lunes, 16 de febrero de 2015

Giotto di Bondone



Escuela de Florencia

CIMABUE

Cimabue suele ser considerado como uno de los fundadores del arte moderno y se cree que fue maestro de Giotto. Se le considera el iniciador del movimiento que partiendo de la “maniera greca” (bizantina) tendría que llevar al naturalismo que culminaría en el Renacimiento. Buena prueba del carácter innovador de su obra la proporciona la mención que de ella hace Dante en la “Divina Comedia”: “Creía Cimabue ser el primero en la pintura, pero ahora tiene Giotto esta primacía hasta el punto que se ha oscurecido la fama de aquél”. Maestá o Virgen de los Ángeles: obra básica para comprender el cambio estilístico que se produjo en la pintura florentina de finales del siglo XIII, conserva los elementos compositivos simétricos y la iconografía de los modelos bizantinos, pero busca a la vez una tercera dimensión, que obtiene con la perspectiva que da al trono y el contrate
de luces y sombras que dan volumen a las figuras; también intenta romper con el hieratismo dando un carácter más humano a las figuras, que se manifiesta en la expresividad de los rostros. Crucifixión: en la que destaca la expresión dramática, de dolor, del Crucificado.

GIOTTO

Conocemos, por las crónicas de sus contemporáneos, la gran revolución que supuso su nueva concepción artística, que se puede considerar como precursora de las innovaciones que cambiarán la marcha de la pintura occidental en el Renacimiento.
Giotto es el gran iniciador del espacio tridimensional en la Pintura Europea, en sus obras , que se caracterizan por la evidente observación de la naturaleza, las planas y simbólicas figuras del Arte Bizantino dan paso a otras modeladas e individualizadas en perspectiva, además adoptó el lenguaje visual de escultores al darle volumen y peso a sus figuras. Virgen en el Trono: la composición y el fondo dorado hacen pensar en una concepción gótica de origen bizantino, pero el naturalismo y la monumentalidad de la Virgen nos muestran el personalísimo sello de Giotto.

Frescos sobre la vida de San Francisco en la iglesia de Asís: plenamente naturalistas, las figuras cobran volumen y las escenas con pasajes de la vida del santo perspectiva, disponiéndose en profundidad en diversos planos en un marco paisajístico y arquitectónico.
Frescos de la Capilla de los Scrovegni de Padua: dedicados a Jesucristo, la Virgen y San Joaquín y

Santa Ana; más perfectos son considerados como el máximo exponente de la madurez artística de Giotto, que ya ha encontrado su auténtico estilo.
Frescos de la Basílica de Santa Croce de Florencia: representan el estadio más avanzado de su estilo,
en el que las figuras humanas aparecen agrupadas en posturas dinámicas, que reflejan movimiento.

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