martes, 15 de marzo de 2016

El nacimiento de Venus.



El cuadro que vamos a comentar se trata de "El nacimiento de Venus", realizado en témpera sobre lienzo por el pintor Sandro Botticelli en 1485. Se trata, por lo tanto, de una obra pictórica representativa del Renacimiento italiano, concretamente del período del Quatrocentto.




 El cuadro se compone de cuatro figuras, tres femeninas y una masculina. El centro de la composición está ocupado por una figura femenina desnuda que identificamos con Venus. Ésta ocupa el eje central imaginario de un triangulo formado por dos diagonales creadas a nuestra derecha por otra figura femenina, posiblemente Flora, como podríamos deducir de su cinturón de rosas, o una de las Horas, vestida con túnica floreada y que parece avanzar hacia la diosa con un manto que ondea en dirección opuesta al avance de la joven, por el impulso del viento que soplan las dos figuras del lado opuesto, una masculina y otra femenina que identificamos como los vientos Céfiro y Aura. La escena se sitúa en un paisaje formado por el mar de color turquesa y una orilla con prados y algunos árboles situados a nuestra derecha. Se trata de un paisaje idealizado acorde con el conjunto de la escena.

Respecto a la técnica, predomina el dibujo con unas líneas precisas que limitan los contornos de las figuras, ropas y paisaje. Sin embargo, toda la composición se caracteriza por la utilización de líneas sinuosas, como el propio cuerpo de Venus que adopta la clásica postura del contrapposto. Esta postura, por la cual la joven diosa deja caer peso de su cuerpo sobre la pierna izquierda mientras que flexiona y retocede la izquierda, se inspira directamente en la estatuaria griega, si bien, en el caso de esta figura todo el peso se desplaza hacia nuestra derecha, lo que genera la sensación de liviandad como si se desplazara sobre las olas en dirección a la orilla.
Respecto a los colores utilizados, predomina la paleta clara de colores pasteles como turquesas, verdes, celestes, rosas y naranjas acompañados de toques dorados en las alas de los vientos. Una luz uniforme,proveniente de nuestra derecha   recorre la escena y modela las figuras y el entorno sin grandes contrastes de luces y sombras.
 
 
  
 
 
Como su título ya nos señala, el cuadro representa el nacimiento mitológico de la diosa Venus. Nacida de la espuma del mar ,cerca de Pafos, tras ser arrojados por Cronos  los testículos de Urano al mar, Céfiro la colocó sobre una concha nacarada y la condujo hasta la isla de Citera, donde las Horas se encargaron de su educación. Fiel al relato mitológico, el pintor nos sitúa a los vientos Aura, el viento de Oriente, y a Céfiro de cuyo soplo brotan flores e impulsan a la diosa hacia la orilla, donde la espera probablemente Flora para cubrirla con su manto.
La figura de Venus, cuya postura se inspira en las Venus púdicas, muestra el ideal de belleza femenino de la época, con una piel blanca con tonalidades ligeramente amarillas y rosáceas y una larguísima cabellera pelirroja que se mueve por efecto del viento, ilustrando fielmente lo que ya defendiera Alberti en su tratadeo De pictura: " Deseo (...) que los cabellos (...) se enrosquen como si fueran a anudarse, que ondulen en el aire imitando las llamas, que tan pronto se escurran como serpientes por debajo de los otros cabellos como que se levanten por todos lados".
 
 


Encargada esta obra por Lorenzo de Pier Francesco, muestra el interés resucitado por la mitología clásica entre los humanistas. Nos encontramos ante una obra que requería una formación en mitología clásica para ser correctamente interpretada buscándose con la ejecución de éstas, además del deleite en su contemplación, el ejercicio intelectual que requería su visión correcta. Asimismo, hay que interpretar esta obra dentro de la corriente neoplatónica presente en los círculos humanísticos de la época, según el cual. la obra representaría la unión perfecta entre belleza, amor y verdad, cualidades todas encarnadas en la diosa Venus.
Con esta obra podemos observar el interés renovado que surge en la Italia del Renacimiento por la mitología, no ya como expresión de una religiosidad o creencias vivas, sino un interés que nace de la erudición y del conocimiento, así como de la revalorización de la cultura grecolatina. Además, observamos como el desnudo femenino, más allá de la representación de Eva, asociado al pecado, va cobrando de nuevo importancia en el arte. Si bien, el estilo de Botticelli se vería superado en el siglo posterior, cabe destacar su valor como pionero en iniciar una temática a la que luego se acercarán pintores posteriores como Tiziano, Rubens o Velázquez.

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