domingo, 23 de noviembre de 2014

La Victoria de Samotracia

Nos encontramos ante una obra escultórica de Arte Griego. En ella se representa a una figura alada de pie sobre la proa de un barco. Concretamente pertenece a la Victoria de Samotracia, de la escuela de Rodas.
Es una escultura de cuerpo entero, de pie, tallada en mármol. En su tiempo debió estar policromada. Presenta un modelado suave con predominio de las formas curvas. Tiene un acabado con superficies pulidas que da sensación de suavidad y ligereza. Es una escultura exenta puesto que puede ser rodeada perfectamente.
Las líneas de composición son composiciones en aspa que transmiten agitación y dramatismo. En este caso es un volumen estático que no representa movimiento alguno de la figura, aunque la forma de las ropas si da cierta sensación de movimiento. Es una figura idealizada, que representa una victoria naval.
 
Durante el periodo helenístico, se pasó de la hegemonía artística de Atenas a un abanico de escuelas localizadas en Pérgamo, Rodas, Alejandría, etc.

La escultura helenística supuso una mayor acentuación de la vena realista y dinámica ya anticipada en las creaciones de siglos anteriores.

Se buscó la imitación de la realidad, llegando incluso a privar a los dioses de su simbolismo religioso para transformarlos en simples seres humanos, como es el caso de Afrodita, que de dejó de ser la diosa del amor para convertirse en el símbolo del erotismo y la sexualidad.

De la armonía e idealizada belleza del periodo clásico se pasó al expresionismo , traducido en la obtención de materiales de alta calidad para las obras, la representación del movimiento agitado de las telas, la aparición de nuevos tipos escultóricos, entre los que destacan los infantiles y la senectud; la atracción por lo exótico y el gusto por la repetición de tipos deformes y monstruosos.

Por otra parte de la alegoría en forma humana de ríos y ciudades, Asimismo, el paisaje cobró inusitada importancia como sujeto artístico, manifestando que, con la etapa helenística, el hombre había dejado de ser el protagonista exclusivo del arte, para ser un elemento más de más naturaleza.

Son varias las escuelas que cabe destacar en la escuela helenística:

En Atenas dominó la sencillez, el reposo y la constante inspiración en los grandes modelos del pasado. Abundaron los retratos de los personajes más ilustres, así como repeticiones del tema de Afrodita, entre las que se cuenta la célebre Venus de Milo.

En la escuela de Alejandría se fusionaron elementos griegos y egipcios a la hora de representar a las divinidades. Los retratos mostraban un gran realismo.
También eran habituales las figuras de seres deformes y de individuos de variadas etnias. Concedían mucha atención a lo alegórico bajo forma humana, como en el caso de la Alegoría del río Nilo como un anciano de largas barbas sobre cuyo cuerpo juguetean unos niños.

Pérgamo fue la sede de otra gran escuela que aportó varias novedades. Lo trágico fue el tema principal de este centro artístico, que pasó por dos etapas:
La primera, desarrollada en el siglo III a.C., destacan las representaciones de los Gálatas, a los que costó mucho doblegar. Así, el Galata Ludovisi o el Galata moribundo eran una manera indirecta de ensalzarse a sí mismos.
En la segunda etapa, la obra principal fue el friso del altar de Pérgamo, realizado por Eumenes II, que representa la lucha entre dioses y gigantes.

Por último, las escuela de la isla de Rodas llevó a cabo una escultura plena de grandiosidad, como demustran la Victoria de Samotracia (museo del Louvre), realizada por Pitókritos; o grupos de composición más compleja, como el Toro farnesio.


La escultura helenística por excelencia es el grupo escultural del Laoconte y sus hijos, realizado por Agesandros, Polydoro y Athenodoros, que representa tanto dolor físico como moral.

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