lunes, 16 de febrero de 2015

Juicio Final en Santa Fe de Conques

Nos encontramos con una imagen arquiectónica, concretamente con el timpano de la portada occidental de la abadía cluniacense de Santa Fe, Conques.






La portada tiene forma de bóveda de cañón sobre columnas que anticipa el cubrimiento del interior de la nave, reservándose la decoración escultórica al tímpano. Realizada en piedra siguiendo la técnica del altorrelieve, se representa el tema del Juicio Final conformado por 124 esculturas y presidido por Cristo en Majestad como eje central de la composición.

Cristo preside el conjunto dentro de una mandorla estrellada, representación de la bóveda celeste, de un tamaño considerablemente mayor que el resto de las esculturas que se organizan, a su derecha los bienaventurados y a su izquierda los condenados. En la banda superior del tímpano dos ángeles tocan las trompetas mientras otros portan la cruz, símbolo del sacrificio de Cristo, incensarios, candelabros y libros, mientras otros ángeles impiden que los condenados accedan al Cielo.
En la banda intermedia se sitúan los Bienaventurados que ya se encuentran en la Gloria con Dios, presididos por la Virgen y San Pedro portando las llaves del Paraíso mientras en el otro extremo se representan las torturas a las que los demonios someten a los condenados.
En la banda inferior bajo una inscripción que advierte del destino de la Humanidad aparecen los difuntos que despiertan a la vida ayudados por ángeles que levantan las lápidas y en el centro San Miguel y un demonio procediendo al pesado de las almas que determinará el destino de cada difunto. Bajo esta escena aparecen los que han salido triunfantes del juicio y entran en la Jerusalén Celestial donde les esperan los Bienaventurados en cuyo centro se encuentra Abrahám mientras a la izquierda un demonio golpea con una maza a los condenados para que entren al Infierno a través de la boca de un terrible monstruo. Dentro, presidio por un Satanás, representado de mayor tamaño que el resto, preside las torturas a las que son sometidos los condenados en función de los pecados por los que han sido condenados.
 
 Estamos ante una de las obras capitales de la escultura románica europea no sólo por la calidad de su talla y la maestría en la composición sino también por la expresividad y dramatismo que alcanza el conjunto.

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