domingo, 31 de agosto de 2014

MAISON CARRÉE





Arte Romano. Se trata de la Maison Carrée de Nîmes (Francia), perteneciente al siglo I d.C., período imperial.
La Maison Carrée es uno de los mejores ejemplos del templo pseudoperíptero romano. Se utiliza el sistema constructivo arquitrabado y resulta bastante similar a las obras griegas, aunque con algunas diferencias. Es un templo hexástilo elevado sobre un podio o basamento que se prolonga hasta la escalinata que se ve flanqueada por él. La escalinata permite el acceso a ese podio sobre el que se encuentra erigido un profundo pórtico y la cella, que ocupa toda la superficie y llega hasta el fondo.
Así, con esta breve descripción podríamos pensar que no mantiene ninguna singularidad en relación con el templo griego, pero lo cierto es que el arte romano va a tener unas características propias, una personalidad bien definida que se pone muy de manifiesto en la arquitectura. El mero hecho de prolongar la columnata del pórtico a lo largo de todo el perímetro de la cella, a través de semicolumnas adosadas al muro, es uno de los rasgos más característicos, que se va a volver a repetir en otro templo pseudoperíptero, el templo de la Fortuna Viril en Roma.
A su vez, vamos a ver como claramente supieron recrear los órdenes griegos, y no copiarlos. Concretamente en esta obra podemos observar la evidente falta de ornamentación del frontón que, de un modo excepcional, aparece aquí como elemento estructural.
Y, es que, los romanos en realidad tomaron la mayor parte de los elementos estructurales arquitrabados como ornamentales. No siendo este el caso, veremos que, en su gusto por el arco y las estructuras abovedadas, el arte romano va a utilizar columnas, entablamentos y frontones para enmarcar las formas curvas y, en muchos casos, éstos últimos llegarán a aparecer incluso curvados.
Además, en su replanteamiento de los órdenes griegos van a aparecer el toscano (nacido del dórico, pero ya con basa y fuste liso) y el capitel compuesto (fruto de la unión del corintio y el jónico –habiendo este último solucionado el problema de las esquinas por poseer volutas en sus cuatro lados-). Pero, por supuesto, lo que más nos va a llamar la atención es el cambio en cuanto a la finalidad de las obras. Si en Grecia se buscaba ante todo la belleza y la armonía, el hombre romano no se va a preocupar tanto por eso como por usar estas obras con un claro fin propagandístico. El hacerse  reconocer en todos los territorios conquistados, el conseguir unificar todo un imperio, ya no sólo bajo unas mismas lengua, religión y ley, sino bajo una misma cultura, en general, va a favorecer la unidad del arte y, ante todo, su tendencia al colosalismo, en base, no a agradar al público, sino a mostrar el poderío del propio emperador.
No podríamos olvidar antes de acabar el decir que, aún así, van a existir otros templos de planta circular como el de Vesta, en Roma, destacando especialmente el Panteón, quizás la obra más impresionante y espléndida del arte romano.


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