lunes, 16 de febrero de 2015

El Jardín de las Delicias

Nos encontramos ante una obra pictórica de Arte Gótico. Es un tríptico, concretamente el del Jardín de las Delicias realizado, en óleo sobre tabla, entre 1500 y 1510 por Jeroen van Aken, El Bosco.
 
El tríptico representa, en su panel izquierdo, una imagen del Paraíso donde se representa el último día de la creación, con Dios que presenta Eva a Adán, Aunque la escena es aparentemente armónica distintos animales aparecen persiguiéndose o combatiendo entre si. Una palmera representa el árbol del bien y del mal ya que en torno a ella aparece la serpiente del pecado y este se enriza en una roca con forma antropomórfica que puede representar al demonio ocultando su presencia.

La tabla central es el Jardín de las delicias representa un falso paraíso en el que la humanidad ha sucumbido plenamente al pecado, especialmente a la lujuria, y se dirige a su perdición. Decenas de símbolos diferentes, algunas de cuyas claves solo se pueden intuir, pueblan este espacio en el que la locura se ha apoderado del mundo. Aparecen tanto hombres como mujeres, blancos y negros, desnudos, protagonizando todo tipo de relaciones sexuales. Además, aparecen también relaciones eróticas o sexuales entre animales, e incluso entre plantas.

El grupo de personas montadas sobre animales que rodean el estanque en el que están mujeres desnudas simboliza la humanidad guiada por sus instintos (los animales) acercándose a la lujuria y la concupiscencia (simbolizadas por el estanque y las mujeres).
Las frutas representadas simbolizan la fugacidad del placer carnal ya que éstas pueden pasar en unos días de la plenitud de la madurez a estar podridas. Los animales representados con unas dimensiones agrandadas y en posición invertida pueden simbolizar que éste no es el Paraíso y aludir a la idea de que nada es lo que parece. 

El panel de la derecha representa el Infierno que aparece como un paisaje onírico, demoníaco, opresivo, de innumerables tormentos. En primer plano aparecen a la izquierda grupos de jugadores con dados, naipes, tablero de backgammon, que están siendo atormentados por demonios en medio de un gran caos, lo que alude a la pereza, la lujuria, y la gula. A la derecha, se ve a un hombre abrazado por un cerdo con velo de monja, probablemente aludiendo a la lujuria. Este panel es conocido también como El infierno musical, ya que en un segundo plano aparecen múltiples representaciones de instrumentos musicales asociados a terribles torturas infernales a las que está expuesta la Humanidad. También aparece un monstruo demoníaco, que podría ser uno de los nobles del Infierno, con cabeza de pájaro devorando a los pecadores que luego son defecados en un pozo en el que otros personajes vomitan inmundicias o excrementan oro, esto último quizá como alusión a la avaricia. Bajo el manto del mismo monstruo una mujer desnuda es forzada a mirarse en un espejo convexo colocado en las nalgas de un demonio, aludiendo al pecado de la soberbia. Algo más atrasado, aparece un lago helado en el que el hielo se resquebraja y sobre el que patinan varios personajes. Uno de los motivos más llamativos de la composición es una especie de hombre- árbol en cuyo tórax hueco se sitúa un grupo de personas y sobre cuya cabeza bailan pequeños monstruos en torno a una gaita. En el fondo aparece una ciudad en llamas.

Se emplea una perspectiva cónica, colocando siempre la línea del horizonte muy alta para lograr profundidad y poder poner sucesivos planos en los que sitúa las distintas escenas y grupos de personajes.
Podemos apreciar que en todas las escenas aparecen elementos o ejes en torno a los cuales parecen articularse la multitud de figuras representadas (las fuentes en la primera tabla, los estanques en la segunda, y el hombre-árbol y la zanfoña en la tercera).

La gama de colores empleada es muy amplia en los paneles del Paraíso y del Jardín de las Delicias en los que dominan los tonos verdes amarillentos, azules y carnes de las figuras, creando una sensación de armonía )y del Infierno ( en el que destacan los cálidos rojos y pardos y los tonos marrones y negros que dan una apariencia tétrica y terrible a la escena), aunque en la imagen de la ”Creación del mundo “ que aparece con el tríptico cerrado, ésta se limita a colores fríos como grises y tonos grisáceos o poco saturados de azules y verdes.

El Jardín de las Delicias es un gran tríptico ( abierto mide 390 x220 cm y su panel central 195 x220 cm..) pintado al óleo .El pintor ha aplicado cuidadosamente las pinceladas, muchas de ellas pequeñísimas para poder reproducir la gran cantidad de pequeñísimos detalles, haciendo que se fundan unas con otras y creando una superficie pictórica absolutamente homogénea. El panel central tiene el doble de anchura que los laterales de modo que éstos pueden cerrarse completamente sobre aquel. El tema del Jardín de las delicias aparece en el panel central, mientras que en el panel derecho abierto aparece el Infierno y en el lado izquierdo el Paraíso o el Jardín del Edén en el último día de la creación. Los paneles cerrados muestran la creación del Mundo en su tercer día.

A pesar de que el cuadro sea contemporáneo de algunas de las obras maestras del renacimiento italiano (como las primeras obras de Leonardo da Vinci), la composición es uno de los elementos que más claramente nos lo sitúa dentro de una estética aún gótica ya que en ésta, su gran cantidad de detalles y la grandísima minuciosidad con la que aparecen representados nos exige una mirada dinámica que circule por la imagen extrayendo e interpretando datos de la multitud de escenas y figuras, de modo que la imagen que quedará en nuestra mente de dicho cuadro se construirá por sumandos de las distintas y detalladas visiones parciales y será tanto más completa cuanto más minuciosa y atenta haya sido también nuestra observación.

El Bosco emplea un sutil claroscuro, producto de representar las escenas bajo lo que parece una iluminación difusa, que le permite generar la sensación de volumen de los elementos y figuras representados.

Los dos paneles laterales forman al cerrarse la imagen del tercer día de la Creación del mundo. El Bosco pinta aquí una esfera transparente dentro de la cual aparece una tierra aún plana símbolo, según parece, de la fragilidad del universo. Sólo se representan formas vegetales y minerales, no hay animales ni personas. Los tonos grisáceos empleados pueden aludir a que se trata de un mundo todavía sin sol ni luna.

Como vemos, el objetivo principal de El Bosco es, como en otras ocasiones el de moralizar, utilizando imágenes de una imaginación desbordante que enlazan con la tradición medieval que se servía de la deformación y la caricatura para aludir al pecado y la perversión de los seres.

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