Nos encontramos frentea una obra
escultórica del Renacimiento, para ser más exactos, estamos frente a la tumba
de Lorenzo y Giuliano, erigida por Miguel Ángel.
Cuando Lorenzo de Médicis el
Joven murió en 1519, se decidió usar la Nueva Sacristía de la Iglesia de San
Lorenzo de Florencia, como capilla funeraria de la generación joven de la
familia, de la misma forma que la Sacristía Vieja había sido usada para la anterior
generación (Lorenzo el Magnifico, y Giuliano). Fue ideada por el cardenal Julio
de Médicis y el papa León X.
Miguel Ángel empezó a construirla en 1521, y
en 1524 ya había concluido la bóveda; sin embargo, la expulsión de los Médicis
en 1527 y el asedio de Florencia provocaron un notable retraso en las obras. La
partida definitiva de Miguel Ángel de Florencia, en 1534, hizo que la obra
quedara incompleta: el artista logró terminar solamente dos de los cuatro
monumentos sepulcrales, la tumba de Lorenzo, duque de Urbino, (muerto en 1519)
y la tumba de Juliano de Médicis, duque de Nemours, (muerto en 1516).
Originalmente había planeado unir estas cuatro tumbas en una
estructura exenta, concebida como obra masiva de arquitectura. Los cuatro
sarcófagos habían estado colocados sobre los cuatro arcos mientras la tumba del
Cardenal Giulio Médicis, había sido colocada bajo el crucero).
Se renunció a este proyecto a favor de las dos tumbas dobles
en cada pared lateral, una para los Duchi (los jóvenes) y la otra para los
Magnifici (los viejos), mientras que la pared de la entrada, frente al altar,
será adornada con una Madonna flanqueada por las estatuas de los Santos
patronos de la familia Médicis, Cosme y Damián. Los muros laterales, se
consagraron a los Duchi, mientras la sacra conversazione de la pared de la
entrada se añadió a las tumbas de los Magnifici en una composición unificada.
Enrique Valdearcos Guerrero Historia del Arte El plan
definitivo incluía la tumba doble de los Magnifici frente al altar sobre los
sarcófagos sin imágenes. La Madonna de los Médicis, aparecía flanqueada por las
estatuas de los santos Cosme y Damián, como se ven en San Lorenzo, y sobre
ellos otras estatuas más pequeñas una de las cuales se ha identificado como el
David del Bargello.
En el sepulcro de
Giuliano, duque de Nemours, la estrecha hornacina central aprisiona al
coraceado guerrero de perfil divino, como el propio Miguel Ángel lo definió,
sentado pero con la energía contenida de quien está presto a intervenir en la
acción, por lo que se ha visto en él la idea de la vida activa.
En la estatua retrato de su hermano Lorenzo, duque de
Urbino, fallecido en 1519, la pose enroscada del cuerpo, relajado e
introspectivo, que subraya admirablemente la hélice serpentina del brazo
derecho, imitada por El Greco en la Trinidad del Prado, se adecua al dictado de
Pensieroso como ha sido llamado, y exalta la vida contemplativa, una dualidad
que apuntará también en la pareja de Raquel y Lía del definitivo sepulcro de
Julio II en San Pietro in Vincoli.
Las dos parejas de
desnudos que, sobre los sarcófagos de uno y otro se deslizan en interminable
movimiento, imitan el tipo de estatuas fluviales conocido desde la edad
helenística y romana, pero jalonan el destino de los Médicis entre la Aurora y
el Crepúsculo, el Día y la Noche, respectivamente.
Es notorio el inacabado o
“non finito” de los dos rostros masculinos, especialmente en el Día, que es
aquí deliberado intento del artista por escamotear al espectador sus caras
heridas por el resplandor solar, técnica que al extremo opuesto del esfumado
praxiteliano, adquiere carácter pictórico y romántico luego seguido entre
escultores tan dispares como Rodin o Victorio Macho.
No miran hacia el
altar Giuliano ni Lorenzo, sino a la Madonna de los Médicis, que tuerce
blandamente su cuerpo mientras el Niño robusto toma el pecho, en actitud
lánguida y subjetiva, como ensoñada y distante. La acompañan los Santos Cosme y
Damián, patronos de la medicina y de la casa Medicea, obras de otros
escultores, Montorsoli y RaffaeIlo de Montelupo.
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