el canon escultórico egipcio de los 18 puños y se hace evidente la ley de la frontalidad, que concibe a las esculturas para ser contempladas de frente.
La posición central del faraón entre dos diosas nos remite a la concepción del monarca egipcio como otra divinidad más.
Por último, la diferente posición de las piernas en las tres figuras, más o menos adelantadas una respecto a la otra, simboliza también una cierta preeminencia en cuanto a la importancia de su representación.


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