El cuadro que vamos a comentar se trata de "El nacimiento de Venus", realizado en témpera sobre lienzo por el pintor Sandro Botticelli en 1485. Se trata, por lo tanto, de una obra pictórica representativa del Renacimiento italiano, concretamente del período del Quatrocentto.
El cuadro se compone de cuatro figuras, tres femeninas y una masculina. El centro de la composición está ocupado por una figura femenina desnuda que identificamos con Venus. Ésta ocupa el eje central imaginario de un triangulo formado por dos diagonales creadas a nuestra derecha por otra figura femenina, posiblemente Flora, como podríamos deducir de su cinturón de rosas, o una de las Horas, vestida con túnica floreada y que parece avanzar hacia la diosa con un manto que ondea en dirección opuesta al avance de la joven, por el impulso del viento que soplan las dos figuras del lado opuesto, una masculina y otra femenina que identificamos como los vientos Céfiro y Aura. La escena se sitúa en un paisaje formado por el mar de color turquesa y una orilla con prados y algunos árboles situados a nuestra derecha. Se trata de un paisaje idealizado acorde con el conjunto de la escena.
Respecto a la técnica, predomina el dibujo con unas líneas precisas que limitan los contornos de las figuras, ropas y paisaje. Sin embargo, toda la composición se caracteriza por la utilización de líneas sinuosas, como el propio cuerpo de Venus que adopta la clásica postura del contrapposto. Esta postura, por la cual la joven diosa deja caer peso de su cuerpo sobre la pierna izquierda mientras que flexiona y retocede la izquierda, se inspira directamente en la estatuaria griega, si bien, en el caso de esta figura todo el peso se desplaza hacia nuestra derecha, lo que genera la sensación de liviandad como si se desplazara sobre las olas en dirección a la orilla.
Respecto a los colores utilizados, predomina la paleta clara de colores
pasteles como turquesas, verdes, celestes, rosas y naranjas acompañados
de toques dorados en las alas de los vientos. Una luz
uniforme,proveniente de nuestra derecha recorre la escena y modela las
figuras y el entorno sin grandes contrastes de luces y sombras.
Como su título ya nos señala, el cuadro representa el nacimiento
mitológico de la diosa Venus. Nacida de la espuma del mar ,cerca de
Pafos, tras ser arrojados por Cronos los testículos de Urano
al mar, Céfiro la colocó sobre una concha nacarada y la condujo hasta la
isla de Citera, donde las Horas se encargaron de su educación. Fiel al
relato mitológico, el pintor nos sitúa a los vientos Aura, el viento de
Oriente, y a Céfiro de cuyo soplo brotan flores e impulsan a la diosa
hacia la orilla, donde la espera probablemente Flora para cubrirla con
su manto.
La figura de Venus, cuya postura se inspira en las Venus púdicas,
muestra el ideal de belleza femenino de la época, con una piel blanca
con tonalidades ligeramente amarillas y rosáceas y una larguísima
cabellera pelirroja que se mueve por efecto del viento, ilustrando
fielmente lo que ya defendiera Alberti en su tratadeo De pictura: " Deseo
(...) que los cabellos (...) se enrosquen como si fueran a anudarse,
que ondulen en el aire imitando las llamas, que tan pronto se escurran
como serpientes por debajo de los otros cabellos como que se levanten
por todos lados".
Encargada esta obra por Lorenzo de Pier Francesco, muestra el interés
resucitado por la mitología clásica entre los humanistas. Nos
encontramos ante una obra que requería una formación en mitología
clásica para ser correctamente interpretada buscándose con la ejecución
de éstas, además del deleite en su contemplación, el ejercicio
intelectual que requería su visión correcta. Asimismo, hay que
interpretar esta obra dentro de la corriente neoplatónica presente en
los círculos humanísticos de la época, según el cual. la obra
representaría la unión perfecta entre belleza, amor y verdad, cualidades
todas encarnadas en la diosa Venus.
Con esta obra podemos observar el interés renovado que surge en la
Italia del Renacimiento por la mitología, no ya como expresión de una
religiosidad o creencias vivas, sino un interés que nace de la erudición
y del conocimiento, así como de la revalorización de la cultura
grecolatina. Además, observamos como el desnudo femenino, más allá de la
representación de Eva, asociado al pecado, va cobrando de nuevo
importancia en el arte. Si bien, el estilo de Botticelli se vería
superado en el siglo posterior, cabe destacar su valor como pionero en
iniciar una temática a la que luego se acercarán pintores posteriores
como Tiziano, Rubens o Velázquez.
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