Nos enocontramos ante una pintura al fresco de arte renacentista, concretamente La coronación de la Virgen, hecho por Beato Angelico en el convento de San Marcos en Florencia, durante el periodo de tiempo que transcurre entre los años 1438 y 1450. Sus dimenciones son de 184 x 167 cm.
En la imagen vemos como la Virgen esta siendo coronada, y en un
plano inferior aparecen arrodillados Santo Tomás de Aquino, San Benito,
Santo Domingo de Guzmán, San Francisco de Asís, San Pedro Mártir y San
Marcos. Observamos el detalle del nimbo dorado que posee la Virgen, como símbolo de divinidad.
La Coronación de María es uno de los temas más
desarrollados dentro de la iconografía de Fra Angelico. Pero si en otras
representaciones primaba la opulencia del acontecimiento, con enorme
utilización del fondo de oro y de motivos decorativos de todo tipo, este
fresco de San Marcos
se presenta de forma mucho más simplificada, pero con el elemento de la
luz como gran componente del episodio divino de la Coronación de la
Virgen. María y Jesucristo se sitúan en el ámbito celestial, rodeados de
una aureola de color verdoso muy difuminado.
Las figuras, vestidas con
túnicas de color blanco, se sitúan sobre un banco y un escabel de nubes,
lo que acentúa el carácter sobrenatural donde tiene lugar el
acontecimiento. Todo el conjunto queda recorrido por un fuerte sentido
evanescente e irreal, configurado por la fuerte luminosidad de la
escena. Los colores también ayudan en el carácter vaporoso de la
representación, predominando suaves colores blancos y amarillos.
En la
parte terrenal, abajo, un grupo de santos se dispone en semicírculo,
siguiendo la línea compositiva del suceso de arriba. San Benito, Santo
Tomás de Aquino y Santo Domingo, a la izquierda, San Pedro Mártir, San
Marcos y San Francisco, a la derecha, contemplan en actitud de
reverencia la escena de la Coronación de María.
Observamos la utilización de colores rutilantes y el fondo dorado. Las
imágenes se encuentran estilizadas y existe una luz que invade por igual
toda la composición, tratándose esta de la luz divina, que a su vez,
también presta al cuadro una atmósfera primaveral.
Por otro lado, vemos la representación de una Luz divina acompañada de las manos
de Dios, que simboliza el Espíritu Santo. Representa un marco
arquitectónico ficticio en el cual observamos un cielo estrellado color
azul, cuyo color simboliza la pureza de María y las estrellas la
universalidad de la encarnación de Cristo.
Los ropajes y las
reverberaciones de la luz, que les llega por la derecha, confieren
corporeidad a las figuras que, materializadas y mucho más vivas de
color, los sitúa en el plano terrenal, muy diferente a la
caracterización del acontecimiento de la Coronación
Como característica importante, nos encontramos con la línea de rompimiento de gloria, que separa el mundo espiritual del terrenal, en los cuales, en el primero se encuentra en un plano superior y está representado por la Virgen y Jesucristo, mientras que en la representación del mundo terrenal en la parte inferior, se encuentras representados los seis santos.
El nombre de su autor, Beato Angelico, es un título puramente secular, que concedieron los contemporáneos al fraile dominico Giovanni da Fiesole después de morir. Su vida pictórica estaba ungida por la inspiración divina y sus obras son herederas del gótico internacional.
Entra sus obras destaca el retablo de La Anunciación, pintado en 1430 para la iglesia de Santo Domingo de Fiesole. Esta se encuentra en el Museo del Padro, Madrid. Sus dimensiones son de 1430x1432 y se trata de un temple sobre tabla. En ella se representa en un primer plano a la izquierda la concesión Inmaculada de Cristo, y en un plano secundario a la derecha el pecado capital protagonizado por Adán y Eva.
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